El compromiso con el Maestro

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EL EVANGELIO EN MARCHA

El compromiso con el Maestro

(HECHOS 1:12-17)

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor de Iglesia Bautista Hispana Columbia, Falls Church, Virginia

21INTRODUCCIÓN: El escritor John Maxwell, conocido mundialmente por sus conferencias sobre el liderazgo, ha dicho: “El liderazgo es la capacidad y la voluntad de conducir a hombres y mujeres a un propósito común y a un carácter que inspire confianza”. Esta definición pone en contexto el tema que traemos hoy. Cuando hablamos del liderazgo eficaz y el modelo para todos lo que estamos en el ministerio, ninguno podrá superar al de nuestro Señor Jesucristo. ¿Qué vio el Señor en aquellos hombres para acometer la más grande empresa que el mundo haya conocido? ¿Cómo calificaría una “company recruiter” a Jesús por los hombres que escogió para semejante tarea? Al parecer ninguno calificaba para esa empresa. Observe quienes estuvieron en su grupo. En cuanto a la edad, no había uniformidad, pues Juan era joven mientras que Pedro y los demás eran mayores. Algunos estaban casados y con hijos, mientras que otro como Juan parecía soltero. Once de los integrantes provenían de las zonas rurales. Solo uno es de la ciudad. En el equipo hay dos hombres antagónicos. Uno es Zelote, quien se oponía rotundamente al gobierno romano, pero se había unido a Jesús con la esperanza que este le declarara la guerra al gobierno. Por otro lado está Mateo, un representante del gobierno en el asunto de los taxes, conocidos como estafadores del dinero del pueblo. Ambos están en el equipo. Un buen grupo de ellos era pescadores de oficio. Uno era cobrador de impuestos. Otro era administrador (Judas). Los demás tenían otros trabajos. Ninguno de ellos tenía la idea de qué se trataba el llamamiento de Jesús. Ninguno de ellos sabía cómo ganar a otros para su nuevo Jefe; por eso Jesús les dijo: “Os haré pescadores de hombres”. ¿Qué hace un líder con visión para “conducir a hombres y mujeres a un propósito común”? Bueno, Jesús vio en cada discípulo lo que podían llegar a ser. Vea el resultado de Su trabajo en Simón Pedro. Después de sus altos y bajos, donde tuvo que aprender con dolor las lecciones, ahora es el hombre que se levanta “en medio de sus hermanos” para liderar lo que Jesús comenzó. ¿Qué importancia tiene esta acción de levantarse?

  1. HAY UN COMPROMISO DE BUSCAR AL DISCIPULO QUE FALTA PARA COMPLETAR EL EQUIPO (Hch. 1:14, 16-17)

 

  1. La importancia de la oración (v.14). Nos encanta el libro de los Hechos. No hace mucho terminé una serie completa basada en este libro de historia que tenemos en el Nuevo Testamento. La ascensión de Jesús condujo a los discípulos del Monte de los Olivos a un aposento alto en Jerusalén. Algunos piensan que ese lugar pudo ser la casa de María, la madre de Juan Marcos. La orden era que esperaran allí hasta que se diera el cumplimiento de la promesa que vendría con en el derramamiento del Espíritu Santo (Hch. 1:8). Solemos ponderar la obra del Espíritu Santo a través de los apóstoles. Citamos a menudo Hechos 1:8; es uno de nuestros textos favoritos, pero pasamos por alto Hechos 1:14. No sabemos si fue Pedro quien le pidió al Señor que le enseñara a orar, pero aquí aparece con ciento veinte hermanos, más sus diez compañeros, orando fervientemente al Señor. El nacimiento de la iglesia le debe su origen a un poderoso movimiento de oración. El Espíritu Santo descendió en un culto de oración. Esto nos enseña que antes de levantarnos para liderar entre los hermanos, debemos estar de rodillas delante del Señor. La obra del Señor no se puede liderar si no tomamos en serio la oración. Antes de todo, hay que orar.

 

  1. Recomponiendo el grupo (v. 16, 17). La Biblia no nos dice nada al respecto, pero la noticia de la muerte de Judas tuvo que haber sacudido enormemente al resto de los doce. La imagen del tesorero del equipo ahorcado, y reventado, tuvo que generar muchas preguntas entre ellos. La que más pudo estar en el ambiente, sería: “¿Cómo pudo un hombre que estuvo tan cerca del Maestro traicionarlo?”. Bueno, Pedro, quien pasó de ser un sencillo pescador a un exégeta de las profecías, nos dice que esto no fue sino el cumplimiento de lo que David ya había profetizado acerca de este hombre. Al respecto Pedro nos dice que “era necesario” que las Escrituras se cumplieran, con este infeliz resultado (v.16). ¿Por qué no quedarse con los once? Pedro sabía muy bien los planes del Señor al escoger a los doce. La escogencia de los hombres para que hagan la “obra del ministerio” es una de las demandas más grande del ministerio. Debe ser nuestro deber ineludible que los hombres que escojamos conozcan realmente a Jesucristo v. 21, 22. La obra del Señor no debe detenerse. Cada discípulo en necesario para su continuación. Levantémonos para escoger a los nuevos discípulos para liderar en los tiempos de crisis.

 

  1. HAY UN COMPROMISO DE DAR EL EVANGELIO DE LA GRACIA A LOS QUE ESPERAN LAS MIGAJAS DEL MUNDO (Hch. 3:6-8)
  2. De lo que tengo te doy (v.6). Los discípulos de Jesús escucharon oír a su Maestro que las zorras del campo tenían sus guaridas y las aves del cielo sus nidos, pero que el Hijo del Hombre no tenía donde recostar su cabeza (Mt. 8:20). Pues los discípulos no fueron la excepción. Su estilo de vida quedó reflejada en las palabras que Pedro le dijera al paralítico acostado en la Puerta de la Hermosa. En efecto, ninguno de ellos tenía plata, menos oro, pero tenían consigo al dueño de la plata y del oro. La evangelización verdadera consiste en dar el evangelio eterno aquel que levanta la mano para recibir las migajas temporales del mundo. ¿Qué hace el evangelio de Cristo? La primera acción del evangelio es levantar al hombre de su miseria para que camine y salte de gozo. Es para que el hombre no se arrastre más en la suciedad del mundo y no viva más de las miserias de otros. Pero también la evangelización es incorporar a ese hombre regenerado al seno de la casa del Señor.

 

III. HAY UN COMPROMISO DE ROMPER LA BARRERA DEL PREJUCIO PARA ENTRAR EN CASA DEL MENOSPRECIADO (Hch. 10:1-6)

 

  1. Hay que romper la barrera del prejuicio v. 1. El nacimiento de nuevas obras entre los grupos no alcanzados sigue siendo el más grande desafío para la iglesia y el obrero de hoy. Hay barreras infranqueables que necesitan ser superadas. Hay grupos para quienes pareciera no haber esperanza. Considere la presente historia y verá como ella representa a cada generación en el asunto de alcanzarlos para Cristo. El prejuicio sigue siendo uno de los fuertes impedimentos para penetrar en esos lugares que parecieran haber nacido para una condenación perpetua. En el caso que nos asiste, para un judío como Pedro, la evangelización de un gentil, pero sobre todo la de un centurión romano, era casi imposible. Un estricto judío creía que Dios no tenía ningún interés en los gentiles. Al igual que Pedro nos enfrentamos a esta realidad a la hora de descender y evangelizar en esos lugares y a esa gente que también nos parece imposible de alcanzar. Pero la sorpresa es que aquella gente que nos parece tan lejanos de la promesa y la bendición de Dios, pudieran estar buscando, al igual que Cornelio, del mismo salvador nuestro. Hay que ir a ellos.

 

  1. Hay un Dios que prepara el terreno v. 3, 4. . Dios quiere una iglesia expandida. La idea de una iglesia exclusiva para una sola clase, lengua o color, jamás puede venir de Dios. El evangelio ha sido dado para que todos los pueblos, lenguas y tribus conozcan a Jesucristo por quien viene la salvación y la vida eterna.

 

  1. HAY UN COMPROMISO DE CUIDAR LAS OVEJAS DEL SEÑOR HASTA QUE APAREZCA EL SEÑOR CON SUS RECOMPENSAS (1 Pe. 5:2, 3).

 

  1. Cuidando al rebaño (1 Pe. 5:2, 3). Desde el día de Pentecostés hasta el momento cuando Pedro escribió su primera carta, debieron pasar muchos años. Pero, ¿qué había sucedido algunos días antes del Pentecostés? Después que el Señor resucitó confrontó a Pedro tres veces con la misma pregunta: “Pedro, ¿me amas más que estos?”. Y ante las respuestas de Pedro, donde la última fue muy triste, el Señor le dijo tres veces: “Apacienta mis ovejas”. Amados pastores, hay en esta orden del Maestro una responsabilidad y un afecto universal. Mi amor por el Señor se mide por el amor a sus ovejas. ¡Qué desafío más grande para todos los que ostentamos en este llamamiento santo! Hay tres grandes amores en la vida de todo pastor que demandan nuestra particular entrega. El primero es el amor a Cristo. Si no amamos a Cristo primero, no importa a quien amemos después. En segundo lugar está el amor a nuestras esposas, cuya medida es “así como Cristo amó a la iglesia y se entregó así mismo por ella…”. En tercer lugar, el amor por el rebaño donde el Espíritu Santo nos ha puesto como obispos. Y las demandas para cuidar a ese rebaño son verdaderos encargos para tener a una iglesia sana y aun pastor íntegro (v. 2, 3).

 

  1. Las recompensas al final de la jornada (v. 4). Este es un texto de mucho aliento para todo obrero del Señor. Quién puede negar que en la atención del rebaño pasemos por momentos difíciles. Cuántos pastores viven con aflicción por el estado de su iglesia. “Quien enferma, ¿y yo no enfermo?”, como decía Pablo. Otros se quejan en la quietud de sus reflexiones por no ser entendido o retribuido de acuerdo a la palabra. El pastor pasa por sus propias soledades y muchas veces la enfrenta solo con la compañía de su Señor. No son pocas las veces cuando sentimos la presión de renunciar, de dejar todo, de abandonar la tarea. Sin embargo, cuando uno ve a un anciano como Pedro hablarnos del “Príncipe de los pastores” y su recompensa, sentimos un nuevo ánimo, un deseo renovado por seguir adelante hasta “acabar con gozo la carrera”.

 

CONCLUSIÓN: Pedro fue un hombre de compromiso. Después que le falló a su Maestro, su resolución fue servirle hasta lo último de su vida. Verlo levantarse en medio de sus hermanos, para desde allí convertirse en el líder de los primeros capítulos de Hechos, es extraordinario (Hch. 1:15). La palabra “compromiso” parece haber entrado en desuso en este tiempo. Es común leer o escuchar acerca de llevar un producto sin compromiso. En algunos lugares se lee la frase “visítenos sin compromiso”. Hay parejas que se unen “sin compromiso”. Hay iglesias que le dicen a su gente “visítenos sin compromiso”. Y quizás por esta razón muchos creyentes viven sin compromiso. Venimos a la iglesia cuando queremos. Leemos la Biblia cuando queremos. Oramos cuando queremos. Testificamos cuando queremos. Diezmamos cuando queremos. Pero el compromiso no es una alternativa para nosotros. Desde que conocimos al Maestro quedamos comprometidos con él (Lc. 9:23). El auténtico creyente es un hombre o mujer comprometida con Cristo. ¿Qué tan comprometido estoy con el Señor? ¿Qué tanto le obedezco desde que le conocí?

 

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