Más allá de lo imposible

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EL EVANGELIO EN MARCHA

Más allá de lo imposible

Por: Francisco Aular (faular@hotmail.com)

Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. Nada hay imposible para mí. Jeremías 32:27 (DHH)

PAG 17  Mi primer auto fue un Fiat 600, era usado pero estaba en buena forma, comenzando por allí, Dios me había permitido comprar un auto propio a mis veinte años, eso era ¡más allá de lo imposible! Él lo hizo. Un día se me daño y lo llevé al taller de un mecánico bien recomendado, cerca del hospital en donde yo trabajaba.  En una pared del taller había un cartelito que me gustó al verlo y me dio confianza: “Nos especializamos en hacer lo imposible. No aceptamos trabajos fáciles.” Mi auto salió como nuevo del taller, y yo fortalecí mi fe en el Señor, si unos mecánicos tenían el valor de hacer cumplir aquel lema, definitivamente, mi Dios en cuyas manos había depositado mi confianza, ¡es Señor de lo imposible! Él cumpliría su lema en mi vida. ¡Así ha sido!

La hermosa montaña en donde nací, se llegaba a ella atravesando un gran obstáculo llamado el río Macagua, en aquella época muy caudaloso; posiblemente tendría unos cuatro años, o tal vez menos, cuando fui consciente que tendría que atravesarlo para volver a casa; todavía tengo fresca la escena, mi mamá y mi hermano mayor, se quedaron en la orilla y mi papá me llevaba de la mano, mientras descubría la parte más llana para atravesarlo; mi papá encontró el lugar, yo estaba aterrado al ver tanta agua enfrente de mí, mi padre me alzó y me colocó bien apuntalado contra su pecho, en sus brazos yo podía sentir el latir de su corazón; me estremecí cuando el agua me llegó a los pies, después mi piernas, hasta que solo la cabeza la mantenía afuera del agua; mi mamá gritaba algo desde la orilla pero el ruido del agua apagaba su voz, mi hermano mayor con sus ocho años encima, audaz y valiente como era, se quitó la ropa se la dio a mamá y él cruzó nadando, muy cerca de mi padre y yo, mi hermano me esperó en la orilla, y mi papá regresó por mi mamá y ambos cruzaron hasta nosotros, y así continuamos felices hasta llegar a casa.

Hoy esos seres queridos ya no están, cruzaron el río, antes que yo. Pero tengo la seguridad que cuando llegue el momento, ellos me esperaran y felices estaremos juntos para siempre en el cielo, porque nuestro Dios Todopoderoso actúa:¡Más allá de lo imposible!

Desde entonces, he cruzado muchos ríos y subido muchas montañas, pero mi Padre celestial me ha llevado de la mano porque Dios se especializa en lo imposible: “Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. Nada hay imposible para mí. Jeremías 32:27 (DHH). Todavía hay mucho para decir, pero debo concluir.

Hace algunos años, fui a Carolina del Norte, a la casa de mi amado hermano Billy Graham,- por cuyo intermedio escuché el Evangelio, cuando él fue a Venezuela, en 1962-, leí uno de sus grandes pensamientos respecto a la Soberanía y Misericordia del Dios de imposibilidades. Por supuesto, haciendo la salvedad de la distancia entre gran predicador y yo, me atrevo a parafrasearlo: A menudo he dicho que lo primero que voy a hacer cuando llegue al cielo es preguntar: “¿Por qué yo, Señor? ¿Por qué escogiste a un muchacho campesino del Estado Yaracuy en Venezuela, lo llamaste para ser salvo y luego, lo pusiste en un Ministerio tan grande como el de anunciar tus virtudes en medio de su generación por tantos lugares, y ser una parte de tu plan para llevar a otros a tu Reino en muchas partes del mundo?” Creo humildemente, humillado bajo la dirección del Espíritu Santo que tengo la respuesta. Dios actúa ¡más allá de lo imposible!: Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. Nada hay imposible para mí. Jeremías 32:27 (DHH).
ORACIÓN: Amado Padre eterno, ya tu amor y soberanía probaste en mí al perdonar mis pecados y mantenerme en tu servicio ¡cuán generoso eres Señor y que gran recurso por tu gracia nos has dado al hacernos hijos tuyos por medio de nuestra amado Salvador! Pero sé cuán frágil soy, y no puedo poner mi confianza en mí; tengo que depender de ti para cruzar los ríos y remontar montañas. Te suplico que sigamos juntos para vencer, y si algún momento desmayo, dame el valor para arrepentirme y con lágrimas, recibir tu perdón y corrección. En el nombre de JESÚS. Amén.
PERLA DE HOY: En la vida cristiana siempre existe una orilla nueva para alcanzar y una cumbre para subir. Ponte en las manos de Dios, y ¡vence lo imposible!