EL EVANGELIO EN MARCHA
Por nada estéis afanosos
(FILIPENSES 4:6, 7)
Por: Pastor Julio Ruiz
INTRODUCCIÓN: Este mandamiento de Pablo pareciera estar fuera de lugar en una sociedad que está diseñada para que la persona viva todos los días preocupado, y en no pocos casos, lleno de ansiedad. Hay otra versión que es más enfática, al decir: “No se preocupe por nada”. ¿Qué no me preocupe? ¿A caso no tenemos razones para preocuparnos? ¿Qué hay de mi familia, el trabajo, la salud, la casa y la situación económica del país? ¿Qué no me preocupe? Entonces, ¿qué quiso decir Pablo cuando le pidió a sus hermanos filipenses no afanarse? Pablo no ignoraba las realidades de aquella iglesia; más aún, él sabía que ellos formaban parte de las iglesias de Macedonia, de las que él mismo había dicho que vivían en extrema pobreza. Pero lo que él está diciendo es que para lo que nosotros llamamos grandes problemas, contamos con el Dios que es más grande que cualquier problema, de allí la frase enfática: “Por nada estés afanosos”. Alguien descubrió un “Cuadro de Preocupación” en su vida, cuando escribió: “Descubrí que el 40 por ciento de las preocupaciones eran de cosas y situaciones que probablemente no se llevarían a cabo; 30 por ciento tenían que ver con decisiones hechas en el pasado que ya no se podía hacer nada; el 12 por ciento tenía que ver con la crítica de la gente contra él; el 10 por ciento eran preocupaciones en torno a su salud. Concluyó que solamente el 8 por ciento de las preocupaciones eran legítimas”. ¿Le suena esto familiar? Se dice que la fe empieza donde termina la ansiedad. Y la ansiedad empieza cuando se termina la fe. Tracemos el camino para convertir los afanes en felicidad.
- LOS AFANES NO DEBIERAN SER PARTE DE LA VIDA CRISTIANA
- Por nada estéis afanosos. Los afanes son inútiles y lo que hacen es dividir nuestra mente y hasta crear ansiedad lo cual puede ser dañino para el cuerpo. De acuerdo al significado original, la palabra “afán” (griego –merimna) significa: “Ansiedad, preocupación, lo que divide, lo que distrae la mente y lo que hace girar la mente de la persona angustiada en diferentes direcciones”. En esta declaración no cabe ningún afán, ninguna preocupación. Hay algunas preocupaciones que parecieran ser “consentidas” en la vida. Parecieran ser las que más nos piden su atención, y las que más exigen de nuestro tiempo y de nuestros pensamientos. La preocupación tiene como propósito crear un estado alterado en nuestro espíritu que ciega muchas veces la razón, y en no pocos casos enferma al que la tiene la preocupación y el entorno que le rodea.
- Jesús dijo: “No os afanéis” (Mt. 6:25-34). Mientras Pablo dijo: “Por nada deberíamos estar afanosos…”, Jesucristo identificó las áreas donde el afán es más común: vida, comida, vestido, bebida… Cuando habló del afán por la comida, puso el ejemplo de las aves del cielo, que siendo más en cantidad que los hombres, él las alimenta sin que tengan que trabajar para sostenerse. Y déjeme decirle que hay pájaros que se la pasan todo el día comiendo. ¿Cuál es el principio? El que alimenta lo de poco valor, alimentará lo que más vale. Cuando habló del vestido puso el ejemplo de los lirios del valle. Dijo que ni aún Salomón se había vestido como ellos. ¿Cuál es el principio? El que viste a una hierba que lo que dura son semanas con un traje incomparable, con mucha más razón vestirá a sus hijos que son corona de su creación. Cuando hizo mención a todos estos afanes, tan comunes al ser humano, dejó esta pregunta: “¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?”.
- Los afanes nos hacen olvidar al Señor de las promesas. Marta, la hermana de Lázaro y María, es un ejemplo de esto. Un día cuando Jesús llegó a visitarles quería la compañía de todos, pues su muerte se acercaba Y Jesús al ver que ella estaba más preocupada por la comida que por estar con él, le dijo: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”. Es un hecho que los afanes nos hacen perder el foco de lo divino. En la ocasión cuando murió su hermano Lázaro, Marta estaba tan conturbada por el momento que se olvidó de lo que el Señor era capaz de hacer cuando somos confrontados por esas noticias que tienen la misión de desplomarnos sin ver una salida victoriosa. Cuando Jesús le dijo que su hermano resucitaría, ella pensó en el futuro, pero Jesús le dijo: “Y no te he dicho que si creyeres verás la gloria de Dios”. Y así fue. Lázaro resucitó ese mismo día; y el cuadro de duelo cambió por uno de gozo, porque las promesas del Señor son fieles. No perdamos en el foco del cielo por los afanes.
- LA ORACIÓN ES EL MEJOR SUSTITUDO PARA LOS AFANES
- En lugar de ser conocidos los afanes deben ser conocidas las peticiones. En lugar de preocupamos, ¿qué debemos hacer? ¡Debemos orar! El antídoto contra los afanes es la oración. ¿Cómo sería nuestra vida si al momento cuando más nos sentimos afanados, o cuando estamos abrumados por algo que no le hallamos salida, nos dedicamos a la oración? El asunto es que antes de buscar una salida humana a la preocupación, debemos buscar la salida divina. Note la frase “delante de Dios”. Pero, ¿no conoce él nuestras necesidades? Sí, pero es una petición y hay que hacerla. Antes de buscar una respuesta en mis recursos, debo preguntar por los recursos del cielo.
- Pero estas peticiones deben ser hechas con toda oración y ruego. Una oración de ruego es una oración específica por una necesidad específica. La oración sustituye el afán que pudiera darse. La palabra “ruego” tiene que ver con la idea de un tipo específico de oración. Todos los días el Señor se pudiera quedar esperando de parte nuestra ese ruego. Es cierto que ya conoce nuestras necesidades, pero espera el ruego. Pero, ¿qué debe pedirse? Sencillamente pedir algo a Dios. Charles Erdman ha escrito: «Nada es demasiado grande para el poder de Dios, y nada es [tan] pequeño [que esté] por encima de su interés». La oración y ruego tiene la idea de la intensidad al hacer la petición. Un buen ejemplo de esto lo tenemos con Jacob y el ángel con quien luchó. Damos por cierto que Jacob estaba seriamente preocupado. Por muchos años había engañado a su hermano Esaú. Él sabía que el ejército que éste traía podía destruirle. La angustia, y a lo mejor hasta la ansiedad, se apoderó de él la noche previa al encuentro. Fue entonces cuando luchó con un ángel. Y su lucha fue tal que dijo: “No te dejaré si no me bendices”. El ruego intenso resiste los afanes y abre la puerta a la bendición de Dios.
- Más aún, deben ser hechas con acción de gracias. Cuando Pablo llega a esta parte de la oración, como sustituto de los afanes, no podía haber pensando en algo más contundente para enfrentar esos momentos que tienen como propósito arruinar nuestra felicidad. Para ello recomienda la oración de acción de gracias. La palabra para acción de gracias es “eucharistía” y tiene que ver con la idea de dar gracias de una manera libre. ¿Estaba pensando Pablo que en lugar de dar cabida a las preocupaciones debiera darse gracias a Dios por ellos? Corrie Ten Boom cuenta que en uno de los campos de Concentración donde fue enviada había mujeres metidas en diminutas barracas. El edificio era inmundo y maloliente, pero lo peor era la plaga de pulgas que las atacaban día y noche. Durante una plática sobre la Biblia en las barracas, se citó Filipenses 4.6. Las mujeres forcejearon por entender cómo podían dar gracias por las pulgas. No podían verle valor redentor a las pulgas, pero les dieron gracias a Dios por ellas de todos modos. Más adelante, se dieron cuenta de que los guardias varones abusaban de las mujeres de las otras barracas, pero se mantenían lejos del edificio de ellas, por causa de las pulgas. ¿Cuáles son las “pulgas” por las que usted tendrá que dar gracias hoy?
III. LA PAZ DE DIOS ES EL RESULTADO DE NO AFANARSE
- La paz es el don más preciado del alma. Una cosa es la paz con Dios, la que obtuvimos al momento de creer, y otra es la paz de Dios. Esta última la necesitamos todo el tiempo, pero note que ella es el resultado de una vida que no le da cabida a los afanes. Hay creyentes que no tiene la paz de Dios. La continua agitación les aleja de este don preciado que el Señor nos ha dejado. Jesús dijo a sus discípulos: “La paz os doy, la paz os dejo; yo no la doy como el mundo la da”. La paz aparece de tercero en la lista del fruto del Espíritu. Un corazón controlado por el Espíritu Santo es un corazón lleno de paz.
- La paz protectora. Si no nos afanamos, y en lugar de eso traemos todas las peticiones ante Dios, el resultado será una paz protectora e incomprensible en Cristo Jesús (4:7). Los afanes atacan al corazón. Es el órgano que más se agita cuando hay un afán. Note que cuando Pablo habla que la paz “guardará vuestros corazones y pensamientos”, utiliza una palabra militar. Es como si la paz fuera el soldado que protege al corazón y los pensamientos de los todos los ataques a los que es sometido por los afanes de esta vida. La paz de Dios es como una muralla alrededor de una ciudad. Los que están dentro, están seguros. Esta paz de Dios sobrepasa todo entendimiento humano (4:7b).
CONCLUSIÓN: Hay temores que matan. Se cuenta que a un prisionero condenado a muerte se le vendaron los ojos y se le dijo que la arteria del brazo le iba a ser cortada y un grupo de médicos iba a observar cuanto tiempo tardaría en morir. Se le ligó el brazo justamente abajo del codo; luego se le pasó una navaja por la piel sin hacerle ninguna incisión se dejó correr agua a través de un tubo la cual iba cayendo en una vasija puesta debajo del brazo. Los doctores entre tanto comentaban sobre la debilidad del pulso y sobre el estado supuesto del prisionero a medida que se desangraba. El prisionero creyó tan confiadamente todo lo que los doctores aseguraban, que su sistema nervioso fue afectado de tal manera que se le paralizó el corazón. Pensando que se estaba desangrando murió realmente de ansiedad y de miedo. Pablo dijo: “Por nada estéis afanosos…”. Y Cristo afirmó: “No os afanéis por vuestra vida…”. En lugar de esto Pedro dijo: “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, Porque él tiene cuidado de vosotros. 1.P. 5:7
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