El arte de ser feliz

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EL EVANGELIO EN MARCHA

El arte de ser feliz

 Por: Francisco Aular (faular@hotmail.com)

Felices son los íntegros, los que siguen las enseñanzas del SEÑOR. Felices son los que obedecen sus leyes y lo buscan con todo el corazón. Salmo 119:1,2 (NTV)

 

Alguien ha dicho que el “arte de la vida consiste en hacer de la vida una obra de arte”. Esto lo debemos recordar siempre, y parafraseando ese pensamiento pudiéramos decir que el “arte de ser feliz consiste en hacer de la felicidad una obra de arte”. ¿Qué es la felicidad? Si la felicidad consiste en no tener problemas, y poseer todo lo bueno que la vida nos pueda ofrecer en términos de lo material, no he conocido nunca a un ser humano feliz. Aunque la ciencia y la tecnología han logrado mitigar y neutralizar el dolor de nuestros cuerpos, sin embargo, esto es tan sólo una gotita en el vasto océano del sufrimiento humano. En efecto, el sufrimiento humano es un monstruo de mil caras, tiene millares de matices, y la fuente de donde proviene, tiene muchos manantiales. Basta que nos asomemos sinceramente dentro a nuestro interior, o a la puerta de cualquier vecino y encontraremos que no hay sitio en donde el sufrimiento no haya entrado.

Ciertamente, si fuéramos capaces de encontrar una hendidura en los corazones humanos para asomarnos a ellos, no encontraríamos uno solo en donde no habite la tristeza, el temor, los problemas y la desolación. El sufrimiento es una catarata poderosa, que arrastra consigo llanto y frustraciones. Nos unimos -sin engañarnos a nosotros mismos con “un pare de sufrir”- a lo que dice la Biblia: “¡Qué frágil es el ser humano! ¡Qué breve es la vida, tan llena de dificultades!” (Job 14:1).

He vivido bastante para ver en sufrimiento humano en muchas facetas: Sufre el pobre porque es pobre, sufre el rico porque es rico, el joven porque es joven el anciano por ser anciano, la mujer por ser mujer y el hombre por ser hombre. Sin embargo, en el Salmo 119, en los primeros ocho versículos, encuentro el corazón de nuestro tema de hoy. Así que nos preguntamos: ¿En qué consiste el arte de ser feliz?

  El arte de ser feliz consiste en ser obedientes a la Palabra de Dios: “Felices son los íntegros, los que siguen el camino del SEÑOR”,  sin obediencia a nuestro Creador no existe la felicidad. Algunos piensan que los cristianos somos aburridos y que una cara larga y austera es sinónimo de santidad.

Debemos saber, de una vez por todas, que la vida cristiana es una vida feliz porque es una constante aventura, minuto a minuto. Es la vida satisfecha con lo que Dios ha dado el poder de ser hechos miembros de su Familia: “Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo” (Efesios 1:5 NTV).

Algunos piensan ser felices cuando logren una lista interminable de cosas en esta vida: “¡Seré feliz cuando sea joven!”, dice el niño; “¡seré feliz cuando me case!”, dice el joven soltero; “¡seré feliz cuando me divorcie!”, dice un infeliz en el matrimonio; “¡seré feliz cuando me gradúe!”; “¡seré feliz cuando tenga nietos!”;  “¡seré feliz cuando mis nietos se casen!”… Entonces, les llega la muerte en esa espera por ser felices. Propongo que se le ponga una esquela sobre su lápida que diga: “¡Aquí yace un infeliz!”…

La Biblia nos dice, que en definitiva, la felicidad no es algo, sino Alguien, Dios: “Felices son los que obedecen sus leyes y lo buscan con todo el corazón.”

ORACIÓN: Amado Señor: Gracias por la misericordia que tuviste conmigo al hacerme miembro de tu familia y coheredero con tu Hijo de todas tus riquezas espirituales; nada traje a este mundo y sin nada me iré de él; vine como un mortal y por ello me acompañan muchas demandas normales de esta vida; pero he llegado a conocerte, y ahora tengo una vida eterna con la cual moraré por siempre contigo en un fabuloso mañana, sin sufrimientos, sin dolor, sin muerte y sin lágrimas. Ayúdame a predicar con todas mis fuerzas que tú eres la Felicidad. En el nombre de JESÚS. Amén

PERLA DE HOY: Ni las pérdidas de esta vida, ni los sufrimientos más intensos se pueden comparar con las ganancias venideras que JESÚS tiene para nosotros.

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