El padre que quiero ser

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EL EVANGELIO EN MARCHA- PERLAS DEL ALMA

Por: Francisco Aular (faular @hotmail.com)

Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivirás. Proverbios 4:3,4 (RV60)


¡TENEMOS UN PADRE EJEMPLAR!: Ningún hombre puede decir que es un buen padre, hasta que sus hijos, también lo sean. También está el hecho de nosotros mismos, quizás no tuvimos un buen ejemplo de padre. Sin embargo, todos estamos invitados a ser hijos de Dios: “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios”. (Juan 1.12) Por esta Palabra y promesa de Dios, principalmente los padres que hemos recibido el regalo de la vida eterna en JESUCRISTO: tenemos un PADRE que al mismo tiempo, es nuestro modelo de lo que debe ser un padre. ¡No tenemos excusas! Por ello, podemos utilizar este verbo en presente activo, quiero. Y decir con toda propiedad: El padre que yo quiero ser.

  EL DESAFÍO DE SER PADRE: Definitivamente, ser padre es todo un desafío, además de la emoción que ello, conlleva. Me veo a mí mismo hace más de treinta años, en la sala de maternidad  en un hospital de Caracas, tomar delicadamente en mis brazos a mi primer hijo.

  SER PADRE, TE CAMBIA LA VIDA PARA SIEMPRE: Recuerdo vívidamente, como si fuera hoy, como me temblaba el pulso y se me aceleraba el corazón; los pensamientos y sentimientos se mezclaron con mi admiración de la belleza de la maternidad, al mirar el rostro de Daniel, nuestro primogénito. Estaba envuelto en un trajecito azul y blanco tan pequeñito y tierno como él. Le miré y conté los deditos de sus manos y pies, por si le faltara alguno.

  Allí estaba nuestro Danny  tan completo y normal como lo son todos los niños sanos. Como si comprendiera el momento esbozó una sonrisita que nos hizo reír a todos también, especialmente a su mamá y a su abuelita. Queriendo transmitirle a ese pequeñín aunque fuera una ínfima parte de toda la emoción que su orgulloso papá sentía, lo apreté suavemente contra mi corazón e hice una oración de acción de gracias por él. No lo puedo negar, las lágrimas de gozo y de gratitud a Dios, surgieron sin ningún esfuerzo.

  Al observarlo con tanta admiración y amor, otras emociones y pensamientos vinieron sobre mi persona, entre ellas, una que ya conocía: el de sentirme que yo no estaba lo suficientemente preparado para ser papá, ¿Quién puede decir que lo estaba al nacer el primer hijo? Sin embargo, Dios ya sabía aun antes que yo naciera, y por ello, volví mis ojos a la Biblia para guiarme por sus valores y directrices. ¡Qué bendición ha sido esta Palabra para mi vida personal, mi hogar, la iglesia y la sociedad, las naciones y el mundo!

LA BIBLIA ES UNA ESCUELA PARA PADRES: En efecto, la Palabra de Dios nos ha ayudado a Mary, mi amada esposa y a mí a levantar a nuestros cuatro hijos, tres hombres y una mujer. Hoy podemos ver el fruto de haber seguido las directrices bíblicas en los hogares de nuestros propios hijos, especialmente en el trato que ellos tienen con nuestros nueve nietos.

  Verlos a ellos criar a sus hijos siguiendo los preceptos de la Palabra de Dios, nos garantiza que en las futuras generaciones de la familia, y cuando, físicamente mi esposa y yo,  ya no estemos en esta vida humana, la Palabra de Dios, seguirá brillando en sus propios hogares. ¡Esa es nuestra herencia que les dejaremos!
PERLA DE HOY: La herencia que dejaremos al salir de aquí a nuestros hijos es incorruptible porque es el tesoro de la fe en la Palabra de DIOS.