El misterio del matrimonio

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EL EVANGELIO EN MARCHA

El misterio del matrimonio

Por: John Piper

Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. (Génesis 2:24)

Cuando Dios determinó crear al hombre y a la mujer y ordenar la unión del matrimonio, no libró al azar la decisión de cómo habrían de relacionarse entre ellos. No tiró los dados, ni eligió cara o cruz de una moneda. Dios diseñó el matrimonio a propósito siguiendo el modelo de la relación entre el Hijo y la iglesia, una unión que ya había planeado desde la eternidad.

Por lo tanto, el matrimonio es un misterio: contiene y esconde un significado mucho más grandioso de lo que vemos por fuera. Dios creó al ser humano masculino y femenino, y les dio el mandamiento del matrimonio, para que la relación de pacto eterno entre Cristo y su iglesia quedara representada en la unión marital.

La inferencia que Pablo sustrae de este misterio es que los roles del marido y de la esposa en el matrimonio no son asignados arbitrariamente, sino que tienen su origen en los roles distintivos de Cristo y la iglesia.

Aquellos de nosotros que estamos casados necesitamos reflexionar una y otra vez sobre cuán misterioso y maravilloso es que Dios nos dé el privilegio de representar realidades divinas extraordinarias, infinitamente más grandes y majestuosas que nosotros mismos.

Ese es el fundamento del modelo del amor que Pablo describe para el matrimonio. No es suficiente decir que cada uno de los esposos debe buscar su propio gozo en el otro. También es importante decir que los esposos y esposas deben imitar conscientemente la relación que Dios planeó para Cristo y la iglesia.

Espero que podamos tomar este asunto con seriedad, sin importar si somos casados o solteros, jóvenes o ancianos. La revelación del pacto inquebrantable entre Cristo y la iglesia depende de ello.

 

 

Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto

El amor de Cristo nos constriñe (2 Corintios 5:14). ¿Cuánto debes a mi Señor? ¿Cuánto ha hecho Él por ti? ¿Te ha perdonado los pecados? ¿Te ha cubierto con el manto de justicia? ¿Ha puesto tus pies sobre una roca? ¿Enderezó tus pasos? ¿Ha preparado el cielo para ti? ¿Ha escrito tu nombre en el libro de la vida? ¿Te ha dado innumerables bendiciones? ¿Ha acumulado para ti un depósito de misericordias, que ojo no vio ni oído oyó?.

Haz, pues, algo por Jesús que sea digno de su amor. No des al agonizante Redentor una mera ofrenda de palabras. ¡Cómo te sentirás cuan-do venga tu Maestro, si has de confesar que nada has hecho por Él, sino que has guardado encerrado tu amor, cual pozo estancado, que no fluye ni para bien de los necesitados ni para bien de la obra de Dios! ¡Afuera con un amor de ese calibre! ¿Qué piensan los hombres de un amor que no se manifiesta en obras? Esto: «Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto».

¡Quién aceptará un amor tan débil que ni siquiera te mueve a realizar una simple obra de generosidad, heroísmo o celo! ¡Piensa en cómo Él te amó y se entregó a sí mismo por ti! ¿Conoces el poder de aquel amor? Entonces, permite que cual poderoso viento quite de tu alma las nubes de la mundanalidad y disipe las nieblas del pecado. «Por amor a Cristo» sea ésta la lengua de fuego que se asiente sobre ti. «Por amor a Cristo» sea éste el divino éxtasis y la celestial inspiración que te eleven de sobre la tierra, y sea, además, el divino espíritu que te haga valiente como león y veloz como águila en la obra de tu Señor.