El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy

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EL EVANGELIO EN MARCHA

MENSAJES SOBRE EL PADRE NUESTRO

pan

(MATEO 6:5-15)

 

Por: Rev.Julio Ruiz, Pastor de Iglesia Bautista Hispana Columbia, Falls Church, Virginia

 

INTRODUCCIÓN: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”, pudiera ser la petición que más estábamos esperando. ¿A caso no es la comida lo que más buscamos durante el día? Amado hermano, ¿está aprendiendo a orar como conviene? Quiero decir, ¿está siguiendo el orden que el Señor nos ha dejado para dirigirnos a él cuando oramos? Hemos dicho que el “Padre nuestro” nos fue dado para que aprendiéramos a orar, pero a orar bien. Hasta ahora hemos predicado de las tres primeras peticiones que tienen que ver con el nombre de Dios. La verdad de lo que Jesús nos está enseñando es que las tres últimas peticiones del “Padre nuestro”, dependen de la manera cómo yo santifico el nombre de Dios, pido que venga su reino, y si estoy listo para hacer su voluntad. Entonces, ¿cuál es el sentido de esta cuarta petición? Que de acuerdo a la sabiduría divina, después que el Señor ha ordenado los bienes celestiales, es decir, la santificación del nombre de Dios, la venida de su Reino y el cumplimiento de su voluntad, es cuando debiéramos comenzar a orar por nuestras necesidades temporales. En esto concuerda lo que ya el mismo Señor había ordenado tocante a buscar primeramente el reino de Dios y su justicia (Mt 6:33). Con esta cuarta petición nos introducimos en lo que serán las tres más grande necesidades de la vida. Una tendrá que ver con lo que más necesita el alma. Otra tocará la parte de nuestras relaciones con los demás y la última tendrá que ver la advertencia respecto al pecado y su continua actuación en nuestras vidas. ¿Qué nos enseña esta cuarta petición?

 

I.QUE HAY UN DIOS DADOR PARA NUESTRO SUSTENTO

1. La naturaleza del gran dador (Jn. 3:16). Esta oración comenzó diciéndonos: “Padre nuestro…”, con lo cual se nos revela la tierna figura del Dios-padre. Se sabe que una de las grandes características de todo buen padre es dar. Sé que no todos los padres sienten placer en esto, pero nada nos hace más feliz que poder cubrir las necesidades de nuestros hijos e hijas. Jesús reconoció esta cualidad en los padres terrenales, al decirnos que “si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?”(Mt. 7:11). Cuando Jesús dijo “danos”, estaba revelando la naturaleza dadora de su Padre. Dios se conoce desde el principio como Aquel que “dio a su Hijo unigénito”, su más grande regalo de amor. Cuando en mi oración digo “danos”, estoy poniendo de manifiesto que Dios es poderoso para satisfacer mis necesidades. Estoy declarando que el Padre en el que creo tiene la suficiencia para cuidar de mí. Que todo lo que necesito, me lo dará Dios. Como preguntó Pablo a los Corintios: “¿Qué tienes que no recibiste?” (1 Cor. 7:11). Dios disfruta dándome de lo que él tiene. No se queda con nada.

 

2. Las promesas del gran dador (Sal. 37:25). Yo no sé cuántas veces usted ha leído este texto, pero cuando yo oro “danos hoy el pan nuestro de cada día”, estoy confesando mi fe en las promesas que Dios ha hecho a sus hijos. Si hay un hijo de Dios desamparado y mendingando pan es porque perdió su fe y le ha hecho caso a aquellos que andan diciendo que Satanás les robó las bendiciones y por lo tanto tenemos que arrebáteseles otra vez.

3. La dependencia en el gran dador (Lc. 12:34). El propósito de esta petición es que aprendamos, no tanto a ser “pedidores”, sino que tengamos una gran fe para depender en la provisión del “Padre nuestro”. ¿Por qué decimos esto? Porque confiamos más donde tenemos puesto nuestros tesoros que en Aquel por quien vienen los tesoros. En esto hay cosas que deben decirse: Dios es fiel como proveedor. Pero todos los días oímos de escasez alrededor del mundo. Hay países cuyos gobiernos se encargaron de lapidar sus economías y hoy nuestra gente sufre la falta de todo, por lo cual se hace tan necesaria la oración de la dependencia en el gran dador. Cuando oro pidiendo “el pan nuestro de cada día”, sea que tenga escasez o abundancia, estoy poniendo al Señor en el centro de todas necesidades, y confesando con ello que sólo él podrá suplir mis continuas necesidades. La despensa del cielo no es alcanzada ni por ladrones ni las polillas.

 

II.QUE HAY UN DÍA A LA VEZ PARA NUESTRO SUSTENTO

 

1. La petición por el pan. El pan era el alimento básico de la dieta judía. Por supuesto que esto no significa que ellos no podían pedir por el pescado, el cordero y todo lo que se puede acompañar con el pan. Dios quiere suplirme lo básico, luego él se encargará, según sus “riquezas en gloria”, de darme para lo demás. Por otro lado, el asunto de pedir solo por el “pan nuestro”, no promociona una especie de ascetismo donde la persona se abstenga del resto de las demás cosas buenas que el mismo Padre ha provisto para sus hijos. El sentido de esta oración es que si Dios suple lo básico, también suplirá lo otro. Yo no tengo que recordarle al Señor que además del pan debe proveernos del pollo, la carne, el arroz, los vegetales, los frijoles y las frutas. Dios no necesita esa información.

 

2. El pan para hoy. Te pedimos el pan para hoy. No pedimos para las próximas horas, días o semanas. Cada día pides lo mismo. Todo esto para descartar mi preocupación por el mañana. Cuando Dios sacó a Israel de Egipto al desierto, el pueblo sabía que allí no había donde cultivar, donde pescar, donde ir de compras… allí no había donde comer. No había restaurantes. Dios le dijo a Moisés que tenía dos millones de personas que alimentar (y les gustaba comer mucho, visto por las quejas por regresar a Egipto), a quienes sostendría con el maná. Pero la porción que yo les enviaré será solo para un día. No deben acumular pan para mañana porque se dañará. Y el pan llegó, y los más hambrientos acumularon para el día siguiente, y entonces se pudrió, se llenó de gusanos y después apestaba. Al hacer esto le estaban diciendo a Dios que no estaban seguros de su provisión futura. Esto revela las veces que podemos estar viviendo del pan del día anterior, rancio y mohoso. Necesitamos del pan fresco de cada día.Cuando me preocupo más por el mañana invierto el orden de mis prioridades al orar. Mi interés debe ser por el día de hoy. Así, pues, si Dios alimentó a tanta gente durante cuarenta años, lo hará con nosotros también.

 

3. El pan de cada día. En el original esta es una sola palabra. Esta fue la palabra que volvió loco a los estudiosos en el pasado, incluyendo a los griegos. Simplemente no aparece en ninguna otra parte, sino en esta sección del Padre nuestro. No hay otro documento donde pueda ser hallada. ¿No es esto curioso? Entonces el dilema para muchos fue, cómo debiera ser traducida la palabra “cada día”.

 

III. QUE HAY OTROS QUE DEBEN SER INCLUIDOS EN ESTE SUSTENTO

1. De lo personal a lo colectivo. El judío era muy dado a orar de una forma individual. Si ellos tuvieran que hacer la oración modelo que Jesús nos está enseñando, orarían: “Dame el pan mío hoy”. Pero la oración dice: “Danos hoy el pan nuestro…”. Esto le da un duro golpe a esta sociedad tan individual y personalista. La sociedad occidental lleva consigo la marca del aislamiento. Sin embargo, no ha sido así en la sociedad oriental. Todavía hoy se conserva el sentido comunitario, donde a todos se les atiende y se toman en cuenta las familias, buscando que ellas permanezcan unidas. La idea de esta petición es que al orar podamos pedir por el pan nuestro de toda la comunidad. La verdad es que esta palabra “nuestro” está muy lejos de nosotros cuando oramos.

 

2. No es lo tuyo o lo mío, es lo nuestro. Tenemos que orar de una manera más comunitaria. No es solo tú necesidad, son nuestras necesidades. Hay una marcada tendencia a orar por nosotros. Hay oraciones que tienen mucho de egoísmo. Primero oro por mí, luego sigo orando conmigo, y termino dándole gracias a Dios por mí. Al orar hay que hacerlo incluyendo a otros. Observe cómo esta petición se destacan las palabras “nos” y “nuestro.” Esto no es una oración que se puede orar egoístamente. No se trata sólo de conseguir “mis” necesidades satisfechas. Se trata de orar por las necesidades de la familia de Dios. La Biblia presenta un gran interés en envolver a nuestros hermanos y hermanas en nuestra vida e oración. Pablo nos pide que no miremos tanto por nosotros mismos, sino que pensemos en los demás (Fil. 2: 4). Cuando hay un hermano en gran necesidad, o que le ha fallado al Señor, se nos exhorta a “sobrellevad las cardas los unos de los otros” (Gal. 6: 2). Y cuando estemos pensando más en nosotros, y satisfacer siempre nuestros deseos, el texto nos exhorta, diciendo: “Ninguno busque su propio bien, sino el del otro” (1 Cor. 10:24). ¿Oramos también por el pan de los demás? ¿Estoy aprendiendo a orar?

 

CONCLUSIÓN:Alguien le preguntó una vez al muy famoso predicador inglés Juan Wesley lo siguiente: “Suponga que usted supo que esta sería la última noche de su vida, ¿cómo la pasaría?”. “Bueno, a las cuatro en punto me tomaría un poco de té”, respondió, “a las seis visitaría a Mrs. Brown en el hospital. Luego, a las siete y media llevaría el servicio que acostumbro a mitad de semana en la capilla. A las nueve y diez tendría mi cena; a las diez iría a la cama, y por la mañana me despertaré en la gloria”. Y usted, ¿cómo lo pasaría? Esto significa vivir un día a la vez. Jesús nos ha enseñado a orar: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. No el de mañana, ni el de la próxima semana. Se nos prohíbe afanarnos por el día de mañana que no ha llegado. Nuestro Dios es suficiente para suplirnos hoy. Cada día debo tener la seguridad que el Dios que suplió ayer, lo hará hoy. La promesa bíblica es firme: “No he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendiga pan” (Sal. 37:25). Jesucristo es aquel “maná” del desierto. Satisfaga con él, el hambre de hoy. Él es el “pan de vida”. Venga a él y sacie su hambre hoy.

 

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