INMIGRACION
El plan del gobierno de Estados Unidos para permitir a varios miles de niños centroamericanos solicitar la calidad de refugiados en los Estados Unidos desde sus países de origen como una primera medida para atender las necesidades de los numerosos niños que huyen de la violencia. Las 4,000 visas de refugiado que se asignarían a personas radicadas en América Latina y el Caribe son necesarias, mas no suficientes dijo esta semana la organización Catholic Relief Services, al tiempo que aplaude la medida.
“Muchos de los niños y las familias vulnerables en este éxodo masivo son refugiados conforme a la definición internacionalmente aceptada del término y el gobierno de los Estados Unidos tiene la obligación moral y legal de identificar a quienes requieren de calidad de refugiado y de brindarles la protección correspondiente durante el proceso de su solicitud”, dijo Sean Callahan, director de operaciones de Catholic Relief Services. “Si tenemos en cuenta el número de niños en situación de riesgo, sería más útil incrementar el número de visas de refugiado que se están ofreciendo”.
Callahan viajó recientemente a Centroamérica para reunirse con funcionarios gubernamentales, miembros de comunidades marginadas e Iglesias amigas para discutir soluciones reales a la realidad que enfrentan.
“No solo me hablaron de la desesperación de las familias, yo fui testigo de la creciente desesperación causada por la violencia de la que tantos niños no son capaces de escapar, la pobreza que degrada su espíritu y la separación de las familias”, dijo Callahan. “En el largo plazo debemos ser capaces de ayudar para brindar seguridad y oportunidades en sus comunidades de origen para frenar esta migración”.
En el marco de la conferencia anual del Caucus Hispano del Congreso, Callahan participó en el panel Unaccompanied Central American Minors: Long Term Solutions (Menores centroamericanos que viajan solos: soluciones de largo plazo), donde presentó cinco vías para ayudar a la juventud:
Revitalizar la agricultura rural: Las economías rurales centroamericanas han luchado para competir en el mercado globalizado. Las alianzas entre el sector público y el privado, las inversiones en tecnología y la capacitación pueden ayudar a los pequeños agricultores a incrementar sus ingresos y estabilidad de manera significativa.
Invertir en la juventud: Casi la mitad de la población centroamericana tiene menos de 20 años. Muchos adolescentes nunca terminan el noveno grado y están desempleados. Hay esperanza. Necesitan oportunidades como el programa YouthBuilders que benefició a 5,000 jóvenes en tan solo cuatro años; 80% de quienes cursaron el programa volvieron a la escuela, encontraron empleo o fundaron una microempresa. Debemos incrementar progresivamente este tipo de programas.
Proteger a los niños: Los sistemas de protección infantil en Honduras, El Salvador y Guatemala son débiles. Las escuelas deben constituir espacios seguros y es necesario mejorar la calidad de la educación. Hay que capacitar y retribuir mejor al personal encargado de la observancia de la ley. Es necesario crear servicios sociales estables para la infancia, como los hogares provisionales, los servicios para reunir a las familias y promover su reintegración. Las crecientes interdicciones en México solo desvían el problema.
Fortalecer a las familias: La violencia, la pobreza y la migración desgarran y separan a las familias. Se cuenta con escasos sistemas de apoyo. Los programas para ayudar a las familias a comunicarse de manera efectiva, manejar los conflictos sin recurrir a la violencia y profundizar los lazos afectivos pueden reducir la incidencia de la violencia doméstica y ayudar a evitar que los pequeños finalmente se conviertan en pandilleros al no encontrar otra salida. Los centros comunitarios, las guarderías y otros programas de apoyo a la familia pueden preservar la unidad familiar y traducirse en oportunidades.
Poner fin a la violencia: Las políticas represivas no funcionan. Sin embargo, es posible detener la violencia si se trabaja con los jóvenes de las pandillas y los que están presos a la par que se trabaja con sus familias para poner fin a las balaceras y ayudar a los pandilleros jóvenes a retomar una vida sana y productiva. Como afirma el padre Greg Boyle de Los Ángeles: “Nada tan efectivo como un empleo para detener una bala”. (Catholic Relief Services / PRNewswire-HISPANIC PR WIRE)