El único nombre admirable

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EL EVANGELIO EN MARCHA

MENSAJE DE NAVIDAD

 

El único nombre admirable

 (ISAÍAS 9:6)

Por: Rev. Julio Ruiz, pastor Iglesia Bautista Hispana ColumbiaFalls  Church

 

INTRODUCCIÓN: Cuando un bebé nace solemos hablar de un niño hermoso, destacando con ello sus características físicas. Pero casi nunca oímos de un bebé admirable, por cuanto nadie sabe quién será o qué hará cuando crezca. Así que el presente título, como el resto de los que aparecen en nuestro texto, solo fue aplicable a un solo bebé, quien por la profecía misma, fue calificado como un niño de excepcionales características por lo que sería y haría al crecer. Una mirada rápida al texto nos hace ver que el profeta reveló cinco títulos con distinción eterna para un solo niño. Los nombres para el pueblo judío tenían un significado mucho mayor que el que tienen los nombres hoy. Los padres de hoy no se preocupan que signifique el nombre de Pedro, Pablo, María o Sinforosa. En todo caso, más bien los nombres que llevan ciertas familias, se conocen más por su abolengo y pedigrí que por su real significado. Pero cada nombre dado al Señor tiene un poderoso significado. ¿Sabía usted que la Biblia nos da 256 nombres para ser aplicado al Señor Jesucristo?  Y entre toda esa cantidad de nombres, uno de los que nos menciona el profeta en este versículo, es inigualable. Qué sublime suena decir que Jesucristo es el único ser admirable. Es verdad que en el cielo hay criaturas admirables. Es cierto que en la tierra hay cosas admirables. También es cierto que el mar está lleno de cosas que son admirables. Pero nada de lo creado podrá tener la misma ponderación que cuando llamamos a Jesús, el Dios admirable. Considere lo siguiente. La presente profecía fue dada 800 años atrás, pero esos nombres, y en especial el de “Admirable”, se aplicó al bebecito que movía sus piecitos y manitas y lloraba y se sonreía en el humilde establo de Belén. Ahora bien, ¿cómo aplicar este nombre al bebé que nació 2000 años atrás? ¿Fue Jesús admirable?

 

I. JESÚS POSEE EL ÚNICO NOMBRE ADMIRABLE POR LA FORMA CÓMO SE DIO SU  NACIMIENTO (Luc. 1:26-38)

¿Dónde nace el heredero de una corona? Le aseguro que ni será en una casa ni en cualquier  hospital. El nacimiento de un príncipe llega a ser el acontecimiento más noticioso y publicitado del año. El hospital donde va a nacer debe estar dotado con un ambiente apropiado, con una rigurosa higiene y con la calificación de los mejores doctores y asistentes para el parto. En no pocos casos el parto se da por cesárea, para evitar complicaciones. Demás está hablar de los regalos que le llevarán al heredero del trono; esas bondades forman parte de aquella gran celebración. Así que todos ellos nacerán en  lugar de lujo, de gran pompa y de exquisito confort. Si hay frio, habrá una cuna caliente. Si hay calor, habrá una cuna fresca. Así que mientras para cada príncipe heredero se hacen todos los preparativos, de manera que todo salga bien, paradójicamente, el nacimiento del Príncipe de paz, aquel que también iba ser Rey de reyes y Señor de señores, Dios eligió su nacimiento en un pesebre con olor a monte y animales. Irónicamente Dios escogió lo peor para que naciera el salvador de la humanidad. ¿No es acaso esto admirable? Pero ¿por qué más su nacimiento es admirable? Porque no tuvo un padre terrenal en su concepción, sino un padre adoptivo para su formación, y porque vino de una virgen. ¿Por qué su nacimiento es admirable? Porque en su concepción intervino el Espíritu Santo, cubriendo a la virgen María, porque no hay nada imposible para Dios. Es admirable por el pueblo de Belén donde también nació. Es admirable porque no vinieron multitudes a su nacimiento, y aun los pastores tuvieron que avisarles. Él es admirable.

 

II. JESÚS POSEE EL ÚNICO NOMBRE ADMIRABLE POR LA DISTINCIÓN QUE TUVO SU CARÁCTER (Is. 61:1-5)
El carácter de Jesús es el más esplendido que hombre alguno haya tenido. Su persona fue la más amable y transparente del que se tenga conocimiento. Nadie ha podido tener una conjugación de virtudes como él. Él es perfecto en todo. Perfecto en santidad, en sus atributos, en sus hechos. Él es perfecto en sus pensamientos, palabras y virtudes. Nadie pudo acusarle de pecado. Sus enemigos no le acusaron por ser y hacer cosas buenas, sino porque él, “siendo hombre se hizo Dios”. Su carácter atraía a los niños. Ellos, en su tierna edad veían en él a un hombre en quien podían confiar para que les impusiera las manos. Lo mismo hacía a los desposeídos. A él venían los publicanos, las prostitutas, los enfermos incurables, los execrados sociales. Su carácter era  admirable y atrayente. ¿Qué más lo hizo tener un carácter  admirable? Nazaret al parecer no era el mejor lugar para que viniera el Mesías, de manera que Natanael preguntó: “¿Y de Nazaret puede salir algo bueno?”. ¿No es admirable que fue de Nazaret que vino el salvador? ¿Por qué es admirable su carácter? Porque él vino para bendecir, en lugar de maldecir. No vino para hurtar, matar o destruir, sino para que todos tuvieran vida en abundancia. Él vino para dar a conocer a Dios y su carácter eterno. ¿No es admirable que él dijera a sus discípulos “el que me ha visto a mí, ha visto al Padre”? Él posee toda la naturaleza del Padre; eso lo hacer admirable.

 

III. JESÚS POSEE EL ÚNICO NOMBRE ADMIRABLE POR EL EJEMPLO QUE NOS DEJÓ A TRAVÉS DE SU VIDA (Mr. 10:35-45)

Ninguna vida ha sido tan maravillosa como la de Jesús. Su vida sin pecado no le hizo ser egoísta. En todo lo que vivió no se supo que haya hecho algo para sí mismo. Comenzando su ministerio fue tentado para que abusara de su poder y de su fama, pero las tres respuestas que dio al tentador pusieron de manifiesto que él no había venido para hacer gala de un mesianismo populista, al estilo de muchos políticos modernos que se ufanan de seguir sus enseñanzas. Contrario a esto, sus palabras fueron: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (v.45). Bien pudo él convertir las piedras en pan y satisfacer el hambre después de cuarenta días de ayuno, pero contrario declaró lo siguiente: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.  Jesús jamás temió por su vida en aras de ayudar a los demás. Su vida fue admirable. Nadie más ha sido como él. Él es digno de nuestra entrega y amor. No hubo nada en su vida que no tuviera el sello de lo admirable.

IV. JESÚS POSEE EL ÚNICO NOMBRE ADMIRABLE POR EL IMPACTO DE SUS ENSEÑANZAS (Jn. 7:46)

Una de las cosas admirables de sus enseñanzas fue cuando se comparó con Moisés, el más grande legislador de los judíos (He. 3:1-6). Para los judíos contemporáneos de Jesús, hablar que alguien pudiera igualar a Moisés, no solo era una ofensa, sino que cualquiera que se arriesgara a parecerse a él sería objeto de un inminente juicio. Moisés llegaba a ser para ellos como Dios mismo en la atención que le dieron a sus enseñanzas. Pero Jesús fue mayor que Moisés porque él fue el Dios que le dio las leyes a Moisés. Por supuesto que los doctores de la ley, representados por escribas, fariseos y saduceos, no supieron eso porque no cabía la posibilidad de uno más grande que su padre Moisés. Pero Jesús transformó el “oísteis que fue dicho”, de Moisés, por su  “más yo os digo”. Aquí radicó la cumbre de sus enseñanzas. Esto lo hizo ser tan admirable. De manera, pues, que estas declaraciones ponían de manifiesto la superioridad de sus enseñanzas al comprobar que el fin de la ley de Moisés es Cristo mismo. Las enseñanzas de Jesús nadie las podrá superar.

 

V. JESÚS POSEE EL ÚNICO NOMBRE ADMIRABLE POR LA FORMA CÓMO SE DIO EL JUICIO DE SU MUERTE (Jn. 10:17, 18)

Mire lo que hace la muerte de Jesús ser tan admirable. Contemple el juicio que se le hizo. Pilato, el hombre que tuvo la autoridad para determinar si las acusaciones que alegaban contra él, se dio cuenta que todo era falso, así que cuando él le condena y le entrega para ser crucificado, aquel fue un juicio sin ninguna prueba. Ningún testigo pudo convalidar los elementos del juicio. Todas las leyes se corrompieron durante su juicio. Así que su juicio fue admirable. Su entrega fue admirable, pues él mismo vino a ofrecerse a sus enemigos. Vinieron contra él con espada, palos y antorchas, sin embargo él permaneció sereno. Allí mismo, quienes le buscaron se cayeron al suelo cuando él dijo “yo soy”, y en la misma escena de la entrega le curó la ojera al siervo del sumo sacerdote. ¿No era eso admirable en él?  Fue admirable que un discípulo cercano le entregara a la cruz con un beso. Más aun, fue admirable que solo pagaran treinta piezas de plata como precio por su recompensa, el precio que se pagaba para comprar esclavos en esos días. Fue admirable la forma como el enfrentó las torturas de los látigos, la crueldad de los clavos, el vocerío del populacho burlándose de él. Fue admirable cómo la profecía de Isaías 53 se cumplía todo en él, pues en este proceso él “no abrió su boca y como cordero fue llevado al matadero”. Sí, Jesús es admirable, pues aún en su muerte profirió palabras de bendición.

 

VI. JESÚS POSEE EL ÚNICO NOMBRE ADMIRABLE POR EL MILAGRO  DE SU RESURRECCIÓN (Mr. 9:31)

Los discípulos oyeron a Jesús una y otra vez que resucitaría de los muertos al tercer día. Pero lo último que hicieron fue creer esa verdad. Todos ellos se abandonaron en una completa desilusión y una frustrante decepción. Lo que todos hablaban era de una esperanza pasada, cuando decían: “Esperábamos”. Para ninguno de ellos existía la posibilidad que su Maestro volviera a la vida después de haber sido muerto en la cruz, sinónimo de maldición. Pero observe lo admirable en este acontecimiento de la resurrección. Como ninguno de ellos creía en esta profecía, fueron las mujeres las que tuvieron que dar a conocer la noticia de la resurrección. Es admirable que mientras ellas iban con las especies aromáticas para preparar el cuerpo del Señor, y preguntándose quién les removería  la piedra, se dio el asombro al ver una tumba vacía. Su resurrección fue admirable. Admirable en el cumplimiento profético que el Hijo de Dios “no vería corrupción”. Admirable en la forma cómo dejó todo arreglado al momento de “despertarse de ese sueño”. Fue admirable en el anuncio de parte de los ángeles. “No está, pues ha resucitado”, fue la gran noticia que ahora se escuchaba. Fue admirable en la forma cómo se le reveló a los discípulos “camino a Emaús”. Y fue admirable la forma cómo apareció tantas veces para comprobar que él estaba vivo (Hch. 1:3). Y admirable fue en su ascensión y más será su manifestación gloriosa en su segunda venida. No hay nada que en él no haya sido admirable.

 

CONCLUSIÓN: Pero lo más admirable del bebé de Belén ha sido su misión salvadora. Ningún hombre ha ofrecido salvación y vida eterna como lo hizo Jesús. Jesús es admirable porque él puede salvar a una persona en un instante. Cualquier pecador puede ser salvo si cree con el corazón y confiesa con su boca que “Jesús es el Señor”. Es admirable que en la misma cruz, uno de los ladrones se fue al Paraíso, en lugar del infierno, porque al pedir misericordia al Señor, él le dijo: “De cierto te digo hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc. 23:43). Así que es admirable que cuando los hombres creen en Cristo, sin que tenga que pasar por un proceso religioso de dogmas y credos, él (en el mismo momento) les da la “potestad de ser llamados hijos de Dios”. Ahora mismo tú puedes alcanzar la salvación si acudes a este Admirable salvador.

 

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