EL EVANGELIO EN MARCHA
“¿Dónde estabas tú?
Por: Francisco Aular (faular@hotmail.com)
Las usaremos para levantar un monumento conmemorativo. En el futuro, sus hijos les preguntarán: “¿Qué significan estas piedras?”. Y ustedes podrán decirles: “Nos recuerdan que el río Jordán dejó de fluir cuando el arca del pacto del Señor cruzó por allí. Esas piedras quedarán como un recordatorio en el pueblo de Israel para siempre”. Josué 4:6,7 (NTV)
La Biblia afirma que Dios hizo las naciones con sus características étnicas, su lenguaje y cultura particulares. También nos enseña que Dios está interesado en la historia de cada nación, y el legado de una generación a otra. Por eso, en el comienzo de la historia de Israel como nación, cada vez que obtenían una victoria dirigida por la mano de Dios y el esfuerzo del pueblo, el SEÑOR ordenó que, se levantara un monumento de piedras para señalar el lugar en que ocurrió el hecho memorable. Dios quería que las generaciones futuras supieran que estaban montados sobre los hombros, gloriosos de sus antepasados y del SEÑOR de la historia.
Se cuenta que durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Gran Bretaña estaba pasando por los días más oscuros de su larga historia frente a las amenazas de Hitler, el país tenía serias dificultades en mantener a sus hombres trabajando en las minas de carbón. Muchos querían abandonar sus sucios e ingratos trabajos en las peligrosas minas para unirse a las fuerzas armadas donde podrían tener más reconocimiento público y apoyo. Pero el trabajo de las minas era determinante para el éxito de la guerra. Sin carbón, los soldados y la gente en sus casas tendrían serias dificultades. Los mineros se declararon en huelga.
Por eso un día el Primer Ministro Winston Churchill, con aquella cualidad innata en él -de sacar lo mejor del ser humano a través de sus discursos- se enfrentó a miles de mineros y les habló de la importancia de defender la patria y ganar la guerra y cómo sus esfuerzos podrían hacer que la meta de mantener a Inglaterra libre se alcanzara o no. Churchill les pintó un cuadro completo de lo que ocurriría cuando la guerra terminara y del gran desfile con el que se honraría a los que habían hecho la guerra. Primero vendrían los marinos, luego vendrían lo mejor y más brillante de Gran Bretaña, los pilotos de la Real Fuerza Aérea. Más atrás vendrían los soldados que habían peleado en Dunquerque. Los últimos serían, los hombres cubiertos del polvo de carbón con sus cascos mineros. Churchill dijo que quizás alguien gritaría en la multitud: “¿Y donde estaban ustedes durante los días difíciles de la guerra?” Y las voces de diez mil gargantas responderían: “En las entrañas de la tierra con nuestros rostros hacía el carbón”. Las lágrimas comenzaron a bajar por las mejillas de aquellos hombres endurecidos por el trabajo. Regresaron al trabajo humilde que desempeñaban con resolución firme después de habérseles recordado el papel que estaban desempeñando en la lucha por alcanzar la gran meta de preservar la libertad del mundo occidental. ¡Ellos cumplieron!
Pues bien: ¿Qué exige esta hora angustiosa en la cual vivimos de cada uno de nosotros? Nuestra hora exige valentía moral y coraje cívico. ¡Ya basta de indiferencia! ¡El tiempo es hoy! ¡Todavía tenemos tiempo! ¡Es ahora o nunca! Soñemos con una patria nueva pero pongámonos en acción. ¡Es cierto que Dios lo hará pero no lo hará sin nosotros! Esa es la razón por la que todavía estamos en el más acá y no en el más allá. Tenemos una misión histórica por delante y tenemos que cumplirla hoy porque nuestros hijos y nuestros nietos, nos preguntarán: “¿Y dónde estabas tú?” La respuesta será nuestro legado. Insisto: ¿Qué le diremos a nuestros hijos y a nuestros nietos en el futuro? Cuando ellos nos pregunten: “¿Y dónde estabas tú? Aquel día en que se perdió nuestra libertad y perdimos la patria?”…
PERLA DE HOY: El carácter de nuestros hijos mañana depende de lo que ponemos en sus corazones hoy.