El cuadro clínico del alma

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EL EVANGELIO EN MARCHA

El cuadro clínico del alma

(ROMANOS 3:9-24)

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor

 

11375930_1611088319171282_838153832_nINTRODUCCIÓN: Cuando Dios creó Adán le dio el  soplo de vida y lo llamó “un alma viviente”. Por un tiempo antes de la caída, Adán vivió en el paraíso en un estado perfecto, pues no tenía pecado. Pero cuando el pecado se hizo presente en el paraíso el hombre manchó su alma y desde entonces “el cuadro clínico” que tenemos es la de un alma enferma, sufriente, con muchas dolencias, urgida de una intervención que sane su condición. El apóstol Pablo nos presenta en este capítulo 3 de Romanos una radiografía del alma en su más crítico estado. El tema que ha venido tocando es de los judíos moralistas quienes justificándose por las obras de la ley pretendían una salvación por obras sin tomar en cuenta el sacrificio de Cristo. Frente a tales pretensiones, Pablo hace una dramática y profunda descripción del estado del alma, dejando claro que no hay nada bueno en el hombre, que lo declare justo ante los ojos de Dios. El cuadro clínico del alma, que Pablo nos revela acá, es tan parecido al que muchos años atrás nos presentó el profeta Isaías cuando dijo: “¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza, no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños” (Is. 1:5-7). El asunto es que el alma está muy enferma. Los profetas una y otra vez hablaron de aquel cuadro clínico y así ha seguido hasta hoy. El alma, lo más preciado que Dios puso en el hombre, necesita ser sanada. Pero toda sanidad implica un diagnóstico preciso para aplicar la medicina correcta. De eso se trata este mensaje. Veamos, pues, cómo Pablo nos muestra este cuadro y su propuesta para ser sanada.

 

  1. ES UN PACIENTE CON MUCHOS MALES PROPENSO A MORIR ETERNAMENTE

 

  1. Gentiles y judíos están bajo pecado v. 9. Cuando los gentiles escucharon lo que Pablo dijo de los judíos pudieran haber pensado que no eran tan malos y que un sentido eran hasta superiores que los judíos. Pero frente a esas pretensiones, Pablo hace dos preguntas interesantes que tienen el propósito de poner las cosas en su lugar: “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos?”. Obviamente la respuesta es no. Pablo ha puesto en evidencia desde el capítulo dos que no importa el abolengo, la nacionalidad, el origen o el prestigio social y religioso que se tenga, todos están bajo pecado. Para poner esto en perspectiva Pablo dice en otra de sus cartas que “ni la circuncisión es nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación” (Gá. 6:15). La condición de estar bajo pecado plantea en primer lugar un estado de maldición. Eso no cambia a menos que la persona quede libre de esa sentencia. Vivir bajo pecado también significa estar lejos de la ciudad de Dios. Vivir bajo pecado significa también estar muertos en nuestros propios delitos, bajo la ira de Dios y bajo el príncipe de la potestad del aire. Todos estamos bajo pecado por lo tanto nadie puede heredar el cielo

 

  1. Los síntomas negativos de esta enfermedad vv. 10, 11. Si bien es cierto que desde los versículos 10 al 18 aparece 4 veces la palabra “no”, todo el pasaje parece haberse escrito bajo una nota negativa cuando se refiere a los síntomas con pronóstico reservado de este enfermo con las probabilidades de muerte eterna. Hay una escritura antigua que nos dice “que no hay justo ni aun uno”. Esto pone en igual condición a todos los hombres. El hombre justo del cual habla este texto es de alguien que no peca, y el único hombre que ha pisado esta tierra sin pecado se llama Jesús. “No hay quien entienda” es una frase que indica que los hombres por su misma pecaminosidad tienen su mente y corazón cegados para que no les resplandezca la luz del Señor. “No hay quien haga lo bueno” es otra manera de decir que toda la humanidad está bajo la culpa del pecado, como una enfermedad mortal, por lo tanto nada bueno puede salir de una llaga infectada. “No hay quien busque a Dios” es una forma de reconocer que los hombres por sí mismos no buscan a Dios y la razón de esto es porque “no hay temor de Dios delante de su ojos”. Esto revela la gravedad del enfermo.

 

  1. La enfermedad descubierta vv. 12-17. No es lo mismo tener síntomas de un cáncer que operarlo y ver cómo va consumiendo el cuerpo. Pablo ha abierto ese “cáncer” del alma cuando nos indica las distintas ramificaciones del pecado en la vida del hombre. La primera parte donde trabaja este “cáncer” es en la garganta. La frase “sepulcro abierto es su garganta” es una manera metafórica para mostrar la corrupción del corazón. Un sepulcro abierto tiene la fetidez de lo que allí se ha descompuesto. El salmo 5:9 describe a este enfermo de la siguiente manera:  “En sus palabras no hay sinceridad;  en su interior sólo hay corrupción. Su garganta es un sepulcro abierto;  con su lengua profieren engaños”. Es de suponer que el corazón   contaminado crea en el hombre una “tumba” que al ser abierta por sus labios  el olor es de muerte. Y eso es lo que hace el pecado en el corazón. Lo otro que afecta gravemente el pecado es a los pies. Sí, esos pies que debieran caminar por los mandamientos de Dios ahora se apresuran para cometer todo tipo de pecado. Esos pies no pueden conocer “el camino de paz”. Si no hay paz en el corazón no hay paz en el camino.

 

  1. ES UN PACIENTE QUE ESTÁ EN TERAPIA INTENSIVA DEPENDIENDO SOLO DE SU PROPIA JUSTICIA

 

  1. La justicia que viene por la ley v. 19. Estamos describiendo a un enfermo que está en un estado terminal, algo así como en terapia intensiva con vida artificial. ¿Por qué este paciente está en esta condición? Porque es aquel que depende del cumplimiento de los requerimientos de la ley para vivir. Este es el hombre que solo cree en la justicia que viene por la ley la cual supone que tú la cumplas en todo. Es el esfuerzo humano por querer agradar todos los mandamientos que demanda la ley, sabiendo que al fallo de uno ya te conviertes en transgresor. Esta justicia de la ley te mantendrá siempre culpable porque al ver que no la puedes cumplir en tus propios esfuerzos terminas siendo esclavo de ella porque siempre te va a exigir su cumplimiento total para que pueda ser efectiva. Note la forma como Pablo aborda el asunto. Por un lado todo lo que la ley nos dice es para aquellos que están bajo esa ley, eso es el pueblo judío. ¿Y cuál es la demanda de esa justicia? Que todo el mundo queda bajo el juicio de Dios. ¿Para qué sirve entonces la ley? Para hacernos responsables ante Dios y para revelar nuestro pecado.  La ley  sólo sirve para afirmarnos que somos pecadores. Por lo tanto el hombre que confía en la ley para salvarse queda expuesto a su condenación.

 

  1. Nadie podrá ser justificado por la ley v. 20. Cuando Pablo habla que nadie puede ser justificado por las obras de la ley, las palabras griegas que usa van más allá de la referencia a la ley dejaba por Moisés de modo que sepamos que ninguna ley podrá servir para salvarnos.

 

III. ES UN PACIENTE EN CONDICIÓN TERMINAL PERO CON UNA SOLA ESPERANZA PARA SANARSE

 

  1. A través de la justicia de Dios v. 21. Si bien es cierto que la justicia de la ley no justifica a nadie, la justicia de Dios tiene la propiedad de justificar al hombre. Así, pues, la justicia de Dios llega a ser su propio tribunal donde el sentencia, más allá de lo que la ley estable como inalterable, su decisión acerca del destino final del pecador. Estamos en presencia de lo que se ha llamado una justicia justificadora, no una justicia condenatoria, como lo ha establecido la de la ley. La justicia de Dios es el último recurso que le queda al paciente terminal.

 

  1. A través de la justicia de Cristo v. 22. El pecado como una enfermedad del alma ha dejado a toda la humanidad en la más espantosa condición, quedando toda ella destituida de la gloria de Dios vv. 22, 23. ¿Puede pensar en un cuadro peor que este? Esto ha hecho que cada hombre esté perdido irremediablemente. Pero cuando al enfermo terminal por causa del pecado se le iba a quitar lo que le mantenía con señales de vida, apareció Cristo para levantarlo. Cuando su sentencia era ya condenatoria, apareció su única esperanza para ser sanado.

 

  1. A través de la justificación de la gracia v. 24. Pablo va a decirnos más adelante que donde abundó el pecado sobre abundó la gracia (Ro. 5:20). Esta declaración es solemne, libertadora, jubilosa y llena de la más grata esperanza para el enfermo del alma, condenado por sus pecados. La condición confinada del pecador es que no merece la salvación. Y el no merecer la salvación es lo que define a la gracia por medio de Cristo.

 

CONCLUSIÓN: Un hombre muere y es trasladado al cielo. Por supuesto que encuentra a San Pedro esperándole a la entrada y dice al hombre, “Así es como funciona. Tú necesitas 100 puntos para poder entrar en el cielo. Tú me vas a decir todas las buenas obras que hiciste, y yo te asignaré una cierta cantidad de puntos por cada cosa, dependiendo de qué tan buena fue. Cuando acumules 100 puntos, entonces podrás entrar.” “OK”, dice el hombre. “Pues estuve casado con la misma mujer por unos 50 años y nunca la engañé…ni en mi corazón.” “Magnífico”, dice San Pedro. “Eso sí que vale tres puntos”. “¿Tres puntos?”, pregunta el hombre. “Pues, también asistí a la iglesia toda mi vida y la sostuve con mis diezmos, ofrendas y servicio”. “Maravilloso”, dice San Pedro. “Eso por cierto que tiene un valor de un punto”.  “¡Un punto!”, exclama el hombre. “Pues, ¿Qué te parece esto? Estuve trabajando entre los pobres de mi ciudad, dándoles de comer y ropa también”. “Fantástico”, dice San Pedro. “Otros dos puntos a favor de tu cuenta”. “¡Dos puntos!”, grita el hombre. Si sigo así será solamente por la gracia de Dios que podré yo entrar al cielo”. “¡BIENVENIDO!”, dijo San Pedro. Mis hermanos, aunque esta es una ilustración nos queda claro de todo este texto expuesto que  somos  “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús…”. Solo esta acción divina podrá curar al hombre enfermo del pecado.

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