EL EVANGELIO EN MARCHA
Es una expresión muy usada en mi país. Significa que cualquier pequeña dificultad lo supera. Que se ahoga con muy poco. Que sucumbe ante mínimos obstáculos. A veces pienso que ese bien podría ser yo mismo. Que muchas veces las circunstancias, las presiones, las dificultades son mi propio vaso de agua en el que naufrago.
El punto no es qué tan grande es, sino qué tan grande lo hacemos nosotros mismos a ese vaso de agua. Un sabio oriental dijo alguna vez: “Toda gran travesía comienza con un solo paso”. Y a la hora de enfrentar las dificultades, cada uno de los seres humanos tenemos disponible para nosotros exactamente lo mismo: el paso inicial.
David a la hora de enfrentar al gigante filisteo, confiado en Dios tuvo que dar un paso inicial. Después vinieron otros pasos con Dios abriendo el camino; pero David TUVO QUE DAR ESE PRIMER PASO ADELANTE.
Con la debida autorización de sus protagonistas, hoy puedo compartir el testimonio de dos amados hermanos en el Señor. Hacía varios años que estaban casados y sin poder tener hijos, cosa que era lo que más deseaban en el mundo. Un día, el esposo con intenciones de adoptar un niño, se recorrió todos los tribunales de familia de la ciudad y no halló otra cosa que desprecio, apatía, indiferencia; la más absoluta indolencia de empleados públicos a los que sólo les importaba cumplir con un horario de trabajo. Abatido y vencido ese día retornó a su casa derrotado. Todas las puertas parecían estar cerradas.
Un par de semanas más tarde, un pariente, de quien menos esperaban esto; simplemente preguntó durante una reunión de familia: “¿Ustedes quieren adoptar un niño?”. Esa persona había sido enviada por Dios con las llaves de la oportunidad que tanto deseaban. Sin ánimo de entrar en los detalles, hoy son padres de una hermosa niña.
HUBO QUE DAR UN PRIMER PASO. Y eso Dios lo ha dejado liberado a tu libre albedrío.
Puedes continuar ahogándote en tu propio e inmenso vaso de agua… o puedes ignorar su tamaño y dar ese primer paso que te sacará de la situación en la que te encuentras, que te permitirá ver las puertas que Dios abre delante de ti, hacia tu liberación. (Por: Luis Caccia Guerra)