¿De dónde vienen las guerras?

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EL EVANGELIO EN MARCHA

¿De dónde vienen las guerras?

Por: Francisco Aular (faular@hotmail.com)

¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros. Santiago 4.1 (RV60)

 

PAG 17  “¿De dónde vienen las guerras?” Preguntaba el apóstol Santiago a sus destinatarios de su epístola. Dos mil años han pasado, y pese a tantos esfuerzos por la paz, todavía en este siglo XXI, estamos al borde de lo que puede ser la tercera guerra mundial; esta guerra por primera vez en la historia de la humanidad, será verdaderamente mundial. ¡Nadie saldrá con honores de una confrontación así! Los que sobrevivan, juzgarán severamente a los actores principales de este conflicto. Porque la verdad es esta: En ninguna otra época hemos tenido un liderazgo mundial tan incapaz, engreído y soberbio como el que tenemos. No se ve por ningún lado, el respeto y las normas diplomáticas que aún en la guerra fría, los gobiernos acataban.

Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, expresó la verdad del mundo actual en su discurso al celebrar  los 70 años de la entidad mundial. Este hombre dijo: “El panorama actual está lacerado por los conflictos, la explotación y la desesperanza. Al menos 59,5 millones de personas han huido de sus hogares; hay más refugiados, desplazados y solicitantes de asilo que en ningún otro momento desde que terminó la Segunda Guerra Mundial. La violencia contra las mujeres lacra todas las sociedades.

En un tiempo de acuciantes necesidades humanas, se siguen despilfarrando cantidades ingentes de dinero en armas nucleares y otros desestabilizadores arsenales militares. Las consecuencias del cambio climático son cada vez más evidentes, y esto no es más que el principio. Aunque después del Holocausto el mundo dijo “nunca más”, y volvió a decirlo después de los genocidios de Rwanda y Srebrenica, seguimos siendo testigos de los atroces crímenes que cometen los extremistas violentos y otros.”
Ciertamente, la historia nos da cuenta de los esfuerzos del ser humano para mejorar y transformar al mundo. Sin ir muy lejos, mi generación por ejemplo, puso mucha atención a la educación, la ciencia y la tecnología para lograr el supremo bien de las personas. Sin embargo, vivimos en un mundo lleno de inmoralidad, ambiciones materialistas, tensiones políticas y guerras entre las naciones y los diferentes grupos étnicos y religiosos, revoluciones con prejuicios racistas, abusos de las drogas, incremento del terrorismo, los secuestros como negocio, problemas ecológicos producidos por el desorden mercantilista que está dando como resultado el calentamiento global, que nos amenaza con borrar al ser humano de la tierra. Así todo sigue igual, el egocentrismo lo domina y contamina todo, desde que el  al ser humano original se aparto de su Creador y fue echado del paraíso, hace miles de años. En realidad nuestro mundo está en llamas, y nadie sabe cómo apagarlo.

Esto es así, porque una cosa es limpiar las telarañas y otra muy distinta, eliminar a la araña que las produce. La araña en el ser humano es el pecado, son sus pasiones negativas que habitan en él, por eso vino JESÚS. El Señor, en su conversación con un gran líder religioso de Su tiempo, sorprendió a Nicodemo al decirle: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. (Juan 3.3) ¡Todos los seres humanos debemos nacer dos veces! El primer nacimiento es humano; el segundo nacimiento es espiritual. El nacimiento humano nos pone en la tierra, pero el nacimiento espiritual nos lleva al cielo.

En efecto, Pablo nos dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5.17 RV60). Esa es la manera como Dios acaba con la araña para eliminar la telaraña! ¡Dios no pone remiendos, sino que ¡nos hace de nuevo!
En esta forma al enfrentar la pregunta: “¿De dónde vienen las guerras?” Podemos hacer el vano intento de justificarnos culpabilizando a los demás, pero la verdad de las cosas es que tenemos que concluir que procede de nosotros mismos como lo dijera el Apóstol Santiago, el hermano del SEÑOR: “Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia…” Esta es la verdad bíblica, ante la pregunta: “¿De dónde vienen las guerras?”.

PERLA DE HOY: El hecho de nacer de nuevo, me adiestra para ser un instrumento de Dios, un hombre de paz, y aborrecer las rivalidades y las guerras.