EL EVANGELIO EN MARCHA
La canción del matrimonio
(CANTARES 1:8:5-7)
Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor
INTRODUCCIÓN: El libro de Cantar de los Cantares es una de las joyas bíblicas más hermosas que encontramos en las Escrituras. En tan solo ocho capítulos podemos descubrir el gran amor de Salomón con la sulamita, su especial amor. Sus páginas nos ofrecen la más extraordinaria y romántica comunicación, toda como un preámbulo a la entrega del uno al otro. Algunos pudieran ruborizarse al leer la forma cómo se hablan los amantes, pero allí está. Es un libro tan inspirado como los demás. Aquí tenemos lo que he denominado hoy la “Canción del Matrimonio”. Nada es más hermoso que escuchar una dulce melodía; sobre todo aquellas a través de las cuales deleitamos al espíritu, y con las que a su vez adoramos al Creador. Pero a su vez, nada causa más reacción al oído que el escuchar una música desentonada. La desarmonía no la tolera nuestro oído. A esto es lo que algunos han dado por calificar que algunas personas “cantan bonito, pero se oyen feo”. Cuando estamos solteros no las pasamos cantando solos, pero cuando nos casamos, comenzamos a hacer un dúo. La importancia del tema de hoy tiene que ver sobre cómo incorporar la armonía familiar. Cuántos matrimonios están colgando de un hilo por falta de comunicación. Una mujer visitó al abogado para decirle que su esposo quería divorciase. El abogado le preguntó que cuál era el motivo de su rencor. Y ella dijo: “No, él no ronca”. El abogado le dice: “Mire, no es eso lo que quise decir. ¿Tiene él alguna razón”. Y ella le dijo: “Oh, si, él tiene comezón”. Y el abogado le dijo: “Señora, lo que quiero saber cuál es el problema”. Y ella le dijo: “Claro que tengo pena”. Mi esposo dice que no podemos comunicarnos. Al final el abogado entendió por qué no podían comunicarse. Cuando la Biblia habla que el hombre “conoció a su mujer”, va más de una intimidad física. La meta de un matrimonio es llegar a conocerse en lo emocional y espiritual. Vemos, pues, cuál debería ser la canción que se canta en el matrimonio.
- LA CANCIÓN DEL MATRIMONIO DEBE SER ENTONADA CON ABUNDANCIA DE PALABRAS
- Dos amantes que hablan mucho. Una lectura completa de este libro nos revela que un alto porcentaje de las palabras que aquí aparecen son dirigidas entre los amantes. Los dos hablan y hablan, diciéndose muchas cosas hermosas a través de palabras seductoras con las que armonizan su bello canto de amor. Los dos hablan de tal manera que son libres en dar y recibir sin sentir vergüenza y sin expresar palabras con las que puedan herirse. Los esposos necesitamos comunicarnos, y en no pocas ocasiones las esposas anhelan que los esposos le hablen; que no dejen de hablarle.
- Dos amantes que no se aburren. En esta historia no encontramos a un hombre silencioso y a una mujer habladora. Los dos hablan y no se aburren. Se sabe que parte de los problemas de una pareja tiene mucho que ver con la falta de hablar, de comunicarse. Hay esposos que son como un “huésped invisible y un oyente silencioso”. Pero la esposa no quiere eso. Ella quiere consumar sus 30 mil palabras. Ella no es una tarjeta de teléfono que puede mantener las palabras y después usarlas. Ellas quieren consumir toda la “tarjeta” en una sola llamada. Las parejas no debieran aburrirse con el correr de los años. Esto pareciera ser lo que sucede a menudo. Algunos mientras más avanzan en sus años parecen que ya no tienen temas de que hablar. ¿Qué pasó con los años de novios que todo el tiempo se llamaban hasta largas horas de la noche? ¿Por qué no ahora? Nada debe ser más placentero que llegar hasta viejos hablando “hasta por los codos”. Con los años los esposos podemos pensar más en nuestras propias metas, mientras que la esposa anhela ser oída, reconocida, estimada, atendida. En el matrimonio debe haber mucha comunicación.
- LA CANCION DEL MATRIMONIO DEBE SER ENTONADA CON PALABRAS DE COMPLETA INTIMIDAD
- Palabras solo para parejas (5:2). En este texto encontramos la manera más exclusiva, tierna e íntima sobre cómo el amado llama a su amada. Cada palabra solo se la diría a cónyuge. Son palabras propias para una pareja. Y fíjese que ella también tiene sus propias palabras con las que llama a su amado. Es tan lindo ver que ambos tienen maneras muy particulares en llamarse. Es algo así como los nuevos nombres que adquirimos después que nos casamos. ¿Cuál es el nombre con el que usted llama a su esposa? Debemos tener nombres especiales para nuestro cónyuge (v. 10). ¿Por qué razón? Eso indica un grado de profunda confianza. Mi cónyuge con quien comparto mis años de casado, además de ser mi amiga o amigo, ha llegado a ser uno conmigo y eso le da a nuestra relación un sentido de intimidad no vista en ninguna otra relación. Cuando Salomón y la sulamita se llaman de esta manera, dejan al descubierto lo que significan el uno para el otro. Al mostrar la forma como se trataban, nos muestran, sin reparos ni prejuicios, que en el amor de una pareja ninguno de los dos son extraños.
- Las palabras íntimas distinguen la exclusividad (1:13, 16; 2:10; 5: 10; 6:3). El término “mi amado” y “mi amada” no puede ser dicho a otra persona que no sea la esposa o el esposo. Al decirse estas palabras colocan la relación en el más alto y sublime concepto de una posesión exclusiva. “Yo soy de mi amado, y mi amado es mío”, eso significa (entre el uno para con el otro) que ni lo presto, ni lo alquilo, ni lo comparto. Que tú eres única; que eres especial; que no existe otra como tú. “Yo soy de mi amado, y mi amado es mío”, significa que nuestros cuerpos y sentimientos se han fusionado en tal dimensión que sólo los dos sabemos quiénes somos en el lecho de nuestra unión. Son las palabras más tiernas, más exclusivas, más románticas; son las palabras que a nadie más se les dirían sino a aquel o aquella que comparte mi intimidad. Déjeme llevarle a esta comparación. Entre el Padre y el Hijo hubo una intimidad tan grande que en dos ocasiones Jesucristo llamó a su Padre “Abba Padre”. Se ha dicho que esto es la cúspide con la que se puede expresar el amor más íntimo y la unión más íntima.
III. LA CANCION DEL MATRIMONIO DEBE SER ENTONADA CON PALABRAS DE AFIRMACIÓN POSITIVA
- Las palabras de afirmación (5:2). Cantar de los Cantares es un libro donde no encontramos reproches entre los amantes. No aparece por ningún lado una palabra de crítica, una palabra negativa o alguna palabra áspera. Son estas verdaderas palabras de afirmación.
- El matrimonio requiere que los cónyuges sean románticos (1:8-11; 15, 16). Amado esposo, ¿cuándo fue la última vez que usted le dijo una palabra romántica a su amada? El uso y la costumbre pudieran privarnos de ese lado humano con el que expresamos palabras que hicieron sonrojar a nuestras esposas en otro tiempo. ¿Por qué lo fuimos en el noviazgo y no ahora?
- LA CANCIÓN DEL MATRIMONIO DEBE SER ENTONADA CON PALABRAS APASIONADAS
- Palabras sin censuras. Cualquiera que lee este libro sin tomar en cuenta que es un poema de amor entre un hombre y una mujer, pudiera ruborizarse y hasta ver palabras que a su juicio debieran ser censuras o clasificadas como solo para adultos. Pero el libro de Cantares es un libro tan inspirado como lo es otro. Me gusta lo que alguien ha dicho a este respecto: “No debemos avergonzarnos en hablar lo que Dios no se ha avergonzado en crear”. El pecado ha hecho tanto daño que podemos ver todo feo, aun en aquello que tiene la aprobación divina. En 2:8-14, Salomón y su sulamita hablan de la experiencia de su luna de miel y la importancia que tienen las palabras con las que se han entregado. Y es que las palabras definitivamente hacen la diferencia en una relación.
- ¿Qué diría usted de estas palabras? “¡Oh, si él me besara con los besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino… hallé luego al que ama mi alma; lo así, y no lo dejé… venga mi amado a su huerto, y coma de su dulce fruta… yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama… ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía!…Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; miel y leche hay debajo de tu lengua; y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano… su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo…”. Hay en estas palabras un torrente de pasión. No hay desperdicio ni cohibición para decirse las cosas. El matrimonio no tiene por qué ser una rutina. Dios nos hizo con pasión y así debemos manifestarnos. La unión matrimonial es el mejor canal para drenar el amor entre los dos.
CONCLUSIÓN: ¿Cuál es la canción del matrimonio? No me refiero a esas que los poetas y músicos le hayan compuesto. Es aquella cuya letra está saturada de palabras que van y vienen entre los cónyuges. Palabras de intimidad que solo se expresan entre los cónyuges. Palabras de afirmación positiva que resaltan más las cualidades y virtudes que los defectos y los errores. Y sobre todo, palabras apasionas con las que expresamos nuestra sexualidad en el recinto de esa relación exclusiva. Así tenemos que Salomón, quien tuvo a su sulamita como su esposa legítima, nos deja en este cántico, la canción que debe ser entonada en el matrimonio. Su llamado es a vivir la experiencia del matrimonio en plenitud, sabiendo que todo lo que Dios ha hecho para lograr ese fin, debe ser aceptado. Vivamos por siempre la realidad de Cantares 8:6: “Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; Porque fuerte es como la muerte el amor…”. Que Dios nos bendiga para vivir esta canción hasta el final de nuestras vidas.
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