OPINION
Los latinos representan al 35% de los votos que se necesitan para ganar las elecciones y ya es hora que los tomen en serio
Por: Ruben Navarrette Jr.*
Para cualquiera que quiera ganarse el voto latino y no solo hacer el trámite, esto es lo que necesitas saber: los latinos son votantes de una sola vez. El punto es el respeto. No importa nada más. Si quieres los votos de los latinos, muestra algo de respeto. O te mostraremos la puerta.
Sé lo que estás pensando. ¿Qué es tan especial acerca de este electorado? Tres cosas: Tamaño, geografía e imprevisibilidad.
En el 2008, votaron cerca de 10 millones de latinos, y la cifra del 2012 puede ser más alta. Los latinos están bien representados en los estados de “batalla” (por ejemplo Colorado, Florida, Nevada, Nuevo México). Y en el caso de los mexicanos y los mexicoamericanos, quienes son cerca del 66% de la población latina de EU, están en el juego debido a que han mostrado disposición para votar por los republicanos moderados, aunque muchos estén registrados como demócratas.
Las encuestas muestran que los latinos son como otros votantes al preocuparse por la educación, trabajo, economía y salud pública. Pero su antena se sube cuando ven a los políticos usar el tema de la migración para reunir votos, y en el proceso, tratarlos como piñatas.
Eso es irrespetuoso. Y mientras ni el presidente Obama o Mitt Romney han llegado tan lejos, todavía es un problema. Ninguno de estos candidatos parece respetar a los latinos, como lo evidencian sus cínicos intentos por manipular el tema de la migración y usar atajos mañosos para obtener el apoyo de los latinos. Es por esto que ambos tienen problemas con el electorado latino.
“Problema” es definido de manera diferente por cada candidato. En las encuestas Romney tiene un problema porque no tiene ni el 30% de los votos latinos. Los observadores políticos han notado que para tener esperanzas para la presidencia se necesita al menos el 35%. Obama tiene más del doble de ese nivel de apoyo pero su problema es que hay un hueco de entusiasmo y, si los latinos no dan la cara por Obama.
Romney dio una vuelta en donde no debía cuando se acercó a la derecha en las primarias republicanas para complacer al ala nativa del partido. Pintó a los inmigrantes ilegales como tomadores y usurpadores de los beneficios públicos y de vendidos. Está muy consciente del hecho de que los inmigrantes ilegales, muchos de los que provienen de países latinoamericanos, son atraídos por los trabajos que les ofrecen los empleadores estadounidenses.
Romney debió de haber aprendido esta lección cuando se dio cuenta, durante su gestión como gobernador de Massachusetts, que había contratado a una compañía de paisajismo que empleaba a inmigrantes ilegales. Romney aseguró que no sabía que los trabajadores que cuidaban su jardín estaban ilegalmente en el país. Sin embargo, la experiencia debió de haberle ilustrado la ley de la oferta y demanda: sin la demanda por los inmigrantes ilegales, no habría oferta.
Obama no está mucho mejor. Criado en un mundo blanco y negro, el presidente no sabe mucho de los latinos. Y no parece estar muy interesado en aprender.
Nuestra institución más importante es la familia. Una buena manera para quedar mal con nosotros es dividir a miles de familias al deportar a más de 1.2 millones de personas en tres años. Y cuando lo logras haciendo que la policía local ejerza la ley migratoria a través de un programa como Comunidades Seguras en maneras que invitan a la clasificación étnica, esto no va a hacer que ganes ningún amigo entre los latinos.
Finalmente, cuando te atrapen en el acto y estas cosas salgan a la luz, no es una buena idea insistir en que las personas deportadas eran criminales, cuando la actividad criminal ha sido citada como razón para deportación en solo el 17% de los casos el año pasado. Hasta ahora, en el 2012, esa cifra bajó a 14%. ¿Quiénes conforman el resto? Probablemente la respuesta son los jardineros, amas de llaves y nanas que no representan ninguna amenaza para la sociedad.
Naturalmente, ni Romney ni Obama quieren hablar acerca de la inmigración. Cuando Romney habló recientemente con un grupo de empresarios latinos, habló de educación pero no dijo ni una sola palabra del Dream Act, que le daría a los estudiantes indocumentados un estatus legal cuando vayan a la universidad o sirvan en el ejército. Cuando los oficiales de la administración invitaron recientemente a un grupo de blogueras latinas a la Casa Blanca, los temas principales de discusión fueron la educación y la salud, mientras que la inmigración fue evidentemente sacada de la agenda.
¿Adivina qué? La inmigración salió al tema de todas maneras, cuando las blogueras preguntaron acerca de eso durante la sesión de preguntas y respuestas. Eso es lo que sucede con la inmigración. A menos que se maneje directamente, se cuela en la discusión de otros temas. Sucedió durante el debate de salud pública, donde lo que le preocupó a varios conservadores era la cuestión de si los inmigrantes ilegales podrán tener acceso a beneficios bajo el “cuidado de Obama”.
Caballeros, pueden correr pero no se pueden esconder. Tienen que hablar de la inmigración. Hasta que aclaren las cosas, que admitan que han hecho mal, y que traten de corregirlo, no pueden esperar que los latinos escuchen lo que tienen que decir acerca de cualquier otra cosa, o si lo hacen, que crean en lo que están escuchando.
Gobernador Romney, deje de complacer a los racistas republicanos al pintar a los inmigrantes como tomadores; reconozca que lo único que los atrae son los trabajos que les ofrecen los empleadores de EU quienes son los culpables. Deje de proponer soluciones simplistas como decir que todos los inmigrantes deberían “autodeportarse”, y tome la causa de los negocios americanos que no pueden encontrar trabajadores americanos para que hagan los trabajos que los inmigrantes terminan haciendo porque los padres los están criando para que se sientan que tienen el derecho de evitar el trabajo duro.
Presidente Obama, deje de decir que no tiene el poder ejecutivo para parar las deportaciones cuando se ha establecido, por una gran cantidad de expertos legales, incluyendo a cerca de 100 profesores de derecho, quienes recientemente enviaron un oficio a la Casa Blanca, que sí lo puede hacer.
Paren las deportaciones de los estudiantes en edad de ir a la universidad, quienes podrían ser elegibles para el estatus legal, y los padres de los niños nacidos en los Estados Unidos; dejen de pintar a los republicanos como si fueran los únicos previniendo la reforma migratoria, y asuman su parte de responsabilidad por no hacerlo, y propónganle al Congreso un plan específico para una reforma migratoria comprensiva.
Hagan todo eso, y podremos dejar atrás la inmigración y pasar a otros temas, empleos, la economía, educación, el ambiente. Lo que quieran. Pero viene primero la inmigración, porque nos permite dimensionar su carácter. O la falta del mismo.
*Rubén Navarrete Jr. es colaborador de CNN y columnista para otros medios.