Por: Francisco Aular (faular @hotmail.com)
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Lucas 1:31-33 (RV60)
“Fran, nadie ha venido después de muerto para decirnos como es el más allá…” Me dijo la médico, recién graduada con algunos de sus postulados ateos que había aprendido en sus años universitarios. Pero en mi caso, yo había llegado a conocer a JESÚS, después de haber hecho algunas investigaciones acerca del Ser más extraordinario que ha pisado esta tierra, y le dije: Querida amiga, te equivocas con ese argumento porque precisamente del más allá, vino JESÚS. ¡Ese gran acontecimiento lo celebramos cada año con el nombre de la Natividad del SEÑOR!
En efecto, JESÚS es la única Persona que nos puede decir quien es DIOS y lo que ÉL se ha propuesto- desde antes de la fundación del mundo- que seamos para poder morar como Su familia al final de la historia: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.” (Juan 17:5, RV60).
Por esta verdad bíblica, podemos seguir a JESÚS, y, saber quién es DIOS para servirle como Él se merece. Antes del nacimiento de JESÚS en aquel pueblito de Belén, los seres humanos andaban dominados por ideas vagas y erróneas que se transformaron en religiones y filosofías vanas, que apenas eran esfuerzos para llegar a DIOS, era como caminar a tientas en la oscuridad buscando un rayito de luz.
En contraste, ¡este mundo no ha sido el mismo desde que JESÚS hizo Su entrada en él! Los milagros que JESÚS hizo, desde antes de Su nacimiento, lo rodean de divinidad. ¡Nadie pudo nacer como Él nació, nadie pudo morir como el murió, y, nadie pudo resucitar como JESÚS, resucitó! Sus palabras resuenan desde que JESÚS las pronunció y no vuelven vacías, dan resultado, funcionan hoy como cuando Él las enunció por primera vez, por ejemplo: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. (Mateo 11:28, RV60).
JESÚS, vino a darnos libertad al ofrecernos la Salvación como un Regalo en Él: Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14: 6, RV60). Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. ( Juan 10:10b. RV60).
JESÚS, es la traducción griega del nombre hebreo YESHÚA, o Josué que significa El SEÑOR es salvación. Pero también es EMMANUEL, DIOS con nosotros, profetizado por más de trescientas profecías del Antiguo Testamento, como éstas: Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. (Isaías 7:14, LBLA). Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. (Isaías 9:6, RV60). ¡Este hecho hay que conmemorarlo porque JESÚS, DIOS mismo está con nosotros!
Indiscutiblemente, ningún otros de los grandes líderes religiosos que en mundo han existido, pudo decir como JESÚS: El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: ¿Muéstranos el Padre? (Juan14: 9, RV60). Como si esto fuera poco, la reacción de los líderes religiosos, fue intentar asesinarlo, cuando lo oyeron decir: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30, RV60) Por consiguiente, JESÚS hizo que DIOS se acercara a nosotros y lo contempláramos en toda Su grandeza en el amor, la compasión, la misericordia, el perdón, la libertad y la paz. Con la venida de JESÚS en aquella primera Navidad vino la certeza a lo que DIOS requiere de nosotros, y no demos andar más a tientas porque: Él y sólo Él, es la luz del mundo. ¡JESÚS vino del más allá para que andemos con Él, en el más acá, y en el más allá!…
¿Qué podemos hacer en esta fecha en la cual recordamos el nacimiento de JESÚS? Postrarnos delante de Él, y abrir nuestro espíritu y corazón para que Él, DIOS con nosotros, more en nuestras vidas y reine como Él quiera; debemos exclamar como el Apóstol Tomás al ver a JESÚS resucitado: !Señor mío, y Dios mío! (Juan 24:28, RV60).