EL EVANGELIO EN MARCHA
Padre virtuoso, ¿quién lo hallará?
(PROVERBIOS 20:6; JOSUÉ 24:15)
Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor de Iglesia Bautista Hispana Columbia, Falls Church, Virginia
INTRODUCCIÓN: Un joven estaba a punto de graduarse de preparatoria y hacía muchos meses que admiraba un hermoso auto deportivo de una agencia de autos. Sabiendo que su padre podría comprárselo le dijo que ese auto era todo lo que quería. Conforme se acercaba el día de graduación, el joven esperaba por ver alguna señal de que su padre hubiese comprado el auto. Finalmente, en la mañana del día de graduación, su padre le llamó a que fuera a su oficina. Le dijo lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba. El padre tenía en sus manos una hermosa caja de regalo. Curioso y de algún modo decepcionado, el joven abrió la caja y lo que encontró fue una hermosa Biblia de cubiertas de piel y con su nombre escrito con letras de oro. Enojado le gritó a su padre diciendo: “con todo el dinero que tienes, y lo único que me das es esta Biblia” y salió de la casa. Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Tenía una hermosa casa y una bonita familia, pero cuando supo que su padre que ya era anciano estaba muy enfermo, pensó en visitarlo. No lo había vuelto a ver desde el día de su Graduación. Antes que pudiera partir para verlo, recibió un telegrama donde decía que su padre había muerto, y le había heredado todas sus posesiones, por lo cual necesitaba urgentemente ir a la casa de su padre para arreglar todos los trámites de inmediato. Cuando llegó a la casa de su padre, una tristeza y arrepentimiento llenó su corazón de pronto. Empezó a ver todos los documentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión su padre le había dado. Con lágrimas, la abrió y empezó a hojear sus páginas. Su padre cuidadosamente había subrayado un verso en Mateo 7:11. “Y si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, cuanto más nuestro Padre Celestial dará a sus hijos aquello que le pidan” Mientras leía esas palabras, unas llaves de auto cayeron de la Biblia. Tenían una tarjeta de la agencia de autos donde había visto ese auto deportivo que había deseado tanto. En la tarjeta estaba la fecha del día de su graduación y las palabras: “Totalmente pagado”. Así actúa un padre que ama y desea lo mejor para su hijo. De esta manera vemos que la presente pregunta no será difícil responder. Veamos, a la luz de los siguientes ejemplos, dónde conseguir a este padre virtuoso.
- EL PADRE VIRTUOSO LO ENCONTRAMOS EN AQUELLOS QUE EJERCEN LA FE COMO ABRAHAM
- En creer solamente la promesa (Gn. 12:1). Abraham no tenía necesidad de salir de su “tierra y de su parentela”. No había problemas económicos en su país, ni tampoco guerras o persecuciones políticas. Vea su condición. Era un hombre joven con solo 70 años. Estaba casado con una esposa inteligente y bellísima. Además, era un hombre muy rico, lo cual nos hace pensar que era un hombre próspero en todos sus negocios. ¿Tenía necesidad Abraham de dejar a su gente por una simple promesa? ¿Se mudaría usted a un lugar sin saber a dónde vivir? Se dice que el simple hecho de que un hombre dejara a sus parientes y se fuera a vivir lejos era de por sí una terrible desgracia. Algunos lo consideraban incluso peor que la muerte. Estudios arqueológicos han descubierto que Ur de los Caldeos, la tierra de Abraham, era de familias ricas y pudientes, con grandes e innumerables habitaciones. ¿Qué impulsó a Abraham a dejar a su gente, basado en una sola promesa? ¿Por qué él es un hombre virtuoso? Porque le creyó a Dios, aunque no sabía a dónde iba (He. 11:8-10). Una de las cosas que impactará más la vida de nuestros hijos es ver a su padre que le cree a Dios y sus promesas. Eso hará un hijo seguro.
- En creer que Dios proveerá (Gn. 22:8). Las dos grandes razones que califican a Abraham como el “padre de la fe” están enmarcadas en la experiencia de salir de su tierra conocida, para caminar en la tierra prometida y luego el ofrecer a su hijo Isaac en sacrificio por el pedido de Dios. Se ha dicho que la prueba más grande del amor que tenemos por Dios es cuando él nos pide sacrificar lo que más valoramos.
- EL PADRE VIRTUOSO LO ENCONTRAMOS EN AQUELLOS QUE AMAN A DIOS COMO DAVID
- El dulce cantor de Israel (2 Sam. 23:1). David tuvo muchos títulos que les fueron otorgados, gracias a su carácter y por el especial amor que dispensó hacia Dios. Si bien es cierto que cometió grandes pecados, y tuvo muchas debilidades, nadie podrá negar que él aparece entre la galería de aquellos mortales que dijo: “Amo a Jehová, fortaleza mía…” (Sal. 18:1). La calificación que se hizo de él, llamándolo: “El dulce cantor de Israel” nos dice tanto del poeta que supo expresar a través de los salmos los más encumbrados himnos de adoración y alabanza al Dios eterno. Quién puede negar que hay un deleite en los salmos de David que los hacen tan universalmente amados y de tanta edificación para el alma. No importa cuál sea nuestro estado de ánimo, incluyendo el gozo o la depresión, David pareciera describir en cada uno de nosotros cada una de nuestras emociones.
- Conforme al corazón de Dios (Hch. 13:22). De ningún otro hombre se ha hecho una declaración como la que Dios hizo de David, hasta el punto de considerarlo conforme a su corazón. Pero, ¿qué cualidades tuvo este hombre para llegar a ser calificado de esta manera? ¿Por qué no se dijo eso de un José o de un Daniel, quienes con sus modelos de pureza podían haber encarnado mejor esa calificación? ¿A caso no fue David un hombre que reveló ese lado oscuro de la naturaleza humana, cometiendo dos pecados para los cuales no había ningún tipo de sacrificio? Entonces, ¿por qué Dios descubrió que el corazón de este hombre era parecido al suyo? Porque desde su juventud comenzó amar a Dios y a confiar en él. Él mismo nos va a decir que siendo pastor se enfrentó a leones y osos, y los venció. Solo alguien que tenga una relación especial con Dios, pudo vencer esas fieras del campo.
III. EL PADRE VIRTUOSO LO ENCONTRAMOS EN AQUELLOS QUE SIRVEN A DIOS COMO JOSUÉ
- Tenemos la opción de escoger a quien servir (Jos. 24:15a). Otro hombre virtuoso en la Biblia fue Josué. Su carácter está adornado con una vida de servicio a Moisés, su líder, al pueblo de Israel y por ende a Dios. Su determinación fue tan seria que después de todos los triunfos que el Señor le dio en la conquista de la tierra prometida, convocó a las tribus para que definieran si iban a servir a los dioses “del otro lado del río” o al Dios que les había dado las victorias. Ante esto, Josué los confrontó a tomar una decisión que la convirtió en imperativo: “escogeos hoy a quien sirváis”. Esta demanda la hace un buen líder, pero también un buen padre. Porque al final yo puedo elegir si quiero adorar a Dios o prefiero adorar otros dioses. El imperativo no nos da la opción de hacer las dos cosas a la vez. Un padre responsable se asegura que sus hijos sepan que no se puede servir a dos señores. Que frente las grandes ofertas del mundo para que le entregan sus fuerzas y le sirvan, se plantea la demanda de escoger servir entre lo que es temporal y lo eterno. Cuando un hijo sigue el modelo de su padre de servir a su Dios, en lugar de los dioses modernos del placer temporal, la bendición de “Josué” le acompañará por siempre.
- Yo y mi casa serviremos a Jehová (v. 15b). Esta es una de las decisiones donde se puede ver el carácter del padre virtuoso. Hay padres que sirven solos al Señor, pero sus hijos no le siguen. Cuando Josué dice “yo” está asumiendo el rol que le fue dado. No podemos transferir esta responsabilidad a la madre, la escuela o la iglesia. Soy yo quien debo liderar las riendas de mi casa y de mis hijos. Por otro lado, cuando él habla de “mi casa”, está hablando del conocimiento que tenía de su esposa y de sus hijos. Hay padres que les costará decir “mi casa” porque hace rato perdieron su comunión con los que allí viven. Josué sabía que su familia lo respaldaba en todo, y frente a una generación idólatra, él se ponía como ejemplo junto con toda su casa.
- EL PADRE VIRTUOSO LO ENCONTRAMOS EN AQUELLOS QUE OBEDECEN AL SEÑOR COMO JOSÉ EL ESPOSO DE MARÍA
Se habla mucho de María, la madre de Jesús. La devoción que han hecho de ella la ha llevado hasta la categoría de “inmaculada”, “reina del cielo”, “madre de Dios” y la “eterna intercesora”, entre algunos títulos. Pero de José, su esposo, no se habla mucho. Son muy raros los mensajes que se predican acerca de su persona y carácter. José es el hombre que no habla en la Biblia. No hay un solo texto donde él haya tenido una conversación. Fue un hombre íntegro y de un profundo amor por María, pues cuando supo que estaba embarazada, quiso dejarla “secretamente”. Y desde que tuvo el sueño del ángel, reveló la obediencia como su más grande virtud. Cuando el despertó del sueño, el texto dice: “Hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer” v. 24. No muchos hacen lo que Dios ordena. No somos dados a la obediencia. Esta es la lucha que tenemos todos, y los padres no escapamos a eso. Ciertamente Jesús como Hijo de Dios fue obediente para hacer la voluntad de su Padre celestial, que incluía la muerte en la cruz. Pero hay algo que debe decirse acá. Jesús tuvo un modelo de padre terrenal obediente y de él tuvo que aprender no solo el oficio de carpintero, sino en la manera cómo José obedecía a su Dios. No fue extraño que a los doce años se nos diga que estaba sujeto a José y a María. Nosotros modelamos a nuestros hijos. Nuestra obediencia a Dios hará que ellos crean en él para salvación y vivan para obedecerle también cuando tengan su hogar.
CONCLUSIÓN: El padre virtuoso no es un espécimen raro en la creación. No es alguien que se extinguió, y a quien no podemos tener para esta generación. Ese padre está en cada uno de nosotros. Contamos con la ayuda del Padre amado para lograrlo. Él es el más interesado en que lo logremos, pues haciendo esto nuestros hogares marcharán mejor. En este día, Dios convoca a todos los padres para que lo imitemos a él en su relación con la familia. Esto es necesario, porque nuestros hijos buscan un modelo a seguir, necesitan de una disciplina para crecer, y sobre todo, quieren ver al Padre eterno reflejado en el padre temporal. ¿Qué tipo de virtudes estamos dejando en nuestros hijos? ¿Soy el hombre de verdad que la Biblia me demanda?
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