EL EVANGELIO EN MARCHA
El sermón más corto con mayor alcance
(JONÁS 3)
Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor
INTRODUCCIÓN: El primer asunto que encontramos en este tercer capítulo de Jonás es la declaración “vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás”. Esta palabra no fue como la primera que el profeta desobedeció. La experiencia en el gran pez fue muy fuerte; Jonás sabe que su Dios le ha dado una nueva oportunidad. Una de las grandes lecciones del fracaso y el perdón de Jonás es que Dios puede continuar usando a quienes regresan a él. Que bendición es saber que servimos al Dios de la segunda oportunidad. Al igual que Jonás, muchos líderes espirituales recibieron una segunda oportunidad de hacer lo que Dios lo llamó a hacer. Adán pecó en el Edén y Dios lo dejó más de 900 años después. Moisés asesinó a un hombre y Dios lo llamó para guiar a su pueblo. Elías se dio por vencido, y se quejó, pero Dios lo volvió a poner en su servicio profético cuando le llamó en la cueva donde estaba. Pedro negó al Señor y luego Dios lo usó en Pentecostés. Juan Marcos abandonó el equipo misionero en Panfilia, pero Dios lo impulsó a escribir el segundo Evangelio. Y así ha sido la historia de la iglesia a través de los tiempos. Todos hemos recibido una multitud de oportunidades para regresar y servir a Dios. Ahora estamos en presencia de un profeta remojado, pero renovado para que predique en la gran ciudad de Nínive. El sermón de Jonás fue de condenación, pero trajo un avivamiento auténtico que afectó al individuo, así como a la cultura. Este hombre predicó el sermón más corto de mayor alcance. Pero, ¿cómo usó Dios aquel mensaje de tan solo ocho palabras para cambiar a toda una nación y que no pereciera bajo el juicio divino?
UN MENSAJE DE JUICIO PUEDE SER TORNADO PARA QUE LOS HOMBRES CREAN EN DIOS
- Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad… v. 2. Jonás fue a predicar con obediencia incuestionable. Pero debemos preguntar: “¿Por qué ellos? ¿Por qué entonces?” La gente de Nínive no estaba orando por el avivamiento, ni estaba interesada. La renuencia de Jonás era un poco razonable porque los asirios, por su condición de nación pagana, sanguinaria e idólatra, eran más candidatos para el juicio soberano de Dios que la extensión de la gracia soberana de Dios. Toda la nación estaba bajo un juicio indetenible, pero Dios quería darles una oportunidad como se la ha dado también a su profeta. Observe este texto. Nínive se describe tres veces como una gran ciudad (1:2; 3:2; 4:11; “ciudad grande en extremo”, 3:3). Lo que se sabía de la ciudad era que estaba rodeada por dos muros, uno interior y otro exterior. El interior era enorme 15 metros de ancho por 30 de alto y tenía unos 13 kilómetros. de circunferencia. El hecho que sea el mismo Dios que describa el tamaño de la ciudad es una forma de ver su compasión y amor por esa gente. Dios no quiere la muerte del impío sin antes darle una oportunidad para ser salvo. Juan 3:16 ya existía desde el Antiguo Testamento.
- Y los hombres de Nínive creyeron a Dios… v.5. Cuando Jonás predicó su sermón la intención de su corazón no fue la misma que tuvo Dios. El asunto es que mientras el profeta espera algún fuego del cielo para consumir a sus habitantes, sucedió algo extraordinario. Lo nunca había pasado ahora es un hecho. El texto nos dice de una manera contundente que los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. No sabemos cuántos dioses adoraban los habitantes de Nínive, pero lo que ahora estamos leyendo es que ellos creyeron a Dios e hicieron dos cosas que confirman su contrición y arrepentimiento: proclamar ayuno y vestirse de cilicio.
UN MENSAJE DE JUICIO PUEDE SER USADO PARA CONMOVER EL CORAZÓN DE LOS QUE GOBIERNAN
- Levántate y ve a Nínive… v. 2ª. Dios le dijo a Jonás que fuera y “predicara el mensaje que te digo”. Una de las cosas que uno puede ver en esta historia es que, si bien la renovación espiritual puede ocurrir sin un predicador o profeta, nunca ocurre sin la verdad divina. Y aquí Jonás declaró la Palabra de Dios. Curiosamente, el profeta no adornó su sermón por temor de o miedo de ofender a la audiencia. No clamó por su favor, ni tembló por sus amenazas. Este escenario le recuerda al predicador su deber como mensajero de Dios. Dios sabía que en esta ciudad todos necesitaban escuchar el mensaje, de allí que la orden era: Levántate y ve. El problema que enfrenta hoy el evangelio es que no queremos levantarnos e ir.
- Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive… v. 6. Como era de esperarse, el rey de Nínive escuchó el mensaje e inmediatamente reconoció la intervención del cielo sobre el país que dirige. Él es el hombre que gobierna la nación y el acto de despojarse de su silla y buscar en arrepentimiento al Señor es uno de esos ejemplos que todos los que esperamos por un avivamiento en nuestros países debiera suceder. El salmista puso esto en perspectiva cuando dijo: “Bienaventurado el pueblo que tiene esto; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová (Sal. 144:15). La nación que tiene un gobernante que en lugar de buscar a Dios y arrepentirse, busca a brujos y deja que en su gobierno entre todo tipo de sincretismo religioso no podrá esa nación tener ningún progreso.
UN MENSAJE DE JUICIO PUEDE HACER QUE LOS IMPÍOS CLAMEN POR MISERICORDIA
Jonás no conocía un mensaje de misericordia sino de juicio. Su sermón no contemplaba la palabra misericordia. A este profeta, a pesar del amor que Dios tenía por esa nación, no le interesaba que aquellos hombres conocieran la salvación a través de la misericordia divina. Vea otra vez que su mensaje no fue, por ejemplo, “arrepiéntanse porque dentro de cuarenta días Nínive será destruida”. No, él no dijo eso. No había esperanza en su mensaje. Los ninivitas esperaban que Dios se volviera de su furor; y que así evitarían su destrucción. Ellos no podían tener tanta confianza de hallar misericordia por arrepentirse como nosotros, que tenemos la muerte y los méritos de Cristo, en los que podemos confiar para recibir perdón al arrepentirnos. Ellos no se atrevieron a presumir, pero no se desesperaron. La esperanza de misericordia es el gran aliento para arrepentirse y reformarse. Acerquémonos osadamente al trono de la gracia para que nuestro amoroso Dios nos mire con compasión.
UN MENSAJE DE JUICIO PUEDE HACER QUE DIOS CAMBIE DE PARECER
- ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios…? v.9. Esta pregunta que hacen los penitentes de Nínive está envuelta entre la duda y la esperanza. Por un lado, ellos han visto y oído a un hombre que proclama por sus calles un mensaje que ha traído pánico colectivo, pero a su vez un anhelo profundo por contar con la misericordia de Dios en lugar de aplicar su ira sobre ellos. La pregunta de los ninivitas, respaldada por su rey, está llena de temor y reverencia. Es más bien un deseo por evitar el juicio del cielo, pero en el fondo también es un deseo de cambio. Esta pregunta para algunos pudiera ser confusa, pues lo primero que viene a nuestro razonamiento es si Dios puede arrepentirse. La respuesta a este planteamiento teológico es que no. El escritor de Números nos dice que “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta” (Nm. 23:19).
- “Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino…” v. 10. He aquí lo que hace que Dios cambie de parecer respecto al asunto del pecado. Esto explica aquel texto del profeta Ezequiel que dijo: “¿Acaso me complazco yo en la muerte del impío–declara el Señor DIOS– y no en que se aparte de sus caminos y viva?” (Ez.18:23). Mis amados, otra vez, esta es la esencia de Juan 3:16. Esta es la esencia del evangelio. Sorprendentemente Jesús nos dirá que esa generación que se arrepintió y buscó al Señor se levantará en el día del juicio para condenar a los que viendo lo que ellos no vieron, pero no creyeron. El destino de cada hombre no está determinado por algunos astros o por algún signo que decreta alguna fatalidad final. Somos nosotros los que determinamos donde pasaremos la eternidad. De parte de Dios él busca que los hombres se arrepientan. Observe este cuadro de la humanidad en la misma muerte de la cruz. Allí se definió el destino de los dos hombres que estuvieron más cerca de Jesús en lo que respecta al tema de la salvación. Uno decidió irse con el Señor al cielo. El otro decidió irse al infierno. El perdón de Dios es lo más cercano para cada hombre.
CONCLUSION: De todo este pasaje hay dos textos que son como el corazón del asunto. Ante el corto sermón de Jonás, lleno más de juicio que de misericordia, la reacción de la ciudad fue que “los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos” v. 5. Esto es lo que Dios ha buscado desde el mismo momento que el hombre pecó y cayó de la gracia. Creerle a Dios es reconocer que se ha pecado contra él, arrepentirnos de lo que ha hecho el pecado en ofender al Señor, y que en consecuencia debemos esperar que Dios se compadezca de ese hombre pecador y ahora penitente. El otro texto es como la respuesta a lo que esta gente hizo: “Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo” (v. 10). Dios detiene su juicio cuando encuentra un corazón que se arrepiente. Como he dicho, el perdón de Dios es el asunto más cercano al corazón de los hombres. Ningún asunto llama más la atención de Dios que un corazón arrepentido.
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