LOS TIPOS Y ANTITIPOS BÍBLICOS

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EL EVANGELIO EN MARCHA

LOS TIPOS Y ANTITIPOS BÍBLICOS

El árbol de la vida

(GÉNESIS 2:9, 16, 17; 3:11, 22-24; APOCALIPSIS 22: 2, 14; 2:7)

 

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor

 

thINTRODUCCIÓN: Los que hemos estudiado  y enseñado la  hermeneútica  sabemos la importancia de las figuras literarias como el “tipo” y el “antitipo”. El creyente se beneficia en gran manera cuando sabe acerca de este estudio para una mejor comprensión de la palabra. ¿Qué estamos diciendo? Primero que el “tipo” es una especie de conexión histórica entre determinados hechos, personas o cosas del Antiguo Testamento y hechos, personas o cosas semejantes del Nuevo Testamento. Por lo tanto el “antitipo” son los hechos, personas o cosas del Nuevo Testamento que tienen su “tipo” en el Antiguo Testamento. Dicho de otra forma, el Antiguo Testamento nos suministra la presencia de personas o cosas que cuando estudiamos el Nuevo Testamento vemos su fiel cumplimiento en ellos. Comenzaremos analizando algunos desde el mismo Génesis pues allí Dios nos ha dejado personas, hechos y cosas que son auténticos “tipos”. Considere, por ejemplo, el Edén como un tipo del cielo, Adán como un tipo de Cristo, Eva como tipo de la iglesia y el “árbol de la vida” con Jesucristo. En el caso de este árbol, al igual que el de la “ciencia del bien y del mal”, nos muestran los dos destinos que toma la vida según la elección que hagamos. De eso hablaremos hoy. Observe esto, el “árbol de la vida” aparece en Génesis 2, pero después que el hombre pecó fue custodiado por querubines y desde entonces no se ve más sino cuando aparece en Apocalipsis 22. ¿No es curioso que este árbol aparezca al principio del Génesis y que no sea sino hasta el final de Apocalipsis cuando lo veamos otra vez? Así que nos será de mucha edificación poder traer este tipo de mensaje. Veamos, pues, cómo es que este “árbol de la vida” se constituye en un “antitipo” en el Nuevo Testamento.

 

EL ÁRBOL DE LA VIDA TIPIFICA LO QUE ES PERMANENTE FRENTE A LO  TEMPORAL DEL PECADO

 

  1. Dos árboles para dos destinos en el Edén (Gn. 2:9). El Edén fue creado por Dios para ser perpetuo, por lo menos eso es que lo que vemos cuando analizamos la palabra Paraíso. ¿Qué significa esto? Que Dios creó el Edén para ser por siempre. Esto nos indica que Adán tuvo que experimentar un gozo continuo y sincero en tal lugar. Adán y Eva fueron creados en completa libertad. La presencia de dos árboles en el paraíso: “el árbol de la vida” y el de la “ciencia del bien y del mal” tendrían como fin poner a prueba esa libertad. Ambos fueron puestos para advertir a Adán sobre una escogencia voluntaria y no una obediencia a ciegas. El hecho de que Dios supiera que el pecado llegaría y de esta manera se anticipaba un plan de redención antes de crear al mundo, no significa que el Jardín del Edén era solamente una existencia “temporal.” La aparición  de esos dos árboles sugería que el hombre podía enfrentar dos destinos al elegir uno de los dos: uno de gozo perpetuo y el otro de deleite temporal. Ya sabemos que el hombre escogió el segundo con sus consecuencias.

 

  1. El árbol que perpetúa la vida (Gn. 3. 22). La presencia del “árbol de la vida” en el huerto del Edén da inicio a la “historia” de las Escrituras y del plan de Dios que culmina en el maravilloso libro de Apocalipsis. Mientras que el árbol de “la ciencia de bien y del mal” la acortaría porque el hombre creado podía morir mientras vivía. Vamos a verlo de esta manera. El entorno del Edén era encantador y hermoso. Todo lo que era agradable a los sentidos se podía palpar allí. Estaban rodeados de las flores más fragantes, de las frutas y los alimentos más sabrosos al paladar. Y en todo este escenario el árbol de la vida hacía la diferencia por cuanto estaba diseñado para perpetuar esa vida; para renovar y preservar la juventud; para revitalizar la fuerza (Gn. 3:22). Entonces, ¿cómo vemos la tipología entre eso que es perpetuo y lo que es temporal? Porque el árbol de la vida está relacionado con el castigo impuesto por la desobediencia de comer del árbol prohibido, bajo la sentencia que: “El día que de él comieras, ciertamente morirá”. Pero con el “árbol de la vida” el día que de él comieras, ciertamente vivirás.

 

EL ÁRBOL DE LA VIDA TIPIFICA LA COMUNIÓN CON DIOS FRENTE A LA SEPARACIÓN DEL PECADO

 

  1. El árbol de la vida en el centro (Gn. 2:9; Apc. 22. 2). El árbol de la vida está en el centro de la morada de Dios. Lo estuvo en el Edén del Génesis, allí en el lugar donde Adán y Eva se reunirían con frecuencia, pero después aparece en medio de la calle según la descripción que hace Juan en el Apocalipsis. Tales posiciones sugieren que la vida y la comunión con Dios van juntos, jamás separados. Poner ese árbol en el centro es hablarnos de la preocupación que Dios tiene para que el hombre viva.

 

  1. El árbol que trajo la separación (Gn. 3.11). Al lado del “árbol de la vida” estaba el “árbol de la ciencia del bien y del mal”. Seguramente la gente se ha preguntado a través de la historia por qué Dios puso este árbol al lado del árbol de la vida, sabiendo lo que iba a pasar. Y hay una respuesta que también se ha dado a través de los tiempos: Dios creó a un hombre para una obediencia voluntaria, no un robot para que le siguiera como una máquina. El árbol prohibido era su continua advertencia para mantenerse en comunión con él en lugar de tener comunión con lo prohibido. La historia ya la sabemos. El hombre prefirió separarse de esa exclusiva comunión con Dios y optar por una separación de él.

 

EL ÁRBOL DE LA VIDA TIPIFICA LA RESTAURACIÓN COMPLETA FRENTE A LA DESTRUCCÓN DEL PECADO

 

  1. Restaurando la comunión perdida (Apc. 22:14). Dios puso el “árbol de la vida” en el huerto del Edén y ahora lo vemos en el cielo para recordarnos que esa es la real vida a la que hemos sido llamados. Observe la sabiduría y los planes divinos. En medio del paraíso Dios puso dos árboles que representaban la vida y la muerte. El uno conduciría al hombre a su más completa desgracia, su más depravada vida, su más corrupta naturaleza y el más vil destino que trajo el pecado incitado por Satanás. Pero el “árbol de la vida” representa la restauración de lo que hizo el pecado en él.

 

  1. Cristo restaura lo que se perdió (Ro. 5:12, 17). El árbol de la vida nos asegura que todo lo que perdimos por el pecado de Adán, lo hemos recuperado en la muerte de Cristo. Si el primer Adán fracasó, el segundo representado en la persona de Cristo vino para traernos de regreso al Edén. Ahora en Cristo tenemos la esperanza de un paraíso lleno de gozo con el río de la vida que fluye a través de él. Allí en el nuevo Edén podemos ver el árbol de la vida en medio de él dando su fruto inmortal. ¡Que hermoso es este cuadro! El mismo Dios de gracia que puso a Adán en el viejo Edén, lo vemos ahora al final de los tiempos invitando a los hombres a tomar del “árbol de la vida” para ser sanados, pero a su vez para ser parte del nuevo Edén.

 

EL ÁRBOL DE LA VIDA TIPIFICA EL GALARDÓN RECIBIDO FRENTE A LA PÉRDIDA DEJADA POR EL PECADO

 

El último libro de la Biblia termina con esta promesa: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según su obra” (Apc. 22:12). Simplemente es una cosa maravillosa saber que además de mi salvación el Señor ha preparado mis galardones. Esto significa que la segunda venida de Cristo está repleta de “regalos” para sus hijos. Guardando las distancias, y sin que Jesús  tenga algo que ver con el personaje barrigón de Navidad, él si es real y vendrá del cielo, no para entrar por una chimenea, sino para ser visto por todos, lleno de  galardones para los  que se hicieron acreedores de ellos. Cristo mismo ha sido nuestro regalo, pero además vendrá con regalos. Y cuando revisamos los galardones de los triunfadores quedamos gratamente impresionados que dentro de ellos se nos otorgue “el árbol de la vida”. Esto es lo dice el texto:  El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.

 

 Observe esto. Cuando el hombre salió del huerto del Edén, Dios no solo le prohibió que alargara su mano y comiera del árbol de la vida, sino que protegió su árbol de Adán. Así tenemos que el árbol que le era permitido, ahora a causa de su desobediencia  le es prohibido. Sin embargo, en el plan de salvación, Dios le invita a comer del “árbol prohibido” como resultado de su triunfo final. Mis amados, comer otra vez del “árbol de la vida” es perpetuar el propósito eterno con el que Dios creó al hombre. Tener acceso otra vez al árbol de la vida y comer de su fruto, como parte del premio final, será un gozo indescriptible que el ser humano jamás había recibido cuando esté delante del Señor. Nada podrá ser comparado con semejante galardón. El trabajo en el Señor no es en vano.

 

CONCLUSIÓN: Por estos días  el “caballo amarillo” llamado “Muerte” del Apocalipsis pareciera estar galopando fuertemente, pues el mundo se ha convertido en un escenario de muerte donde la tierra absorve la sangre de tantos inocentes que reclaman la justicia divina. Y es frente a esto que debe imponerse la vida. Si bien es cierto que en el Edén estuvo el árbol de “la ciencia del bien y del mal”, que tipificó a la muerte, también es cierto que allí estaba el “árbol de la vida” que tipifica a Cristo. Hemos leído que Dios es un Dios de vivos y no de muertos. Y si bien es cierto que Cristo habló de su muerte lo hizo en forma temporal porque al mismo tiempo dijo que resucitaría al tercer día. Cristo es el dador de la vida no de la muerte. Él sabía quién era el autor de la muerte, pero él había venido para destruir ese imperio. El árbol de la vida es Cristo, por eso dijo: “El cree en mí aunque esté muerto vivirá”. Como árbol de la vida está en el cielo nos recuerda que allí no habrá más llanto, ni dolor, ni muerte. El árbol de la vida fue sacado del Edén antiguo y ahora aparece en el cielo para alimentar y sanar a las naciones. Ahora la invitación es que “todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás…”. Y la pregunta que hizo Jesús a los que lloran por la muerte es la misma  hoy “¿Cree esto?”.

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