EL EVANGELIO EN MARCHA
Va a pasar. En algún momento, sucederá. Cuando hay dos o más personas interactuando e intercambiando ideas, vendrá el momento en el cual algo sucede y pone a personas en bandos opuestos de una discusión. En otras palabras: siempre habrá una necesidad de perdonar y pedir perdón. Sin embargo, muchas veces pensamos que hemos perdonado, pero de pronto vuelven a aparecer los sentimientos de enojo…
ENTONCES, ¿CÓMO YO SÉ QUE PERDONÉ?
Si eres Cristiano, no tienes opción. HAY que perdonar. En las palabras de C.S. Lewis: “Ser Cristiano significa perdonar lo inexcusable, porque Dios ha perdonado lo inexcusable en ti”
Pedir perdón es un acto de humildad que debe ser practicado con regularidad. Si tú eres quién hizo mal, no debes pensarlo dos veces para pedir perdón. De hecho, dice la Biblia que si alguien tiene algo en contra de tí (nota que NO dice: “si tú tienes algo en contra de alguien”), ni siquiera debes ofrendar hasta que resuelvas ese conflicto (Mateo 5:23-24).
Si tú fuiste la persona a quién le hicieron mal, debes ir a donde la persona y perdonarlos – aunque no hayan pedido perdón. Jesús lo hizo (Lucas 23:34) y eso significa que ese es nuestro estándar; lo mínimo que se espera de nosotros. Este simple acto de humillarnos y pedir perdón y/o perdonar, crea el carácter de Cristo en nosotros.
TRES FORMAS DE NO PERDONAR
Tenemos que recordar que el propósito de perdonar es restaurar. Si perdonamos a la persona, pero las cosas se mantienen tensas e iguales que cuando te hirieron, entonces no has perdonado.
Cuando alguien viene a pedirte perdón, estas son algunas que ejemplifican lo que NO es perdón:
“Perdonar, pero no olvidar.” Definitivamente olvidar es difícil, pero NO es imposible. De hecho, es como se supone que sea. Dios perdona Y olvida (Miqueas 7:18-19) y recordemos que él es nuestro estándar.
“Te perdono aunque sé que no has cambiado (o no vas a cambiar).” El perdón es una excelente oportunidad para cambiar – y puede ser un catalizador en ese aspecto – pero no es algo seguro. Recuerda que Dios nos perdona y se mantiene fiel aunque nosotros no lo hacemos (1 Timoteo 2:13). Además, debemos perdonar sin límites (Mateo 18:21-22).
“Te perdono, pero perdiste mi confianza.” Sencillamente, esto no es perdonar. Como en la primera, esto implica que no estás dispuesto/a a olvidar y encontrarás que nada se ha resuelto en tu relación con esa persona – y esto significa que no se perdonó.
ENTONCES, ¿CÓMO YO SÉ QUE HE PERDONADO A ALGUIEN?
- Cuando piensas en esa persona sin pensar cómo hacerla molestar.
Si lo primero que viene a tu mente cuando piensas en esa persona es “¿cómo puedo hacerle daño?” y no “¿Qué haría Jesús?,” entonces no has perdonado. Los rencores inhiben tu propio crecimiento espiritual.
• Cuando no piensas cosas malas sobre esa persona.
Cuando puedes ver algunas de las cualidades buenas de esa persona, entonces estás en camino a la sanidad.
- Cuando necesitan ayuda y no piensas dos veces (ni tres) en ofrecerla. Si esa persona tiene una situación particular y, teniendo los medios para ayudarla, no lo haces, entonces te falta todavía camino por recorrer antes de llegar al perdón. Iremos más allá: No digas que eres Cristiano/a, si le niegas a esa persona el amor de Dios al no ayudarla.
- Cuando eres feliz porque/cuando son felices.
Cuando dejas de desearles el fracaso, has dado grandes pasos en el perdón. Perdonar significa dejar de mantener una bitácora de lo que esa persona hace mal. Es un proceso. Todos llegamos a diferentes velocidades, pero es importante nunca perder de perspectiva que somos Cristianos – el peso está en nuestros hombros para demostrar y reciprocar el amor que Dios te ha demostrado a tí – aun cuando lo martillaste en aquella cruz.
LA BIBLIA ES EXPLÍCITA EN ESTO:
Si no perdonamos, no seremos perdonados (Mateo 6:14-15). Si odias a tu hermano/a, eres un asesino – y no tendrás entrada al Cielo (1 Juan 3:15).
Veámoslo de esta manera: Cuando nos cortamos, el área de la cortadura y su alrededor se vuelve muy tierna y sensible. Tocar en algún lugar cerca de la cortadura provoca mucho dolor – y, ¿tocar la cortadura? ¡Ni se diga! Sin embargo, cuando la cortadura sana, se forma una cicatriz. Y cuando tocamos la cicatriz, a penas sentimos algo.
Así es perdonar. Sabes que has perdonado cuando se puede tocar la herida y, aunque estás consciente de que se está tocando donde se te hirió, no te vuelve a herir. (Fuente: Verdad y Fe)