Diversidad, la marca olvidada de la Iglesia

0
158

EL EVANGELIO EN MARCHA

Diversidad, la marca olvidada de la Iglesia

Por: Steven Morales*

 

PAG 18Muchas comunidades están compuestas de personas similares porque después de todo, estas personas tienen gustos similares. Lo que une a estas comunidades son las mismas personas: sus gustos, preferencias, y opiniones. A primera vista, algunos dirían que se podría decir lo mismo de la Iglesia. Sin duda, hay muchas iglesias cuyos miembros parecen ser clones de la misma persona. Se visten con el mismo uniforme, hablan con la misma jerga, y encajan nítidamente en una demográfica específica.

Pero la Biblia no nos enseña que la comunidad cristiana debe ser uniforme. Al contrario, debe ser la comunidad más diversa del mundo. Los cristianos no encuentran unidad porque tienen cosas en común, sino porque tienen lo más importante en común: Cristo. Nuestra comunidad no se basa sobre las mismas personas que la constituyen, sino sobre Cristo, a través de quién hemos sido recibidos a la familia de Dios. Y porque Dios puede salvar a quién le de la gana, nuestra familia está llena de personas muy diferentes a nosotros. Es una familia diversa.

 

DIVERSIDAD, LA MARCA OLVIDADA DE LA IGLESIA

Una de las marcas de la Iglesia que muchos olvidamos o pasamos por alto es la diversidad. Dentro de la iglesia, debe de existir una diversidad que no se experimenta en ningún otro lugar. Aunque parezca un poco “al revés”, lo que hace la diversidad de la Iglesia única no es su variedad de culturas, razas, o edades. Lo que hace la diversidad de la Iglesia única es lo que todas las personas comparten en común: Cristo. Porque aunque Cristo es más poderoso que cualquier fuerza humana, Él no nos convierte en personas superficialmente uniformes, sino en personas profundamente unidas.

Me explico. En un sentido, los cristianos sí deben ser clones de la misma persona, pero esa persona es Jesús. Y a Jesús no le interesa conformarnos a un idioma, una manera de vestir, una clase económica, o un partido político. A Cristo le interesa conformarnos a una imagen, Su imagen (Ro. 8:29). En realidad, seguir a Cristo y ser cómo Cristo tienen que ver mucho más con nuestro corazón que nuestra apariencia. Se trata de amar a los demás, hacer discípulos, mantener un hábito de arrepentimiento, experimentar gozo incondicional, y evidenciar los frutos del Espíritu en nuestra vida (Jn. 13:34-35; Mt. 28:18-20; Sal. 16:11, 51:12, 87:11; 1 Jn. 1:9-10; Gá. 5:22-23). Tiene poco que ver con seguir las normales culturales de un solo contexto.

La unidad cristiana produce diversidad porque lo que nos une, une a personas de todos lugares, trasfondos, y culturas. Si tu iglesia está produciendo personas que se parecen iguales solo en su apariencia o en la manera que hablan, es probable que esté produciendo cristianos nominales que encajan con la cultura cristiana de tu contexto, pero no el cristianismo verdadero.

UN OBSTÁCULO PARA LA DIVERSIDAD

Unos de los obstáculos más comunes a la diversidad en la Iglesia es lo que Pablo describe en Efesios 2 como “una pared intermedia de separación” (Ef. 2:14). En esta ocasión, Pablo está escribiendo a judíos y gentiles que estaban luchando con la idea de pertenecer a un solo, nuevo pueblo. Sin embargo, Pablo les dice que juntos son exactamente eso:

Porque El mismo es nuestra paz, y de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, poniendo fin a la enemistad en Su carne, la Ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en El mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz, y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad. (Efesios 2:14-16)

El muro que Pablo está describiendo aquí no es solamente el pecado, sino la manera en que los pecadores se acercan a Dios para encontrar el perdón por sus pecados. Antes los gentiles no tenían esperanza (Ef. 2:11-12) y los judíos dependían de las ceremonias y sacrificios del Antiguo Pacto. Sin embargo, ahora en Cristo, hay esperanza para todos  porque Cristo ha cambiado radicalmente la manera en que todos se acercan a Dios, e increíblemente, nos enseña que no se trata de nuestros esfuerzos en acercarnos a Él, sino lo que Cristo hizo para acercarse a nosotros (Ef. 2:8-10, 13) y reconciliarnos con el Padre (Ef. 2:19). En Cristo, no hay diferentes caminos para acercarse a Dios. Solo hay un camino, y se llama Jesús.

SOMOS UNOS PORQUE ÉL ES ÚNICO

La unidad cristiana se basa en la naturaleza única de nuestra salvación. Somos un pueblo porque tenemos un mismo Salvador. Tenemos un mismo Espíritu guiándonos y haciéndonos más y más como Jesús. Porque vamos corriendo hacia la misma meta, impulsados por el mismo Espíritu, para parecernos más a la misma persona: Jesús. Mientras más vamos entendiendo esto, más diversa serán nuestras iglesias.

En Cristo, no somos judíos, ni gentiles, sino cristianos. Entonces, dejemos de preocuparnos por ser iguales y mejor enfoquémonos en ser como Cristo. (*Steven es el editor asociado de Coalición por el Evangelio. encontrarlo en Twitter.)