EL EVANGELIO EN MARCHA
Cuando las buenas noticias se vuelven sólo noticias
Por: Gerson Morey*
El evangelio son buenas noticias. Buenas noticias de perdón y salvación gratuitas. Buenas noticias porque todo lo que se requiere del pecador, Cristo lo ha provisto con su muerte y resurrección. Buenas noticias de redención porque la recibimos sólo por fe sin tomar en cuenta nuestras obras y porque podemos volver a Dios y gozar de él para siempre.
Pero ¿por qué será que las buenas noticias dejan de ser buenas, para convertirse sólo en noticias? Dicho de otra manera, ¿por qué parece que el evangelio deja de conmover los corazones de los creyentes? ¿Por qué en ocasiones ya no despierta el gozo, el deleite y la esperanza de otras épocas? ¿Por qué se interrumpe la satisfacción que experimentamos con el evangelio?
Ojo que esto le puede suceder a los pastores, a los líderes más piadosos y a los creyentes más comprometidos de una iglesia. El evangelio se puede convertir en una simple noticia, aún para el más maduro de los creyentes.
Cuando las buenas noticias se vuelven sólo noticias, ya Cristo no es atesorado, el desarrollo espiritual se detiene, la devoción se pierde, el gozo se esfuma y entramos en terreno peligroso. Y peor aún, cuando las buenas noticias se vuelven sólo noticias, el Señor ya no es glorificado.
Aquí algunas causas que pueden contribuir a esta situación:
LA PRIMERA Y MÁS EVIDENTE ES EL PECADO. El pecado nos separa de Dios. Endurece y ciega el corazón; oscurece nuestro entendimiento y provoca incredulidad. El pecado interrumpe nuestra capacidad de comprender y de deleitarnos en el evangelio. El pecado y el gozo cristiano son incompatibles. Cuando la maldad gobierna el corazón Cristo no puede ser atesorado. No se puede disfrutar de Cristo si persistimos en pecar. (Hebreos 12:1).
UNA SEGUNDA CAUSA ES LA FALTA DE ARREPENTIMIENTO, en particular cuando ya no lamentamos, ni lloramos por los motivos y pensamientos pecaminosos. Podemos reconocer y pedir perdón esporádicamente por los pecados que cometemos. Pero en ocasiones, no mostramos esa misma disposición con las actitudes pecaminosas. Juan escribió que “si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos” (1 Juan 1:8).
LA TERCERA causa para que las buenas noticias se vuelvan en solo noticias, son los ídolos de nuestro corazón. Aunque esto bien puede caer en la categoría de pecado, prefiero tratarlo por separado, porque la idolatría puede esconderse aun detrás de las cosas legítimas. La idolatría se puede ocultar en las bendiciones, en la familia, en el trabajo, el entretenimiento e incluso en las responsabilidades ministeriales. Un ídolo es todo aquello que ha cautivado nuestro corazón, nuestra mente y fuerzas. Por eso, cuando algo toma lugar en nuestro corazón, Cristo es desplazado y nuestro amor, entrega y devoción por él es ahora ofrecido al ídolo. No se puede servir a dos señores. Tampoco amarlos. Cuando las buenas noticias se vuelven solo noticias, quizá sea tiempo de averiguar quién o qué se convirtió en nuestro ídolo. (1 Juan 5:21).
¿QUÉ HAGO?
La gran noticia es que el evangelio, por su misma naturaleza ofrece esperanza incluso en situaciones como estas, porque al fin y al cabo el evangelio sigue siendo eso: buenas noticias.
Procura arrepentimiento. La primera solución a las tres posibles causas (mencionadas arriba) es la misma: Arrepentimiento. Necesitamos arrepentirnos si hemos pecado; necesitamos arrepentirnos si hemos descuidado el arrepentimiento de los pecados menos visibles y necesitamos arrepentirnos si albergamos un ídolo en el corazón. Hay gracia para el pecador. El evangelio también ofrece gracia al creyente cuando se arrepiente. Mira tu pecado pero luego mira cinco, seis, siete veces más a Cristo.
Cultiva un mayor entendimiento de tu Salvación. Profundiza en tu comprensión del Evangelio. Esto debe ser un ejercicio de toda la vida. Estudia la Biblia, lee buenos libros, pregunta, medita y conversa de tu salvación pero no te conformes con un entendimiento superficial de la cruz.
No desperdicies la Santa Cena. Mas allá de la frecuencia con la que tu iglesia celebra esta ordenanza, aprovecha la celebración de la Cena del Señor para renovar tu compromiso, tu comprensión y agradecimiento por tu salvación. Que el Señor nos guarde de una respuesta tibia ante su gracia. Que seamos librados de un cristianismo monótono, sin gozo, ni satisfacción. Si el evangelio perdió su atractivo y las buenas noticias se vuelven solo noticias, debemos correr a Cristo, como la primera vez: confesando nuestro pecado y confiando en él (en fe y arrepentimiento). El sigue siendo nuestra esperanza. Cristo es el remedio para el enfermo que padece de falta de deleite en Cristo.