EL EVANGELIO EN MARCHA
El consolador verdadero
(JOB 2:11-13; 19:25)
Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor
INTRODUCCIÓN: ¿Ha hablado con alguien que quiso consolarlo y lo desanimó? Bueno, este es el caso de los llamados amigos de Job. Este libro estaría incompleto sin la presencia de estos ilustres personajes. Nos llama la atención como ellos cumplieron la función de consoladores mientras duraron los siete días sin hablar palabra alguna. El pasaje nos muestra el dolor que sintieron y cómo lamentaron la tragedia del amigo. Así que estos consoladores fueron de mucha bendición para el afligido Job mientras no hablaron. Sin embargo, una vez que comenzaron a discurrir acerca del porqué del sufriendo del patriarca, se constituyeron en verdaderos instrumentos del desánimo. De esta manera nos encontramos una historia de dolor y sufrimiento que tiene que lidiar con unos pésimos consejeros. Mis amados esto no es nuevo. En la vida espiritual nos encontramos con creyentes que nos desaniman con sus “consejos”. Pretendiendo tener la mejor opinión sobre algo que nos pasa, pudieran generar en nosotros un estado peor que el que ya tenemos. El propósito de este mensaje es ayudarnos a ver que estos “consoladores” representan a aquellos que vienen a nuestras vidas para ayudarnos como amigos, pero que al final nos encontramos que ese “consejo” es lo último que quisiéramos oír. Sin embargo la actitud de Job batallando con su sufrimiento y manteniendo su fe en medio del dolor, sobre todo cuando se pone en la cumbre de todos ellos para decirnos “yo sé que mi Redentor vive”, nos hace ver que hay un Consolador verdadero sin prejuicios que nos ayudará en la más cruenta prueba que pasemos. ¿De qué otra esperanza podía obtener Job consuelo sino de la gloriosa vida futura? Veamos cómo obra ese amigo verdadero cuando afrontamos esas pruebas que cambian nuestra vida.
- UN AMIGO VERDADERO ENTRE AMIGOS INOPORTUNOS
Note que lo primero que hace Job es llamarlo su Redentor y lo ve en su tribulación.
- Ese amigo es su pariente cercano. Tal es el significado de la palabra hebrea (Rut 4:1-6). Cuando Nohemí vino otra vez a Belén en una muy pobre condición, decidió vender una parte de la tierra que le perteneció a su esposo Elimelec a un pariente cercano, y para esto Booz convocó a algunos ancianos que fueran testigos de la adquisición de las tierras. Pero el pariente más cercano a Nohemí no quiso redimir porque eso involucraba también tomar la viuda de uno de los hijos de Nohemí, por lo tanto Booz, que era el próximo pariente, decidió redimir la tierra con todo lo demás. ¿Quién ha sido nuestro más cercano pariente? ¡Jesús! Nadie tan unido a nosotros ni tan bueno. Se hizo pariente nuestro de un modo voluntario. Nadie le forzó a ser nuestro hermano, lo fue por propia elección; por lo tanto, es más que un hermano. No se avergüenza de los suyos, “no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Heb. 2:11). Aun cuando éstos le abandonaron les llama “mis hermanos” (Mat. 28:10). Lo es eternamente. “¿Quién nos separará?” (Rom. 8:35). Los amigos de Job vinieron para consolarle pero terminaron abriendo más sus heridas y alejándose del verdadero consuelo. Esto no pasará con el Consolador Jesucristo.
2.Ese amigo es su total vindicación. Después que los tres amigos de Job se desataron hablar le dieron rienda suelta a sus argumentos y comenzaron acusar a Job delante de Dios, dando por cierto que era culpable de haber cometido una falta grave y por esa razón estaba pasando semejante prueba. Pero lo que Job si sabe es que su “redentor vive” y que al final él es su vindicación de todos los falsos cargos que ahora vienen contra él. Todas las acusaciones que se hagan contra una vida santa no podrán prevalecer. Nosotros tenemos hoy la misma seguridad. Hay alguien que está abogando por nuestras almas. Hay un amigo verdadero que nos defiende de todas las burlas y ofensas, pues el que cree en él no será avergonzado ni confundido. Para esto él mismo llevó nuestros pecados, haciéndonos justos por su justicia. Ahora somos libres de las acusaciones de Satanás, pues decimos. “¡El Señor te reprenda, oh Satanás!” (Zac. 3:2). El acusador será echado fuera (Apoc. 12:10). Esta era la misma confianza que tenía Job. Fue él quien dijo: “He aquí, aunque él me matare, en él confiaré” (Job 13:15). El Señor es nuestro redentor.
- UN AMIGO RICO EN MEDIO DE UNA GRAN POBREZA
- Lo he perdido todo pero tengo “mi redentor”. Los amigos de Job sabían de su condición. Ellos supieron que Job había perdido sus ovejas, asnas, camellos, siervos, hijos y su propia salud. Pero no vinieron trayéndole alguna ofrenda para paliar un poco su estado de pobreza. No trajeron alguna medicina para aliviar su terrible dolor. No trajeron nada, y aunque sí estuvieron al principio compadeciéndose de su dolor, no vieron a un hombre pobre que lo había perdido todo. Sin embargo Job no se queja de su estado de pobreza. Mas bien dice: “Aunque lo he perdido todo, todavía tengo a mi Redentor”. Mis hermanos yo quiero pensar que esta es la promesa más cierta que encontramos en la palabra de Dios. No importa que las circunstancias de la vida me lleven a un estado de pérdida total, todavía me queda mi Redentor. No importa que otros me acusen, me ofendan, o digan cualquier cosa contra mí, todavía me queda mi Redentor. La determinación de Job es la de un auténtico creyente. Bien sabemos que la vida podría darnos muchas sorpresas, pero nuestra confianza no varía en nuestro Redentor.
III. UN AMIGO VIVO AUNQUE TODA LA FAMILIA ESTÁ MUERTA
- “Mi Redentor vive”. Muchos años antes que Jesús viniera, muriera y resucitase, Job ya había dicho que su Redentor vive. Él poseía al Señor de siempre. Su fe no radicaba en un Dios muerto sino vivo. No sé si él ya sabía lo que Moisés había escrito al referirse al Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Durante su vida previa a la prueba que ahora tiene, conoció a un Dios vivo. Él no tenía una historia inventada, él sabía que su Redentor vivía. Ciertamente había perdido a su familia, especialmente a sus hijos, pero él sabía que su Redentor vive.
- Nuestro Redentor vive. Ahora también decimos con propiedad, “nuestro Redentor vive”. Hay en esto una de las más grandes declaraciones de confianza para todo creyente. Nos gozamos en la más completa doctrina que la Biblia nos ha revelado: la Divinidad de nuestro Salvador. Para todos nosotros, como lo fue para el antiguo patriarca Job, nuestro Redentor vive. Cuando Cristo vino habló siempre de la vida. Si bien es cierto que anunció su muerte, también habló de conquistarla a través de la resurrección al tercer día. Jamás hombre alguno pudo predecir su muerte y su resurrección como lo hizo nuestro Señor. La resurrección de Cristo no solo es el triunfo sobre la muerte pero es la conquista de nuestra firme y segura esperanza. De esta manera decimos que no importa quién no esté con nosotros si nuestro Redentor vive.
- UN AMIGO SEGURO EN MEDIO DE CIRCUNSTANCIAS INCIERTAS
- “Yo sé…”. Si alguien tuvo razones para dudar acerca de Dios fue Job. Me atrevo a pensar que nuestra fe no siempre es tan fuerte para resistir una prueba tan dura. Pero lo cierto es que Job, después de escuchar a sus inoportunos amigos y sus “consejos”, y en lugar de aceptar la recomendación de su esposa de maldecir a Dios y morirse, le vemos asumiendo la determinación de un verdadero hombre de Dios. Si bien es cierto que él se quejará de su dolor porque era un hombre de carne y hueso, su profunda convicción doctrinaria lo llevó hasta esta gigante declaración de fe. Job oyó lo que sus amigos sabían de Dios. Oyó acerca de la teología de los tres amigos. Elifaz habló de su experiencia, diciendo que los inocentes no sufren. Escuchó a Bildad decir que Job había olvidado la justicia de Dios. Y también escuchó a Zofar decir que Job era culpable de un gran pecado. Es por eso que frente a estas acusaciones, Job dice: “Yo sé…”. Si alguien sabía quién era realmente Dios era Job. Esto es lo que hace la diferencia con lo demás.
- Nosotros ahora también sabemos. Es verdad que hay momentos en la vida cristiana que podemos dudar acerca de lo que hemos creído, debido a nuestra condición humana; pero lo que al final cuenta es saber que somos testigos de la obra del Redentor eterno. Que aunque también luchamos en esta naturaleza todavía no redimida, tenemos la certeza de un espíritu ya redimido que nos hace vivir bajo una absoluta seguridad del destino eterno, pero sobre todo del Consolador verdadero. ¿Y qué es lo que sabemos? Pues lo mismo que sabía Job, que también nuestro Redentor vive.
CONCLUSION: Marta, la hermana de Lázaro, creía que su Redentor vivía pero le cuesta creer en el milagro de resucitar a alguien antes que llegara la resurrección de los muertos. Dudó por cuanto su hermano tenía ya cuatro días muerto y al obstáculo de la piedra. Pero cuando Cristo vino y le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida” su fe cambió y pudo ver que Jesús nunca actúa en términos del futuro para hacer su obra sino en el presente. Jesús siempre dijo “Yo soy”; jamás dijo “yo seré”. Entonces si usted sabe que su “Redentor vive” ¿qué es lo que realmente sabe? Piense en esto. Nicodemo dijo: “Nosotros sabemos que has venido de Dios por Maestro” (Jn. 3:2). Los apóstoles, frente a la fuerte pregunta de Jesús: “¿Queréis acaso iros también vosotros?”. Esta fue la respuesta: “Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Jn 6:69). Pablo supo que su Redentor vivía, por eso dijo: “Sabemos que tenemos de Dios un edificio” (2ª Cor. 5:1). Juan, el amado discípulo, dijo: “… pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1ª Jn. 3:2). Y porque sabemos que nuestro Redentor vive se nos recomienda: “Estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano» (1ª Cor. 15:58). Que así sea.
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