Entonces, ¿para qué sirve la ley?

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Judgment Day

EL EVANGELIO EN MARCHA

Entonces, ¿para qué sirve la ley?

(GÁLATAS 3:19-29)

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor

 

 

INTRODUCCIÓN: Esta pregunta es como el corazón de la carta. Los argumentos de Pablo, presentados de una forma poderosa y hasta ingeniosa, han llegado a su cumbre para demostrarle a todos los que pretendían confundir a los creyentes gentiles que la ley no fue dada para la justificación del hombre delante de Dios. Pablo ha hablado primero de Abraham y su fe, pero también de los que han sido sus hijos, 400 años antes que llegara la ley en el Sinaí. La pregunta de Pablo pudiera ser una ofensa para aquellos que hasta ese momento habían defendido esta ley y que los podía llevar a formular al apóstol otras preguntas, tales como: “Si tú dices que el hombre no puede salvarse por la ley, ¿para qué sirve la ley? Si nadie puede ir al cielo por guardarla, ¿para qué fue escrita? ¿Qué sentido tiene que Moisés la haya dado?”. Bueno, Pablo les responderá a través de la ley misma.  El asunto es que una vida sin ley no tiene conciencia de pecado. ¿Se imagina usted vivir en un mundo sin ley? Por otro lado, ¿por qué le tememos a la ley? ¿Por qué se teme ir a una corte? Así, pues, la respuesta que Pablo trae confrontará a los que piensan que él es un traidor a su fe, y a su vez dejará claro la gran revelación que ha traído la ley y por qué debemos estudiarla. Porqué ella “es el gran mensajero de la venganza de Dios, que es enviado al mundo”, como diría Spurgeon. “Entonces, ¿para qué sirve la ley?”. ¿Cuál es la importancia de este mensaje para la iglesia de hoy? Respondamos, pues, a esta tan interesante pregunta.

 

LA LEY PRODUJO EN EL HOMBRE UNA CONCIENCIA CULPABLE

 

  1. La ley golpea adentro para buscar lo de arriba. Lo irónico de esto es que si bien es cierto que hubo un tiempo cuando la ley no existía, y por lo tanto no había culpabilidad por el pecado, ella fue ordenada por Dios para revelarle al hombre su más grande miseria. Esto es lo que Pablo dice en el capítulo siete de Romanos: “ Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí” v. 9. La ley fue dada para golpearnos, y hasta matarnos, con la finalidad de llevarnos a considerar cuán lejos estamos de Dios y cuán peligroso es esta posición sin su ayuda. ¿Qué es lo que plantea todo esto? Pues que llegamos a ser culpables con relación a cada letra de la ley. Escúchelo bien, en cada tilde de la ley. Esto significa que todos los que estamos acá presentes hemos transgredido los mandamientos de la ley.

 

  1. La ley condena ante la más mínima infracción. La ley nos demanda una obediencia perfecta. Esto significa que ante lo más mínimo que le fallemos ya nos constituimos en infractores de ella. Entonces, ¿qué puede hacer la ley por nosotros? Déjeme decirle que lo único que puede hacer la ley por nosotros es que sintamos que no somos nada. No puede darnos vida, no puede limpiarnos, no puede cubrir la vergüenza que ella misma pone al descubierto. Voy a ponerle este ejemplo. Supongamos que usted ha guardado los diez mandamientos. Vamos a pensar que usted es un hombre tan justo que ha sido capaz de guardar la ley escrita, pero voy a llevarlo a la ley del espíritu, la que introdujo Cristo. Tomemos dos mandamientos que son quebrantados a menudo: el no matarás y el no cometerás adulterio. Suponga que usted dice: “Todo esto lo he guardado desde de mi juventud”. Pero resulta que Jesús dijo: “Cualquiera que mirare una mujer para codiciarla, ya adulteró en su corazón”. Y también Jesús dijo que, aunque nunca hayamos matado a alguien, el que esté enojado contra su hermano se convierte en un asesino. Nadie puede justificarse.

 

LA LEY CORTÓ LA ESPERANZA A NUESTRAS PROPIAS PROMESAS

 

  1. La ley dada no puede vivificar v. 23. La tendencia natural del hombre es que después que se siente culpable, eso es, después que la cirugía que hace la ley le pone al descubierto, hace promesas para enmendar su actual condición, y luego hace sus planes diciendo que en el futuro serán mejores; que a partir de esta o la otra semana serán distinto. Sin embargo, cuando esto piensa, y en virtud que lo que dicen se basa en sus méritos para lograrlo, la ley que no fue dada para vivificar en él nada de lo que está muerto, le dice: “He descubierto tu llaga y no hay nada que puedas hacer por ti mismo para sanarte; si intentas hacerlo morirás más rápidamente”. Nuestras propias promesas que buscan más una reforma en nosotros que una real salvación lo que hace es producir una mayor condenación.

 

  1. La ley nos encierra en nuestros pecados vv. 23, 24. Ninguna experiencia es más triste que aquella de estar encerrado bajo la ley o por la ley. Un preso condenado a cadena perpetua y luego sentenciado a la pena capital sabe perfectamente cuán terrible es el peso de la ley, producto de sus malas acciones. Esto es lo que exactamente ha pasado con la ley. La ley te dice que a menos que obedezcas perfectamente, no podrás ser salvado por tus hechos. De esta manera, al cometer un solo pecado te llegas a manchar todo. Que una sola falta, la más mínima que sea, lo arruinas todo. Veámoslo de esta manera. La única ropa que Dios acepta en el cielo será blanca, símbolo de santidad y pureza. Eso significa que Dios no puede aceptar una ley que hayas violado.

 

LA LEY NOS CONDUCE AL ÚNICO QUE PUDO CUMPLIRLA

 

  1. La ley tenía fecha de expiración v. 19b. La ley no fue dada para siempre. Ella nació con fecha de expiración. Fue temporal hasta que se manifestase la simiente, eso es, hasta que apareciera el Mesías prometido. En eso consistió la promesa que se le hizo Abraham v. 16. En este sentido, la ley ha servido para revelarnos la profecía que apareció en Génesis 3:15, y que fue ratificada a Abraham en lo que respecta a la simiente. Me gusta lo que dijo Spurgeon en un de los sermones que tiene sobre este pasaje: “De la misma manera que el oropel hace resaltar las joyas, y las manchas oscuras hacen que los tintes brillantes luzcan más brillantes, así la ley hace que Cristo aparezca más puro y más celestial”. Lo que este texto plantea es que la ley no sería para siempre, tenía un tiempo de duración hasta que cumpliera con este propósito. Hablando de la inferioridad de la ley, el texto lo presenta en la forma en que fue entregada. El asunto es que mientras que Dios hizo sus promesas directamente a Abraham, la ley fue ordenada por medio … de un mediador. El pasaje nos habla de dos mediadores, los ángeles que representaban a Dios, y Moisés representando a la gente. Ahora Cristo es el Mediador entre Dios y los hombres. La ley de Cristo jamás expira. Ella será eterna.

 

  1. La ley fue dada para revelarnos la fe v. 23b. La fe fue un hecho notorio en todo el AT. La galería de los hombres de la fe de Hebreos 11 lo confirman. Uno de esos hombres a quien la Biblia lo destaca sobre lo demás, fue Abraham, el llamado “padre de la fe”. Sin embargo, había una fe reservada, algo así como oculta, para ser manifestada posteriormente. Pablo destaca que la caducidad de la ley nos llevó a una fe salvadora en alguien real. Si bien es cierto que los hombres que no conocieron a Cristo antes que él se manifestara fueron salvos por creer en la promesa hecha a Abraham, ahora la fe que nos conduce a la salvación es puesta en una persona, cuyo nombre es Jesús. Ya hemos dicho que la ley que fue revelada a Moisés nos condena, pues nadie ha podido cumplirla sino solo un hombre que no tuvo pecado.

 

  1. La ley fue nuestro pedagogo (ayo) que nos llevó a Cristo v. 24. La palabra “ayo” o tutor, tiene su equivalente en la palabra “pedagogo”. Esta es una palabra difícil de interpretar, porque no hay en nuestro tiempo una ocupación como fue esta al principio en los tiempos de Pablo. Un autor de nombre Phillips sugiere que la traducción de esta palabra sería algo así como “una institutriz muy estricta”. Lo primero que hay que destacar es que el pedagogo no era un maestro de escuela. Curiosamente esta función la ejercía un esclavo y a él se le encargaba el hijo de familia desde los seis o siete años hasta la pubertad. ¿Cuál era la función de estos esclavos respecto a los hijos que se los entregaban?

 

  1. La ley fue nos muestra los beneficios de Cristo vv. 26-29. Note el cambio que ahora Pablo da en esta parte. Ya dejó de dirigirse a Israel como nación por cuanto a ellos fue dada la ley para formarles y preservarles de la corrupción de las naciones paganas, para dirigirse en un plano colectivo cuando utiliza el término “sois” que seguramente incluía a los hermanos de Galacia como creyentes e hijos de Dios. El primer y gran beneficio es que ahora todos podemos ser hijos de Dios. Israel pensó que la salvación solo era para ellos. Sin embargo, la fe que alguien deposita en Cristo, lo hace un hijo de Dios. Es por eso por lo que se va a decir en este mismo capítulo que “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús…” v. 28.

 

CONCLUSIÓN: Lo que alguien escribió respecto a la pregunta de este mensaje, nos ayuda a entender para qué sirve la ley: “Cuando alguien nos habla de la ley, muchas veces la asociamos con lo que nos impide divertirnos. Pero la Biblia nos enseña lo opuesto: leyes que convierten el alma, que nos hacen sabios, nos alegran el corazón y alumbran los ojos, nos amonestan y nos galardonan. Esto es porque las leyes de Dios son guías y luces en nuestro camino, y no cadenas en nuestras manos y pies. Nos señalan el peligro y nos advierten, luego nos señalan el triunfo y nos guían”. Y así es. Pablo ha dejado claro cuál fue la función de la ley. Lo primero que ella hizo fue abrir nuestro corazón, cual función de un cirujano, y descubrir que la maldad que hay en él, a la que el pecado le ha llevado, es extremadamente corrompida y el único que puede curarlo se llama Cristo. La ley, pues, tuvo como fin llevarnos a Cristo cual pedagogo del pasado.  Él es nuestro salvador y no la ley.

 

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