No deberías confiar en mí. Bueno, al menos no mucho. Deja: te explico.

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EL EVANGELIO EN MARCHA

La prueba del tiempo

Por: Jairo Namnún*

 No deberías confiar en mí. Bueno, al menos no mucho. Deja: te explico.

PAG 18  Conocí al Señor a mis 12 años, y empecé a servirle activamente a mis 17. A los 19 prediqué mi primer sermón frente a la congregación completa. A los 20 me casé, y trabajé como profesor de Religión y consejero en una escuela secular (con principios cristianos). Empecé a trabajar en el ministerio a tiempo completo a los 22; terminé un grado en teología a los 23, y recién acabo una maestría en Teología, ahora a mis 27. Eso quiere decir que tengo solo 10 años activamente sirviendo en el ministerio, apenas 15 años de vida cristiana, y menos de 30 años de vida.

Por su parte, la iglesia tiene poco menos de 2000 años de historia. Esos son cerca de 2000 años donde se han desarrollado los mejores pensamientos teológicos, donde se han vivido hermosas vidas de testimonio, y donde se ha luchado ardientemente contra terribles herejías.

Las confesiones del Concilio de Nicea. El testimonio de vida de Policarpo o de Spurgeon. La ardiente lucha de Agustín contra Pelagio, y de Lutero contra las herejías romanas. Cientos de años después, continuamos estudiando a estos hombres, eventos, y doctrinas, y continuamos aprendiendo de lo que Dios hizo en medio de ellos. Ellos pasaron la prueba del tiempo.

 

ESPERANDO LOS FRUTOS

Con esto de la prueba del tiempo me refiero a esperar y ver los resultados de alguna idea, alguna lucha, o aun el testimonio de alguna persona. Es esperar que el tiempo revele los fundamentos y la esencia. Un ejemplo de la prueba del tiempo de corta duración está en Proverbios 18:17 “Justo parece el primero que defiende su causa hasta que otro viene y lo examina…”. Si solo se presta atención al primero, nos perderíamos de la verdad completa al esperar que llegue el segundo. Un ejemplo de larga duración es Demas, quien es primero mencionado como colaborador de Pablo (Filemón 1:24), para que luego, en su última carta, Pablo lo condene como uno que lo ha abandonado por amar al mundo (2 Timoteo 4:10).

El carácter y la integridad no se muestran en pocos momentos. La integridad teológica de una idea no  resulta evidente en el corto plazo. Las ideas tienen consecuencias, pero esas consecuencias no siempre se notan de inmediato. De hecho, usualmente pasa mucho tiempo antes de que salgan a relucir todos sus colores.

Siempre que escucho algo similar a “Hay que renovar” o “Una nueva manera de hacer iglesia”, en mi mente se prende un bombillo rojo que dice PELIGRO. No me malinterpretes: estoy de acuerdo con la Adoración Contemporánea y el uso de tecnología dentro del servicio de adoración. La luz de “peligro” se enciende por temor a querer hacer las cosas nuevas porque son nuevas, sin meditar en por qué anteriormente se entendían de otra manera.

 

RESPETANDO A LOS MAYORES

No podemos simplemente ignorar los casi 50 años que tiene el pastor John MacArthur detrás de un mismo púlpito; o los más de 50 años que R.C. Sproul tiene de ministerio; ambos predicando un mismo evangelio y una misma Palabra. Sin duda podemos disentir en algunas posturas que estos hombres tomen, puesto que nuestra autoridad final es la Escritura y no la experiencia o el tiempo.  Pero, por la gracia perseverante de Dios, estos hombres han pasado la prueba del tiempo, y oramos el Señor siga sosteniéndoles hasta su muerte o Su Venida. Cuando se pronuncian sobre un tema, su voz no solo trae consigo su fidelidad a la Biblia –que es lo más importante y lo primero que debemos buscar–: tienen tras de sí un testimonio de vida que los apoya.

Compara esto con cualquiera de los nuevos predicadores populares de hoy en día. ¿Cuántos años de ministerio tienen siendo “desconocidos” antes de llegar a la popularidad? ¿Cuánto tiempo tienen “cuajando” sus ideas antes de exponerlas al público? ¿Qué testimonio de integridad familiar y ministerial sustenta el ministerio público de esta persona? Lamentablemente, es frecuente escuchar de alguna “estrella fugaz” con mucho fulgor, pero de muy corta duración.

Nosotros estamos ya fundamentados “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular”. Ya hay un fundamento y hay una piedra angular. Este fundamento es en gran parte el testimonio de las Escrituras: todo lo que se construya arriba debe estar firmemente arraigado en, y tener una cadencia similar a, aquello en lo que estamos fundamentados. La prueba del tiempo tiene que ver entonces con una vida que haya demostrado estar edificada en este fundamento; una idea que se haya comprobado está firmemente arraigada en Cristo Jesús y sus Apóstoles.

 

A LA HORA DEL DÍA

De manera práctica, la prueba del tiempo puede servirnos como advertencia:

Antes de querer usar a este joven talentoso en mi congregación, tal vez sería bueno darle un par de meses o años sentado, siendo ministrado, y probando su carácter.

Antes de recibir abiertamente esta nueva idea o nueva forma de hacer iglesia, sería bueno dejar pasar el tiempo y ver qué reacciones provocan y cómo es analizada por aquellos que no la apoyan.

Antes de abrazar toda la enseñanza de este nuevo predicador, tal vez sería bueno esperar unos años y observar su testimonio.

Tal vez lo más importante: antes de desechar lo que aquel pastor tiene que decir, o aquella enseñanza o práctica de la historia de la iglesia, tal vez sea bueno meditar en por qué se entendía así en primer lugar, y por qué ese viejo pastor piensa de tal manera. Después de todo, si está fundamentado en la Palabra, esa enseñanza permanecerá mucho después que la hierba se seque y las flores se marchiten.

Entonces: no confíes mucho en mí. Mejor evalúa lo que digo conforme a las Escrituras. No puedes ignorar mi testimonio de vida, pero es corto en comparación con el de otros muchos. Lo más importante es sin duda cuán apegado estén nuestros ministerios, nuestras ideas, y nuestras vidas a la Palabra de Dios. Ese testimonio, esa perseverancia a lo largo del tiempo, no es lo más importante, pero es de vital importancia.  (*Jairo es director editorial de Coalición por el Evangelio. Puedes encontrarlo en Twitter.)