Discipulado a las naciones

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EL EVANGELIO EN MARCHA

Discipulado a las naciones

Por: Abraham Paniagua

 

pag-19 “Si puedes leer la Palabra de Dios y orar, entonces puedes ser de edificación para otros”. Con estas palabras un querido pastor amigo me alentó a buscar hermanos en la fe con los cuales compartir y crecer en mi vida cristiana. La razón por la que quedaron grabadas en mí es sencilla: por años pensé que discipular era algo temporal y no un proceso de toda la vida.

A la luz de Mateo 28:19-20 vemos que como creyentes estamos llamados a hacer discípulos enseñando a guardar las palabras de nuestro Señor Jesucristo (algo que hablamos con más detalle en esta entrada pasada ¡Hagamos discípulos!). Sin embargo, pueden surgir las preguntas ¿Cómo lo hago de manera práctica? ¿Cómo podemos instruir, exhortar, amonestar y alentar a otros? ¿Cómo otros puedes instruirnos, exhortarnos, amonestarnos y alentarnos? ¿Cómo podemos ser edificación los unos a otros?

Alguno podrá decir que estas cosas deberían suceder “naturalmente” y que proponer ideas no es necesario, después de todo ¿no debería la unidad surgir naturalmente ya que estamos unidos en Cristo? Veamos qué dice Pablo al respecto cuando se dirige a los Efesios:

Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor, esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Efesios 3:1-3.

Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados; y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma. Efesios 5:1-2.

Para Pablo la unidad entre los hermanos (de manera práctica y en el día a día) no sucedería “naturalmente” sino que sabiamente alienta y manda a los hermanos en Éfeso a vivir a la luz de la unidad que ya tenían en Cristo Jesús. La unidad en Cristo por medio del Evangelio era la razón por la cual ellos podían perseguir y realmente tener una unidad como cuerpo local. No, ellos no estaban llamados a vivir pasivamente sino a ser intencionales en sus relaciones para la edificación del cuerpo. (Quisiera invitarte a leer Efesios 3-5. Solo te tomará unos 15 minutos, pero te prometo que valdrá la pena).

 

¿CÓMO LO HACEMOS?

Con esto en mente entonces, ¿cómo lo hacemos? ¿Cómo hacemos discípulos y somos discipulados constantemente? ¡Pues el primer paso sería pasar tiempo con hermanos y hermanas de manera intencional! Busca oportunidades semanales para ser parte de la vida de otros y que ellos sean parte de la tuya. Reúnete de manera constante con hermanos cercanos para hablar y orar por la familia, amigos, luchas espirituales, etc.

De manera más específica, mira algunas recomendaciones las cuales podrán hacerte pensar cómo adaptarlas a tu contexto específico en tu iglesia local:

Toma uno o dos días a la semana y úsalos para leer y discutir junto a otro hermano/hermana algún capítulo de la Biblia y/o de algún otro libro cristiano. Por ejemplo, tomen Filipenses y estudien un capítulo semanal y luego oren el uno por el otro.

Si eres casado invita un sábado a otra pareja de la iglesia a comer y compartir junto a tu esposa. Aprovechen aprender de parejas que tienen más años de casadas y en el evangelio, y sean de guía para aquellas parejas que tienen menos.

Si eres casada, invita a hermanas solteras e invierte parte de tu día en ellas. Ellas pueden estar allí para aprender de ti, y al mismo tiempo tu ser parte de la vida de ellas para ser de guía.

RECUERDA QUE…

“Si puedes leer la Palabra de Dios y orar, entonces puedes ser de edificación para otros”. No tienes que ser un experto, ni tomar cursos, ni tener experiencia, ni tener una vida perfecta, ni tener una agenda en cada reunión. Si pueden juntos leer la Biblia, orar el uno por el otro y amarse al punto de alentarse, exhortarse y amonestarse los unos a otros, podrán crecer cada día a la imagen de Cristo. Si eres creyente, sea que tengas 6 meses o 20 años de convertido, podrás ser de edificación a otros.

Solo así podremos ser y fomentar hombres y mujeres que vivan conforme a la Palabra de Dios, hombres y mujeres que tienen el Evangelio como norte y guía para sus vidas. Tomemos las palabras de Pablo a Tito como una exhortación para nuestro día a día.