Parábola del amor paterno

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EVANGELIO EN MARCHA

PERLAS DEL ALMA

Parábola del amor paterno

Por: Francisco Aular (faular@hotmail.com)

 

Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Lucas 15:20,21 (RV60)

 

pag 17Hoy tenemos delante de nosotros el conocido relato del Evangelio de Lucas, llamado comúnmente la parábola del hijo pródigo. He oído hermosos sermones al respecto, sin embargo, hacemos una mayor justicia al bello texto, si consideramos que el personaje central es el padre y su actuación amorosa, frente a la actitud desleal de sus dos hijos. Los estudiosos de las parábolas bíblicas la han elogiado de la siguiente manera: “Corona y perla de todas las parábolas”; “el evangelio dentro del evangelio”; “divinamente la historia más tierna y humanamente la más conmovedora que se haya contado en toda la tierra”; el famoso escritor de cuentos Charles Dickens lo describió como “el más bello cuento jamás escrito”.

De entre todas las parábolas, esta es mi favorita; suelo ir a ella con frecuencia para alimentar mi alma con esta historia real, y su incomparable expresión de amor de un padre humano que soporta la ingratitud, la obstinación y la insensatez de sus dos hijos, y triunfa sobre ellas. Algunos maestros ven aquí el amor de Dios en acción y lo comparan con el amor de Dios Padre, pero, mi sentir que es al contrario es el amor de este padre humano que debe compararse con el amor de Dios. En efecto, este padre humano hace un derroche de la gracia de Dios que salta como una fuente inagotable del corazón paterno hacia sus hijos. Es incondicional y leal. Todo lo da, todo lo espera, nada pide para sí mismo; lo da todo sin medida y sin protesta.

En este próximo fin de semana, en muchos países se celebra el Día del Padre. Me uno de todo corazón a dicha celebración, y con esta parábola del amor les rindo un sencillo homenaje a los hombres de carne y hueso, a nuestros padres que han manifestado amar a sus familias con esta clase de amor.

 

Tracemos algunos pasos que conducen a ser padres amorosos y ejemplares, en medio de las dificultades de un mundo postmoderno.

El primer paso para ser un padre amoroso se da cuando asumimos ser la cabeza espiritual de la familia, “un hombre tenía dos hijos”. Esos hijos ya eran jóvenes entre la segunda y tercera década de la vida. Toda la enseñanza que un padre amoroso da a sus hijos, ya habían sido dadas. Nos podemos imaginar que los había criado a ambos con el mismo amor y cuidado, pero, como es sabido, cada hijo es diferente. Así, mientras uno resultó aventurero, el otro resultó casero.

El segundo paso para ser un padre amoroso se da cuando respetamos las decisiones difíciles de nuestros hijos adultos: “y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes”.

El tercer paso para ser un padre amoroso se da al sufrir y experimentar el abandono de los hijos a las enseñanzas y valores del hogar paterno: “No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente”. Ningún dolor puede compararse al que sufre un padre por la desobediencia de un hijo, cuando se va de mala manera del hogar paterno.

El cuarto paso para ser un padre amoroso se da al perdonar al hijo desobediente: “Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”.

El hijo arrepentido no deseaba otra cosa que ser tratado como un jornalero más, pero el padre tiene mucho más para aquel hijo que arrepentido regresa: “Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta”. Ah, mis amigos, aquí tenemos una historia de la vida real. ¡Gracias JESÚS por hablar a nuestros corazones¡

Una palabra final: Padre, hazte el propósito de amar a tu familia, pase lo que pase. Nunca es tarde para retomar el camino para ser un padre amoroso y representar a Dios mismo ante nuestra esposa e hijos. Tarde o temprano moriremos, y si de todas maneras vamos a morir, dejemos un legado como padres de familia: Haber vivido para la gloria de Dios. ¡Feliz día del Padre!

Perla de hoy: La actitud que tengamos frente a nuestro hermano menor y su arrepentimiento, nos revelará si amamos como nuestro Padre.