La revolución de cristal de Obama

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TRANSPARENCIA

La Casa Blanca ha dado un enorme impulso a la transparencia. Los ciudadanos pueden conocer hasta quién visita al presidente y sus donaciones electorales

 

Todo empezó con una promesa electoral. Barack Obama se presentaba a los comicios de 2008 como el candidato que revolucionaría el Gobierno abriéndolo a los ciudadanos. Apostó por la filosofía que entiende la democracia como acceso igualitario a la información y disponibilidad de herramientas de control sobre responsables políticos.

Obama prometía datos, cifras, detalles. Transparencia. La promesa del ahora presidente no era fácil de cumplir. La Casa Blanca tardó apenas cuatro meses en lanzar data.gov, un portal con 250.000 bases de datos con información del Gobierno. Desde presupuestos estatales hasta lo que invierte Estados Unidos en ayuda exterior, el coste del programa de comedor en las escuelas públicas de todo el país o un historial de estadísticas sobre pacientes de cáncer. La decisión fue valiente, pero durante estos tres años muchos han temido que se quedara en un gesto simbólico: todos los datos ya eran públicos anteriormente y la única novedad radicaba en ponerlos todos juntos, en el mismo portal, al alcance de cualquier ciudadano.

Tres años ha tardado el Gobierno en revelar un conjunto de datos secretos hasta ahora: los historiales de viajes y visitas a la Casa Blanca. La Oficina de Información del presidente recopila desde hace unos días en Ethics.gov hasta siete bases de datos gubernamentales. Los ciudadanos pueden averiguar los nombres de todas las personas que se han reunido con un miembro de la Administración. Y, por primera vez en la historia, la página, que enlaza las bases de datos entre sí, permite relacionar las identidades con cifras de donaciones privadas a campañas electorales, contribuciones de lobbies y grupos de influencia, hasta denuncias por violaciones éticas.

“Ya no hay necesidad de ir de una agencia a otra, de una página web a otra, y establecer las conexiones después. Y cuando combinas todos los datos entre sí completas un retrato muy interesante”, comenta John Wonderlich, director político de Sunlight Foundation, una organización que promueve el uso de la tecnología para incrementar la transparencia del poder. Wonderlich, que ha asesorado personalmente en cinco ocasiones a miembros de la Casa Blanca durante estos tres años, reconoce que el resultado final es bastante cercano a lo que en un principio imaginaba, a pesar de los obstáculos que imponen las leyes de privacidad y la dificultad de colaborar entre agencias y departamentos. “Es muy similar a lo que nosotros habíamos sugerido. Durante estos años pensamos que nunca iban a publicarla, pero ahí está. Obama hará más avances en este sentido, pondrá más información a disposición de los ciudadanos”, asegura.

El proceso ha sido lento pero firme. A comienzos de 2009, el presidente nombraba al primer jefe de información del Gobierno norteamericano, Vivek Kundra. Fue bautizado entonces por el diario The Washington Post como “el zar de la tecnología” y su misión consistía en ejecutar la voluntad del presidente: revolucionar el funcionamiento interno del Gobierno federal norteamericano, recortar costes burocráticos, abrir las puertas a los ciudadanos y proporcionarles herramientas con las que controlar al poder.

Poco después llegarían FiscalStability.gov, la página que rinde las cuentas del plan de estabilización fiscal, o Recovery.gov, donde se puede verificar el destino de cada dólar invertido en el plan de rescate de 2009, qué cantidades se han gastado, cómo y dónde. “Hay un problema en este momento”, reconocía Kundra el pasado septiembre en Boston. “Los ciudadanos no saben toda la información a la que tienen acceso. Debe haber un cambio radical para darle todo el poder a la gente”.

El ingeniero defendía así el cambio de filosofía que el Ejecutivo de Obama ha querido inyectar en la oxidada maquinaria administrativa de todo el país. Requerirá varios años, quizás más de una década, pero puede convertirse en una de las grandes huellas que Obama imprima en la historia del Gobierno federal. Al fin y al cabo, se trataba del primer presidente que comprende cómo Internet ha cambiado para siempre el modo en que accedemos a la información; que las autoridades cada vez tienen más difícil controlar los flujos de datos que llegan a los ciudadanos y que estos —como ya demostró como candidato— pueden convertirse en fieles aliados cuando se les corteja más allá de las redes sociales. (Fuente: Cristina F. Pereda, EL PAIS)