EL EVANGELIO EN MARCHA
Unas palabras al frustrado
Por: Gerson Morey*
Estar frustrado es una experiencia desagradable y muy común entre los hombres. La frustración es un profundo sentimiento de desagrado generalmente provocado por expectativas insatisfechas. Es la amargura que manifestamos cuando fracasamos en obtener algo o cuando las cosas no salen como deseamos. Las circunstancias que provocan esta emoción son reales y no se pueden negar. Las expectativas no han sido satisfechas, el deseo no fue cumplido y el sentimiento que estas cosas provocan son desagradables. Frustración en la familia, en el trabajo, en el matrimonio, en las finanzas, en las relaciones, etc. Los creyentes no estamos ajenos a esto.
El problema de la frustración para un cristiano, es cuando ella se convierte en una compañera fiel. Es decir, cuando dejamos que esta emoción sea frecuente y permanente. Esto está en abierto contraste con la confianza en Cristo que debe caracterizar al creyente, porque sin fe es imposible agradar a Dios. Además, la excesiva frustración no es congruente con el gozo y la paz que la redención nos ofrece.
Si queremos ser precisos, debemos reconocer que la frustración es la evidencia de al menos dos cosas: primero de nuestra incapacidad de confiar en la soberanía divina y segundo de nuestra fragilidad para olvidar el evangelio. De ambas cosas debemos arrepentirnos.
Debemos cuidarnos de no perpetuar nuestra frustración. Debemos guardarnos de no hacer de esa circunstancia que nos frustró lo que controle nuestras conductas, pensamientos y emociones.
Cuando la frustración perdura, necesitamos volver a la convicción de un Dios soberano quien gobierna todo lo que sucede en nuestras vidas. Permanecer frustrados es una forma de renegar de la buena y sabia voluntad de Dios. Perpetuar la frustración es -en un sentido muy real, cuestionar su soberanía.
Por eso en la frustración debemos recuperar la consciencia de que él no ha perdido el control. “Jehová reina”, decía el salmista (Salmos 97:1) y “todo lo que quiso ha hecho” (Sal 115:3). Debemos tener presente que su soberanía fue la esperanza y el consuelo de su pueblo desde tiempos antiguos. “Jehová dio y Jehová quitó”; dijo el patriarca (Job 1:21). Y también él mismo se preguntaba : “¿aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal?” (Job 2:10). Cuando estamos frustrados, debemos recordar que él es sabio y bueno y lo que permite lo hace para nuestro provecho ya que todas las cosas obran para el bien de los suyos (Romanos 8:28).
Cuando la frustración perdura necesitamos volver a la convicción de nuestra salvación. El evangelio nos grita que hemos sido salvados de la mayor de nuestras dificultades. El evangelio nos dice que somos amados. No podemos desbordarnos de frustración y actuar ignorando la realidad de nuestra redención. Todas nuestras luchas y dificultades deben ser estimadas con la perspectiva de nuestra salvación. Mejor dicho, el evangelio debe ser el lente por el que miramos todas las cosas, incluyendo los fracasos y las dificultades.
Las emociones de la frustración no deben superar el gozo, la paz y el consuelo del evangelio. Hemos sido rescatados del pecado, Dios está a nuestro favor, su gracia nos restaura y aguardamos un futuro glorioso en cielos nuevos y tierra nueva. Ni el más grande de nuestros problemas en esta vida se compara con el gran problema del pecado que la cruz ha resuelto.
Creo que todos los creyentes hemos fallado en este sentido, pero damos gracias a Dios que aunque la frustración revela nuestro pecado, el evangelio nos muestra la riqueza de la gracia. La gracia del perdón cuando nos dejamos llevar por la amargura y la gracia de la templanza y mansedumbre para no caer presos de la frustración.
Por eso, tener fresca una consciencia de la soberanía divina nos librará de la excesiva frustración y al atesorar el evangelio que nos salvó sabremos que la práctica de frustrarse, al menos para el creyente, es innecesaria. (*Gerson Morey es pastor en la Iglesia Día de Adoración en la ciudad de Davie en el Sur de la Florida,puedes encontrarlo en Twitter: @gersonmorey.)