El auténtico amor

0
181

EL EVANGELIO EN MARCHA

El auténtico amor

(ROMANOS 12:9-10)

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor

 

INTRODUCCIÓN: Me llama  la atención que este texto de Romanos 12, que trata temas  tan variados incluyendo los dones espirituales y los deberes cristianos, aparezca   la palabra “amor” en el centro  como para unir y conectar a todo el pasaje. Qué significa  esto. Bueno si miramos hacia atrás en los primeros dos versículos donde hablamos de presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo, y luego que somos un cuerpo en Cristo, la conclusión es que nada de eso podrá ser real sino tengo amor. ¿Le llama la atención que este texto aparezca exactamente después que Pablo nos habló de por lo menos siete dones del Espíritu? ¿Y qué es lo que nos dice el mismo  Pablo en 1 Corintios 13? ¿A caso no plantea para qué me sirven los dones espirituales si no tengo amor? Pero siga leyendo usted Romanos 12 y se dará cuenta que todos los demás deberes del cristiano que se ejerzan dentro del cuerpo si no se ejercen bajo un auténtico amor no tiene ningún valor. Siga avanzando  y descubrirá que si su amor no es auténtico nada de lo que hago tendrá valor. Será, como en efecto lo ha dicho Pablo, metal que resuena que hace ruido y nada más. El resto de las palabras que usamos pudieran estar relacionadas con mentiras, falsedades, hipocresía, enemistades, pleitos y un largo etcétera, pero la palabra amor (el auténtico amor) rechaza todo lo que no es verdadero, lo que no es honesto, lo que no es sincero. El verdadero amor es puro, amable es benigno, no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El auténtico amor “nunca deja de ser” (1a Cor. 13). Los deberes cristianos tienen que ejercerse bajo este mandamiento bíblico de Romanos 12:9-10. Veamos de qué se trata esto.

 

  1. EL AUTÉNTICO AMOR ES SIN FINGIMIENTO

 

  1. Es el amor que no hace nada indebido. La palabra “fingimiento” estará siempre asociada con la palabra “engaño”. Es aquello donde vemos una especie de agenda escondida. Que bajo el disfraz del amor hay malas intenciones. Un amor sin fingimiento es  puro e inocente en el sentido de que el amor está  a la vista. El amor sin fingimiento no busca sacar  ventajas de los demás, eso no es amor. Nos llama la atención que la palabra “fingimiento” en griego es anupokritos  que significa genuino, sincero, sin hipocresía. Pablo utiliza esta palabra para describir el amor que existe entre uno y otro. Por otro lado la palabra    hypokritos   es   la que se usa  para “hipócrita” que representaba al actor  que se pone una máscara. Eso es fingimiento. Lamentablemente el egoísmo hace que el amor sea fingido. Pablo nos recuerda que el auténtico amor “no hace nada indebido”.

 

  1. El amor todo lo cree. Porque no tiene malicia. Esa clase de amor tiene un sentido de inocencia. Es el amor que yace en el corazón de un niño. Por cuanto no está contaminado con la sospecha o suspicacia. Esto significa que el amor verdadero y duradero  se  expresa a través de  la fe. Por lo tanto la fe y el amor se entrelazan porque el amor se basa en la confianza. Es aquello que dice: “Yo creo en ti. Yo confío en ti. Yo tengo la seguridad en  ti”. Usted no puede amar a alguien en quien no confía. Esta es la esencia de un amor sin fingimiento. Tener confianza en una persona es el mejor regalo que uno puede tener. ¿Usted se imagina que de repente en el cuerpo comience a darse una desconfianza entre sus miembros? Qué tal que un día amanezca la mano desconfiando lo está haciendo el pie. O que tal un día la cabeza diga que no le manda más órdenes al corazón porque desconfía que  hará  otra cosa.

 

  1. EL AUTÉNTICO AMOR BUSCA SIEMPRE LO BUENO

 

  1. El auténtico amor aborrece lo malo. Pablo nos sigue hablando del amor auténtico y nos trae ahora la declaración que ese amor “aborrece lo malo”. No podía ser de otra manera. Es ese amor que tiene su encarnación en Dios que no acepta el mal porque es contrario a su naturaleza. La cultura de Pablo y la nuestra es perversa en todas sus manifestaciones. El asunto es que el amor no puede cegarnos hasta el punto de ser tolerantes con el mal. ¿Por qué el creyente debe aborrecer el mal? Porque es enemigo de Cristo y nosotros somos amigos de él. Porque Cristo murió para vencer el mal entonces sus seguidores, en lugar de tolerar el mal, deben aborrecerlo. Hay palabras que salen de mi boca que debo aborrecerlas. Hay pensamientos que salen de mi mente que debo aborrecerlos. Hay tentaciones a las que soy invitado que debo aborrecerlas. Y hay tendencias del corazón que debo aborrecerlas. Mi temor a Dios debe ser suficiente razón para aborrecer el mal. Proverbios 8:13 es un llamado a aborrecer cuatro cosas: el orgullo, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa. Eso debe ser aborrecido.

 

  1. El auténtico amor sigue lo bueno. Lo primero que el texto no nos dice es que amemos lo bueno sino que sigamos lo bueno. Esto es una acción a la que nos llama la palabra. Así que lo opuesto al mal es aferrarnos a hacer el bien. El sentido de esta palabra “seguir” es “estar fuertemente pegado”. El mundo ya tiene suficiente maldad. Lo que vemos todos los días es maldad. Nuestra mente parece habituarse a lo que es cotidianamente malo. Pero el llamado del auténtico amor es a seguir lo bueno. Llenemos nuestros corazones de pensamientos buenos. Pablo nos da luz acerca de esto cuando nos dice en lo que debemos pensar: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad (Fil. 4:8). En torno a lo que debemos decir se nos exhorta de esta manera a seguir siempre lo bueno: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”(Col. 4:6). Y en cuanto a lo que debemos hacer Jesús nos ha dicho que sigamos sus pisadas. Su carácter nos modela para vivir haciendo el bien. Que así sea.

 

III. EL AUTÉNTICO AMOR NACE EN LAS ENTRAÑAS

 

  1. “Amaos los unos a los otros” v. 10ª. La frase “unos a otros” es muy común en todo el Nuevo Testamento y es una nota distintiva para ilustrar lo que debe suceder en el cuerpo de Cristo, la iglesia. Es por eso que se le exhorta al creyente a: “Saludaos unos a otros con un beso santo” (1 Cor. 16:20). “Servíos por amor los unos a los otros” (Gál. 5:13). “Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros” (Ef. 4:32). “Enseñándoos y exhortándoos unos a otros” (Col. 3:16). “Animaos unos a otros” (1 Tes. 5:11). Y es en medio de todos estos mandamientos que nos muestran la manera cómo vivir en  este cuerpo que aparece el mandamiento mayor. “Amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro”(1 Pe. 1:22).

 

  1. Un amor que nace de las mismas entrañas. El amor fraternal no son palabras superficiales sino un asunto que se  produce en la intimidad de mi ser. No es un amor basado en la afinidad de los gustos, personalidad o costumbres similares. Curiosamente, aunque este amor se da entre seres humanos, su procedencia es netamente divina. Por lo tanto es un amor  entre dos personas que tienen la misma fe en Dios. Pedro nos dice que este amor es el resultado de  la purificación de nuestras almas: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro…” (1 Pe. 1:22). En base a esto, él mismo recomienda, que “ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados (1 Pe. 4:8). Es por eso que se nos recomienda a no amarnos de “labios no fingidos”.

 

  1. EL AUTÉNTICO AMOR ANTE PONE A LOS DEMÁS

 

“En cuanto a honra” es la palabra clave. ¿Qué quiere decir esto? El que ama a su hermano le honra. El que no honra a su hermano no le ama. Esto significa que en la medida que practica el amor fraternal no hará nada que le deshonre. La actitud del creyente no puede ser comparada con la del mundo. ¿Ha visto en su vecindario que haya un día a la semana para honrar al vecino por su trabajo, esfuerzo, dedicación y entrega? ¡No, eso nunca se da allá! Esa es una virtud exclusivamente cristiana. La idea de esta demanda bíblica es que yo me baje para elevar al otro. La oración de San Francisco de Asis interpreta muy bien esta demanda bíblica: “Señor, que sea instrumento de tu paz.  Que donde haya odio, ponga yo amor.  Que donde haya ofensa, ponga yo perdón.  Que donde haya discordia, ponga yo unión.  Que donde haya error, ponga yo la verdad.  Que donde haya duda, ponga yo fe.  Que donde haya desesperación, ponga yo esperanza.  Que donde haya tinieblas, ponga yo la luz.  Que donde haya tristeza, pongo alegría.  Oh maestro, que yo no busque tanto: Ser consolado… como consolar.  Ser amado… como amar.  Porque: Es dando… que uno recibe;  es olvidándose… que uno encuentra;  es perdonando… que uno es perdonado;  Es muriendo… que uno resucita a la vida eterna”. El auténtico amor trabaja para labrar la dicha ajena. Preferir a otros no es normal en el mundo, pero lo debiera ser en la vida de la iglesia.

 

CONCLUSIÓN: Alguien escribió el  siguiente  párrafo que nos ayuda  muy bien a practicar el amor fraternal, del que les estoy hablando hoy: “Cuando para alguien sea tropiezo mientras mi orgullo aumenta, DÍMELO. Cuando me veas andar por el camino sin luz, cuando me veas huir de la presencia de Dios, LLÁMAME. Cuando me veas débil, caído, llevando mi vida hasta el mundo falaz, ZARANDÉAME. Cuando me veas que tropiezo, me hundo, me caigo, destrozo, lastimo, que lucho y me pierdo, GRÍTAME. Cuando me veas que hiero, crítico, cuando de testificar me olvido, REPRÉNDEME. Cuando, hermano, me veas perdido, lejos del camino que Dios nos trazó, ENDERÉZAME, pero sobre, hermano, ÁMAME.

 

Si usted quiere comunicarse con el pastor Julio, llámelo al (571) 251- 6590 o escríbale a pastorjulioruiz55@gmail.com