EL EVANGELIO EN MARCHA
CATÁSTROFE ANUNCIADA
Por: Enrique Monterroza
Ligia y Fredy comenzaron de novios hace once años, como todos buenos cristianos, le pidieron orientación a sus Pastores, oraron mucho antes de entablar esa relación y no tomaron una decisión hasta sentir que era el momento indicado.
Cuando comenzaron su noviazgo todo era color de rosas, cada momento que pasaban juntos era para recordar y enmarcar en la memoria de cada uno de ellos. Se veían siempre felices, sonreían todo el tiempo, podían pasar horas y horas charlando siempre con muchos nuevos temas de conversación.
A veces se dormían casi de madrugada hablando por teléfono o mensajeándose, no querían perderse ni un solo momento de estar juntos.
Fredy todavía recuerda la primera vez que tomó de la mano a su amada Ligia y él lo relata de la manera siguiente: “Mi mano temblaba, me sentía muy nervioso, estaba helado, sentía como muchas mariposas en mi estomago, tomarla de la mano por primera vez fue una de las experiencias que nunca olvidaré”.
Ligia también recuerda muy claramente ese episodio y lo relata así: “Sentía algo lindo, mis manos sudaban más de la cuenta, me puse muy rojita porque mi novio por primera vez me tomaba de la mano, hubiese querido que nunca más me soltara, fue una experiencia increíble en aquel momento”.
Después de un par de meses de noviazgo por primera vez se habían tomado la mano y para los dos fue algo muy especial que siempre recordarán.
Cuando los meses pasaron no bastaba ya con tomar la mano, aparecieron unos besos muy inocentes al principio pero que con el tiempo se fueron convirtiendo en besos largos y fueron perdiendo la inocencia y se convirtieron en besos excitantes.
Obviamente los dos eran los culpables de esos recurrentes besos largos y nada inocentes, los besos no bastaban y las caricias fuera de lugar aparecieron también. Después de algunos momentos candentes como esos, los dos ya con cabeza fría pensaban en lo sucedido y se arrepentían de lo que habían hecho y con una seguridad “verdadera” prometían que eso no iba a volver a pasar.
Después de unos días, cuando nuevamente se encontraban solos en algún lugar en donde nadie los podía ver o sorprender, comenzaban con pequeñas caricias que siempre terminaban en besos fuertes y caricias excitantes.
Ligia lloraba siempre después de cada momento como esos y Fredy también se sentía mal con lo que estaban haciendo, más porque los dos eran servidores en su Iglesia. El hecho de estar fallando de esta manera repercutió en su servicio, ya no se sentían tan dignos de servir y comenzaron a faltar sin decir nada, pues tenían miedo que los descubrieran.
Estas escenas se repitieron una y otra vez, con la misma charla después de esos hechos, con el mismo arrepentimiento, con las mismas promesas que nunca cumplieron.
Un día fueron más allá, no bastaron solo los besos, ni las caricias y cayeron en lo que los dos temían y habían prometido no caer, pues cayeron en la fornicación.
Ese momento fue tan horrible para los dos, primero porque sabían que estaban haciendo algo mal delante de Dios y por eso no disfrutaron para nada ese momento, segundo porque rompieron una promesa que los dos habían hecho de guardarse hasta el matrimonio y tercero porque habían faltado respeto a sus padres al adelantarse al proceso, pero sobre todo y lo más importante habían fallado a Dios de una forma que según ellos nunca le fallarían.
Desde ese día su relación ya no fue la misma, un sentimiento de culpa embargó todo el tiempo a Ligia, se sentía mal, se sentía sucia, hipócrita, mentirosa, había un tsunami de sentimientos que no le permitían pensar tranquilamente en una restauración, su humor había cambiado, ahora hasta aborrecía a Fredy quien además de también sentirse mal, se dio cuenta de que el error que habían cometido podría haber arruinado todos sus planes.
Ellos tenían cinco años de ser novios, con planes de casarse, sabían hasta de qué color querían su casa, lo que querían hacer juntos, cuantos hijos iban a procrear, etc. Todo estaba planeado menos el adelantarse y fallar en su promesa.
Ligia no pudo más y decidió terminar con Fredy porque ya no se sentía bien, creía que si seguía con él iban a seguir cayendo en ese mismo pecado, Ligia se sintió muy mal y buscó de Dios para ser restaurada, por su parte Fredy con el dolor de su corazón aceptó la decisión de Ligia la cual respetó y también buscó por su parte una restauración de Dios en su vida.
Hoy en día cada uno sigue su camino, a seis años de su ruptura Fredy tiene una novia con la que ahora tiene planes de casarse, pero cuando el mes de Octubre aparece y su viento se hace presente recuerda algunos de los momentos que vivió con Ligia y piensa sobre qué hubiera sido si no hubieran fallado, piensa en lo que hubiera pasado, pero que no pasará porque Ligia hace un año se casó con un hombre que es un servidor muy entregado a Dios y que la ama de una manera muy especial, a veces cuando de lejos ve a Ligia, Fredy observa lo feliz que ella es y con nostalgia y al mismo tiempo conforme baja su mirada al suelo y en su mente dice: ¿Y si no hubiéramos fallado?, mientras sigue su camino.
La historia de Ligia y Fredy es la historia que muchos noviazgos sufren debido a su deseo de adelantarse a lo planeado, todo comienza con pequeños abrazos y besos inocentes, pero pareciera que con el tiempo eso ya no es suficiente y aparecen aquellos besos largos y aquellas caricias fuera de lugar que en vez de demostrar cariño lo que buscan es la excitación.
¿Cuánto valoras tu noviazgo?, ¿Cuánto valoras el hecho de agradar a Dios?, ¿Quieres que tu noviazgo termine en un feliz matrimonio?, Entonces ¡Guárdate para Dios!, ¡No te adelantes! ¡Para todo hay tiempo!
La Biblia nos invita a guardarnos en santidad: “En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza” Eclesiastés 9:8 (Reina-Valera 1960) y también nos invita a huir del pecado: “Huye de todo lo que estimule las pasiones juveniles. En cambio, sigue la vida recta, la fidelidad, el amor y la paz. Disfruta del compañerismo de los que invocan al Señor con un corazón puro” 2 Timoteo 2:22 (Nueva Traducción Viviente)
Si estás en un noviazgo habla seriamente con tu novio o novia y propongan en su corazón no permitir caricias y besos que en lugar de mostrar cariño serán el anuncio de una catástrofe en tu vida sentimental. Proponga en su corazón ser fieles a Dios para que Él los respalde en todos sus planes. ¡Vivir en santidad es lo mejor que podemos darle a Dios!
(Fuente: www.enriquemonterroza.com)