Ningún lugar para ocultarse

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EL EVANGELIO EN MARCHA

Ningún lugar para ocultarse

(Apocalipsis 20: 11-15)

 

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor de Iglesia Bautista Hispana Columbia, Falls Church, Virginia

 

_67794800_tunnel-largeINTRODUCCIÓN: ¿Qué sucederá al final de los mil años después que Satanás haya sido lanzado al lago de fuego? Bueno, inmediatamente ocurra ese periodo se dará el último juicio, conocido como el “Juicio del Gran Trono Blanco”. Aquel juicio será descubierto, donde no habrá “ningún lugar para ocultarse” porque en ese momento la tierra y los cielos habrán huido delante de Dios. ¿Puede imaginarse a un juicio donde no haya lugar para ocultarse? Cuando Adán y Eva pecaron contra Dios se “escondieron” en el mismo paraíso. Vea que ahora el hombre, al ser juzgado por Dios, queda solo delante del Juez eterno. El mismo texto dice: “… y ningún lugar se encontró para ellos”. El asunto es que cuando se concluya la carrera de la historia humana, y con eso se destruye la antigua creación, entonces ya lo primero no existirá más, porque “el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apc. 21:1). Cuando suceda el juicio del “gran trono blanco”, aparecerán los “cielos nuevos y tierra nueva donde vamos a vivir”. Pedro ofrece abundante material para conocer la forma cómo desaparecerán los cielos y al tierra (2 Pe. 3:10-12). “Los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas” (v. 10). En el versículo siguiente declara: “todas estas cosas han de ser deshechas” (v. 11). Y en el versículo 12 estos conceptos se combinan cuando dice: “los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán”. La forma cómo la tierra será destruida, junto con los cielos actuales, sugiere que el juicio del gran trono blanco se dará en el espacio. El único lugar que será visto allí es el trono del Señor. Veamos, pues, la naturaleza de semejante juicio final.

 

  1. EN ESTE JUICIO NADIE PODRÁ OCULTARSE DEL JUEZ

 

  1. Los adjetivos del Trono v. 11ª. Primero se llama “Grande”. Este adjetivo califica su poder. Simplemente será el más alto tribunal del universo. Lo más cercano a nuestra comprensión acerca del “juicio del gran trono blanco” sería el Tribunal Supremo. No hay mayor tribunal del país que este, pero aún las sentencias dictadas en ese tribunal siempre podrán ser apeladas. ¿Cuál es la diferencia con el “tribunal supremo de Dios” y los terrenales? Cuando el juicio se hace desde este trono, no hay apelación a otra instancia mayor, porque éste es el Tribunal Divino ante el cual nadie tendrá derecho a una defensa. No habrá un abogado allí. Pero también ese gran trono es “blanco”. Esto habla de la pureza que tendrá aquel tribunal. Sabido es que todos los tribunales humanos están manchados por el pecado, el prejuicio y la falibilidad. Sin embargo, este tribunal es absolutamente perfecto y la sentencia dictada aquí siempre es justa y recta. El Juez que ocupa ese trono es infalible. Él no está contaminado por el pecado o el prejuicio, sino que emite un fallo en perfecta justicia y equidad. Su condición como el “Santo de los santos” le hace adornar la blancura de ese trono. Ningún trono posee esta naturaleza. La blancura es el símbolo de todo lo celestial.

 

  1. El juez del trono v. 11b. Es muy interesante que al principio Juan no nos revele el nombre del Juez que se sentará en el “juicio del gran trono”. Pero quedará al descubierto en la medida que vamos leyendo la Biblia. El hombre que se sienta en semejante trono no podía ser otro sino el mismo Cristo. El apóstol Juan anticipadamente nos había dicho: “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo…” (Jn. 5:22). ¿Puede ver usted la magnitud de este texto? El Padre eterno le ha entregado al Hijo para que sea él quien se siente ese trono para juzgar.

 

  1. El Juez y los juzgados v. 11c. Sin duda que lo más impresionante del juicio del “gran trono blanco” será la poderosa mirada del Señor, con sus ojos como “llamas de fuego” que penetrarán fijamente a los juzgados, quienes estarán delante de él en un espacio donde ya no habrá esta tierra y los cielos que fueron antes creados. Como Juez que todo lo sabe y todo lo ve, no habrá pecado oculto delante él. No habrá ningún fingimiento y ninguna pretensión en ese gran día del juicio. Nadie podrá hablar de su propia condición. Nadie podrá defenderlo porque ahora Jesús no es intercesor, sino el Juez justo. Aquel será el momento para que cada uno escuche, según lo escrito en los libros, cada acto pecaminoso, cada pensamiento y cada palabra que tuvo que ver con su naturaleza perdida. Nada se ocultará delante de este Juez.

 

  1. EN ESTE JUICIO NADIE PODRÁ OCULTARSE DE SU JUSTICIA

 

  1. Los acusados delante del trono v. 12ª. ¿Quiénes serán los acusados que serán juzgados? Juan nos presenta una visión sumamente interesante. Lo primero que él ve son “muertos grandes y pequeños”. Esto suena medio extraño. ¿Cómo pueden estar los “muertos” de pie? La única explicación es que sean muertos espirituales. Así que lo primero que nos revela este texto es que allí no habrá creyentes en ese juicio. Y la razón es esta: La Biblia nos dice que los que le hemos entregado nuestra vida a Cristo “pasamos de muerte a vida” (Jn. 5:24). Cuando usted recibe la salvación eso jamás se perderá. Cuando el “gran juicio del trono blanco” ocurra, estaremos más vivos que nunca, pues ya tendremos nuestros cuerpos glorificados. Los juzgados que estarán delante de semejante trono serán todos aquellos que jamás nacieron de nuevo; que rechazaron a Jesucristo como su salvador eterno. No habrá excepción aquel día. La Biblia nos dice que “el alma que pecare, esa morirá” (Ez. 18:20). Cada persona que murió sin Jesucristo enfrentará la justicia eterna. Vea usted esta escena. Todos los que murieron sin Cristo y están en el mar, serán traídos delante del Juez. Lo mismo hará la muerte y el Hades. Todos los perdidos verán su rostro.

 

  1. Los libros del juicio v. 12b. La justicia que aplicará el “Juez justo aquel día” será de acuerdo al registro de todas las acciones de esta vida, las cuales serán develadas por los libros que se abrirán en aquel solemne momento. Nadie podrá decir aquel día que no hizo tal cosa, pues los libros serán abiertos. Pero, ¿cuáles libros serán abiertos? Bueno, el primero libro será la Biblia misma. Los pecadores que se burlaron de ella, oirán el texto que los acusa: “El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Jn. 12:48). También el libro de las obras hará presente el juicio. Pero el libro más temido de todos, es “el libro de la vida”. ¿De qué se trata el “libro de la vida?”. No estaríamos forzando la hermenéutica si decimos que en lugar de llamarse el “libro de la vida”, lo llamamos “el libro de los vivos”, por ser un registro de los nombres al nacer. Pero cuando un pecador muere sin aceptar a Cristo, su nombre es borrado de allí. No hallarse inscrito en ese libro será la tragedia más grande de la vida v.15.

 

  1. El fallo del juicio v. 12c, 13c. El final del versículo 12 es muy importante, pues dice que todos esos muertos, “grandes y pequeños”, fueron juzgados de acuerdo a todas las cosas que hicieron, buenas o malas. También la última parte del versículo 13 dice lo mismo. ¿Se imagina que cada pecado sea leído en voz alta durante el juicio? Usted tendrá que estar seguro que cuando eso sea leído, la justicia será exacta. Aquel no será un momento para protestar la decisión. El fallo del juicio vendrá por lo que quedó escrito en tales libros.

 

III. EN ESTE JUICIO NADIE PODRÁ OCULTARSE DE SU SENTENCIA

 

1.Una sentencia de muerte v. 14. La sentencia que sale del “gran trono blanco” será de muerte. Se ha dicho que el que nace dos veces, morirá una vez. Pero el que nace una sola vez, morirá dos veces. Esta aseveración se hace en el sentido que cuando nacemos espiritualmente no temeremos a la “muerte segunda”, que no es sino la condenación eterna. Lo más temido que el hombre sin Cristo debiera imaginarse es que la “muerte segunda”, la que plantea la separación eterna de Dios en el lago de fuego que arde, será por los siglos de los siglos. Pablo revela lo terrible de la “muerte segunda” cuando habla de la separación de Dios, de acuerdo 2 Tesalonicenses 9-10. Lo más severo de aquel juicio será saber que aquello será una muerte donde no hay muerte.

 

  1. En una mala compañía eterna v. 15. El juicio del “gran trono blanco” será el juicio final. Ese será el último día que los pecadores le verán el rostro al Señor. Habrá una gran diferencia en ese encuentro para el juicio y condenación, y el encuentro que tendrá el creyente con su salvador eterno. Será la única vez que el pecador mirará a Cristo, pero lo verá como Juez. Entonces, ¿a quién verá el pecador cuando sea lanzado al “lago de fuego”, su morada eterna? Imagínese estar en compañía de esos hombres perversos de la historia que cometieron los más horrendos crímenes, violaciones y atrocidades por la eternidad. Imagínese estar en compañía de la bestia, el falso profeta y el anticristo en una escena de terror. El versículo 15 de Apocalipsis 20 es el más triste de toda la Biblia: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. Frente a ese panorama desolador y tenebroso del juicio final, nada mejor que los hombres ahora busquen al salvador. Después será muy tarde. Venga a Cristo hoy.

 

CONCLUSIÓN: ¿Sabía usted que el juicio del “gran trono blanco” no tenía por qué suceder? El infierno no fue creado para el hombre. Desde el principio el hombre fue creado para el cielo. De hecho él tiene parte del cielo, pues fue creado a “imagen y semejanza de Dios”. La creación y también la salvación fue un plan de Dios. Jesucristo vino como el salvador del mundo. Lo último que él querrá será ser el Juez de los pecadores en el juicio final. La gracia de Dios es el regalo inmerecido para este mundo que ahora se ha apartado de Dios. Ella se ha extendido al pecador para venir a Cristo ahora que es “el tiempo aceptable”. Dios no quiere que nadie perezca (2 Pe. 3:9). Él no quiere ver al hombre, corona de su creación, en las llamas eternas. En el juicio del “gran trono blanco” no habrá otro chance de la gracia. Aquel será el más terrible día para el pecador que rechazó a Cristo en la tierra y que ahora se enfrentará a él para oír su final sentencia: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt. 25:41). Pero usted no tiene que enfrentar este juicio final, si viene a Cristo hoy. No vaya a ese juicio, venga a Cristo.

 

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