La alabanza de un alma agradecida

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EL EVANGELIO EN MARCHA

La alabanza de un alma agradecida

(SALMO 103:1-5)

 

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor

 

INTRODUCCIÓN: El rey David se conoce en la historia, no solo como un gran guerrero, sino como  uno de los más grandes músicos, especialmente en lo que respecta la adoración a Dios. Se dice que él mismo preparó unos 4.000 mil instrumentos musicales, y llegó a tener coros de miles de voces, quienes se turnaban para ofrecer la adoración a Dios. Era un verdadero maestro para conducir a su pueblo, no solo en una  exitosa guerra, sino en la alabanza pública, hasta decir: “Venid, clamemos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de la salvación. Lleguemos ante su presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos” (Sal. 95:1, 2).

Pero antes de  hacer la adoración pública él sabía que debería haber una alabanza personal, sincera, de corazón, con toda el alma. Fue por eso que en uno de esos grandes momentos de inspiración, él mismo convoca a su propia alma para que alabe a su Señor v. 1, 2. Y como  si se tratara de una conversación entre David y su alma, dice: “y no olvides ninguno de sus beneficios”.

Es como si dijera “alma mía, cuando estés delante de Dios en alabanza, no te olvides de todos las cosas que el Señor te ha dado y ha hecho por ti”. Y es que no puede presentarse una alabanza al Señor sin tomar en cuenta las sobradas razones para estar agradecidos. Somos muy dados a olvidar las cosas, y esto no solo tiene que ver con la edad, pues hasta los niños se olvidan de ciertas cosas. Somos propensos a  olvidamos de los beneficios recibidos, especialmente los que nos vienen de Dios.

Hay gente que piensa que todo lo que tiene se debe a su esfuerzo personal, de modo que cuando se les habla de Dios caen en la necedad de negar cualquier acción de él en sus vidas. Solo basta pensar en esto de dónde  viene el aire que respiramos, el sol y la lluvia para que produzca la tierra, la sabiduría y el conocimiento, las fuentes de donde se originan todos los trabajos. De quién es el oro y la plata. Quién hizo la naturaleza y por qué Dios  colocó al hombre para que fuera señor de ella. Oh, amados, tenemos todas las razones para ser agradecidos. No incurramos en la falta de olvidarnos de Dios. Sin sus beneficios sería imposible la vida. “Entremos por sus puertas con acción de gracias”. Por qué debemos ser agradecidos.

 

  1. PORQUE SOLO DIOS PUEDE PERDONAR LOS PECADOS v.3a

 

David escribió, en uno de los más difíciles tiempos de su vida, su más grande declaración de esperanza, cuando dijo: Bienaventurado aquel cuya trasgresión ha sido perdonada, y cubierto pecado@ (Sal. 23:1) Ningún asunto en la vida trae más descanso del alma y tranquilidad en la conciencia, que el saber que nuestros pecados han sido perdonados. Y es que el pecado afea la vida. Puede arruinarla desde muy temprana edad. Trae vergüenza, tristeza, lloro y la puede marcar  para siempre. El pecado es aquel asunto que se mueve dentro de nuestro ser y que luego nos impulsa a hacer lo que gratifica la carne, aunque después hay pesar en el espíritu.

Es como lo describió Pablo: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago” (Rom. 7:15) El pecado hace que uno haga las cosas que finalmente más aborrece. Es por eso que el salmista prorrumpe en un canto de alabanza al decir “él es quien perdona todas tus iniquidades”. Nadie más tiene el derecho de hacer esto sino él.

 

  1. PORQUE SOLO DIOS PUEDE SANAR TUS DOLECIAS v. 3b

 

Cuando la Biblia habla de la gratitud, no clasifica los motivos por los que debiéramos ser agradecidos; sencillamente nos dice, “Dad gracias a Dios es todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo” (1 Tes. 5:18) De esta manera, el creyente es alguien que sabe dar gracias a Dios, aun por los dolores de su vida. No sabemos cuales enfermedades físicas tuvo David durante su larga vida, pero si sabemos que tuvo enfermedades de su alma como consecuencia de sus pecados. Es posible que este salmo fue escrito en el cenit de la vida de David. Si esto fue así, por seguro que ha traído a su memoria el continuo trabajo de su Dios como su Médico divino durante todos los años de su vida. En esta otra declaración,  él  reconoce cuan importante es esta obra de Dios en cada uno de nosotros. Quien esto escribe, fue testigo este año de esta afirmación bíblica. Dios usó los instrumentos de la ciencia para traer sanidad a mi afectado corazón.

 

III.  PORQUE SOLO DIOS PUEDE RESCATAR  DEL HOYO TU VIDA v.4
David proclama en el salmo 40:1-3, lo siguiente: “Pacientemente  esperé  a Jehová, y se inclino a mí y oyó mi clamor y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso, puso mis pies sobre peña y enderezo mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y teme”. Por su condición de guerrero, y por los continuos peligros que le tocó vivir, David experimentó muchos de esos “hoyos de desesperación” y de igual manera vivió en  algún “lodo cenagoso”. Por seguro que en su propia condición moral y espiritual experimentó estos tremendos estados emotivos, donde sintió que su alma fallecía. Pero en el canto de su alma agradecida  pudo decir que su Dios “puso mis pies sobre peña y   enderezó  mis pasos’.  En algún momento de nuestras vidas podemos estar en el POZO DE LA DESESPERACIÓN.

 

Tenemos que agradecer a Dios las tantas veces que nos ha  rescatado de nuestro propio “pozo de desesperación”. El apóstol Pedro mientras mantuvo su mirada en el Señor pudo caminar sobre las aguas, pero cuando puso su mirada en las “aguas turbulentas” cayó en el pozo de la desesperación hasta  el  punto de sentirse que se  estaba ahogando.  Pero Cristo, cual Pastor divino le sacó de tal condición. No importa  cuán grande sea tu “hoyo”, de allí te librará el Señor.

 

  1. DIOS PUEDE  CORONARTE DE FAVORES Y MISERICORDIAS v.4b

 

Su favor y su misericordia son una expresión de su amor por nosotros.  Dios te quiere hacer bien y  llenar con sus bendiciones. Las coronas se le colocan a los vencedores, a los triunfadores.
El  apóstol  Juan  proclama que somos más que vencedores por medio de aquel que  nos amó (1 Juan 5:4). Por lo tanto somos un pueblo de   vencedores, y a ese pueblo  Dios  ha coronado de FAVORES Y MISERICORDIAS. A los reyes de la tierra se les coloca una corona llena de diamantes, oro fino y perlas de las más lujosas. A los vencedores de las disciplinas deportivas se les corona con medallas de oro, con trofeos de plata y con grandes reconocimientos, propios de vencedores. ¡Qué bendición se le concede a un  hijo de Dios!

 

  1. DIOS  PUEDE  SACIAR DE BIEN TU BOCA… V. 5

 

En  la oración del  “Padre nuestro”,  el señor Jesucristo estableció dos  grandes aspectos, uno relacionado con Dios y el otro vinculado al hombre y sus necesidades.  En Mateo 6:11, se nos  dice: ” El pan nuestro de cada día danoslo hoy”. Aquí tenemos   la oración para  la satisfacción de  nuestra hambre. Pero muchos años atrás, antes que el Jesucristo dijera la muy famosa oración del Padre nuestro, el salmista ya había  dicho  que Dios es  quien “sacia de bien tu boca”. Un vistazo a nuestro pasado nos lleva a reconocer que siempre hemos tenido alimento en nuestras mesas. Que aun en los momentos más críticos, su provisión   no se agotó. Y esto es así porque “si él cuida de las aves, cuidará también de ti”. Es verdad que el hambre es grande en el mundo entero, y muchos mueren de ello. Pero los que esperan en el Señor, como esperan las aves del  campo, Dios los alimenta.

 

CONCLUSIÓN: De esta manera podemos cantar junto con el salmista: “Bendice, alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”.

 

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