EL EVANGELIO EN MARCHA- PERLAS DEL ALMA
“¿A quién iremos?”
Por: Francisco Aular (faular @hotmail.com)
Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Juan 6.68 (RV60)
En una de las reuniones de nuestra Asociación de Iglesias Bautistas de la ciudad, el pastor fundador de una de nuestras congregaciones, tuvo la meditación y lo hizo en este versículo de hoy. Nos dijo como ilustración: “Una noche, me encontraba preparando las tarjetas de invitados al décimo aniversario de la iglesia que ya estaba cerca. Frente a mi tenía dos listas los miembros activos y muchos de los que habían sido miembros iniciales, pero un día sin decirnos nada, no volvieron…” -Aquí se conmovió aquel hombre de tantos años en el ministerio, y siguió el relato-: “Escribí el nombre de aquellos que nos habían dejado, invitándolos al evento. Mi esposa, pasó y vio los nombres y me dijo, “-perdóname mi amor, ¿porqué los invita? Ellos, saben que cuando quieran pueden volver, pero en este caso: ¡déjalos ir!…”
Ciertamente, la frase más triste que un pastor o un líder puede oír es esta: “Pastor, me voy de la iglesia.” Generalmente se las he oído a personas que nos dejaron a pesar de haberlos buscado, y estar dispuestos nosotros a caminar muchas millas con ellos. En realidad los pastores que tenemos una vocación, una frase así, lo desconsuela pero en algunos casos, el obrero sabe que la vida de una iglesia es dinámica, algunos se van y otros llegan. De todos modos, se pregunta una y otra vez ¿en qué fallé? Me parece que algunos de los que van de iglesia en iglesia, sienten un deleite en irse de las manos de un pastor, sin hablar con él. Se ve a lo lejos que son cristianos nominales, nada más. Algunos huyen del compromiso y responsabilidad como cristianos. En esos momentos, un pastor que honestamente ha atendido a esa persona que lo deja, debe orar para encomendar a esa oveja en las manos de otro pastor y dejarlos ir.
Por otra parte, JESÚS nunca rebajó sus demandas a sus discípulos espontáneos que vinieron, lo conocieron y lo dejaron. Les habló claro, y por ello: “desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él”. Cuando JESÚS, vio esta situación, les preguntó a los doce: “¿Queréis acaso iros también vosotros?” Me imagino la ternura de JESÚS, al hacer esta pregunta. Esto hizo que Pedro reafirmara su fe y lealtad en Él: “¿Señor a quién iremos?” Puede ser que Pedro muchas veces, por ser tan rápido en sus declaraciones, se equivocó. Pero aquí en este versículo devocional de hoy, dijo la verdad más grande. No podemos ir a ningún otro para darle lo que somos, hacemos y tenemos porque no hay otro como nuestro amado JESÚS.
Hace muchos años, JESÚS me trajo a Él. Luego, Dios en su misericordia, me llamó a Su servicio y siendo muy joven le rendí lo único que poseo en esta tierra, mi vida. Desde entonces, he tenido que salir muchas veces de la compañía de personas que amo y en compañía de las cuales les he servido con humildad al SEÑOR, para ir a otros lugares de servicio en el Reino. Igualmente, hemos despedido a los amados que nos han dejado para ir y servir en otro lugar por razones geográficas u otras razones valederas. A pesar del dolor y las lágrimas de las despedidas, nos hemos consolado los unos a los otros. ¡Así funciona el amor de CRISTO en Su Iglesia!
Pero lo cierto es que, Dios ha puesto rápidamente ya 54 años entre aquella decisión de andar con JESÚS y hoy; y puedo afirmar, mi lealtad a mi amado Señor y Salvador por una sencilla razón: “¿A quién iremos?”
PERLA DE HOY: JESÚS es único, hazte Su único para Él.