Por: Daniel González Choto
En la Asamblea General de Naciones Unidas, el presidente Nayib Bukele, pidió a los países poderosos respetar el derecho que tiene El Salvador de ser libre, soberano y forjar su propio destino.
Después de saludar a los líderes mundiales en nombre de la tierra de los volcanes, del surf, del café increíble, del bitcoin y la libertad, el mandatario centró la primera parte de su discurso en la libertad que añora el pueblo salvadoreño.
Explicó que la palabra libertad se dice muy fácil, pero que requiere de lucha, perseverancia y muchos sacrificios para que sea verdadera. “La libertad de escoger hacia dónde vamos y cómo lo queremos lograr, la libertad de definir nuestro camino como seres humanos”, expresó.
Bukele destacó que además de decidir que “queremos ser libres, es requisito indispensable que los poderosos respeten nuestra libertad”.
El Jefe de Estado explicó que los gobiernos del pasado nunca tuvieron el valor de tomar sus propias decisiones, ya que el destino del pueblo salvadoreño siempre fue controlado por otros, refiriéndose a las naciones más poderosa del mundo.
Relató cómo su país que es tan pequeño que “apenas se ve en el mapa” no es respetado por países que tienen muchísimo más territorio, dinero y poder que El Salvador, pero que están equivocados al pensar que son dueños de su pequeña nación.
EL VECINO RICO Y EL POBRE
El Presidente salvadoreño ejemplificó que es parecido a que alguien viviera en una casita muy pequeña y humilde, y tuviera un vecino rico con un gigantesco y hermoso palacio, amplias extensiones de tierra y grandes tesoros, que demanda respeto a su propiedad, pero ordena a quien vive en la casita que no la arregle para vivir mejor.
Lo absurdo de todo ello es que “el vecino rico decide que su vecino pobre no tiene el derecho de arreglar su casa…, el vecino rico ha decidido que no solo es dueño de su palacio, sino que también puede ir a dar órdenes a la pequeña casa de su vecino pobre, y la orden es que todo tiene que seguir mal, como estaba antes, los arreglos no están autorizados”, arremetió.
“El vecino rico no tiene ninguna autoridad para exigirle a su vecino pobre que regrese al pasado, porque no tendría por qué pretender mandar en casa ajena y, en segundo lugar, porque el vecino pobre ya intentó seguir las órdenes de su vecino rico y no le pudo haber ido peor y, en tercer lugar, porque lo que está haciendo está funcionando por primera vez”, continuó.
En lugar de ello, el vecino rico debería estar feliz porque su vecino pobre está un poco mejor que antes, indicó el jefe de Estado salvadoreño, quien añadió que es por esa libertad por la que aún se lucha en su país, a pesar de ser libres, soberanos e independientes en papel, esto no será posible hasta que las naciones poderosas entiendan que “queremos ser sus amigos”.
Asimismo, los invitó a comerciar, a que los visiten y construir las mejores relaciones, pero que no pueden llegar a mandar a su casa, no solo porque es de los salvadoreños, sino porque no tendría sentido deshacer lo que han logrado en materia de seguridad.
“En poquísimo tiempo El Salvador ha pasado de ser el país más peligroso del mundo, a estar en camino a ser el país más seguro de América. Pasamos de ser un país, para muchos desconocido, y los pocos que lo conocían, lo conocían por las pandillas, por los muertos, por la violencia, por la guerra; pasamos de eso, a ser un país conocido por las playas, por el surf, por sus volcanes, por su libertad financiera, por su buen gobierno y por haber acabado con el crimen organizado”, destacó.
Bukele aclaró que esos logros apenas comienzan por lo que el pueblo salvadoreño tiene el derecho de continuar en el camino hacia el desarrollo, y que por ello seguirán luchando por la libertad, hasta que se les reconozca su derecho a ser libres, independientes de verdad.
Bukele recordó que hay otros países que como El Salvador quieren conseguir su libertad, lo cual será más rápido con la ayuda de los países poderosos, o al menos que no los estorben en esos anhelos de libertad.
A esos países que buscan el camino a la libertad les ofreció la amistad de la nación más pequeña de América, que es el país del surf, de los volcanes y de las pupusas, que aún lucha por su libertad y que está a punto de conseguirla.
Finalmente recordó a los líderes mundiales que las Naciones Unidas no se crearon para dividir, destruir o someter, sino para mejorar la convivencia, trabajar juntas, construir una mejor comunidad de países y buscar soluciones a los problemas del mundo, “pero con el respeto absoluto a la soberanía y a la autodeterminación de cada país, como lo dice la misma carta de las Naciones Unidas.