Nunca lo suficientemente humilde

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EL EVANGELIO EN MARCHA

Nunca lo suficientemente humilde

Por: Tim Challies

  A veces oro para que Dios me haga humilde. Pero inevitablemente pronto me encuentro sintiéndome orgulloso al pedirle a Dios algo tan noble, es realmente patético, embarazoso, creo en la humildad.

Yo creo que la humildad es la reina de todas las virtudes. Pero la absoluta bondad de la humildad hace que sea especialmente difícil de buscar, y mi profunda depravación lo hace imposible de dominar.

La humildad no me viene naturalmente. No nos viene naturalmente a ninguno de nosotros. Pero he ido a buscarla. La he buscado en la Palabra de Dios y la he ido buscando en el pueblo de Dios. Estoy convencido de que se puede aprender, y eso es porque la humildad no es un sentimiento o una actitud: es una acción. Aprendes humildad viendo humildad y luego actuando con humildad. He aquí cuatro observaciones que he hecho sobre el aprendizaje de esta virtud.

Para aprender a ser humilde, encuentra personas piadosas que muestren humildad y pasa tiempo con ellos. Obsérvalos. Aprende de ellos. Aprende a comportarte como ellos. Aprende cómo Dios los hizo humildes. Dios nos llama a estar en comunidad cristiana, en parte, de modo que tengamos ejemplos vivientes de la virtud en acción. Busca a la gente humilde en tu iglesia y en tu vida, y hazlos tus maestros.

Para aprender a ser humilde, sé voluntario en las tareas más humildes. No pidas estar al frente ante el ojo público; pide estar en la parte de atrás donde estés lejos de lo que la gente piense o pueda ver en ti. Todo pastor tiene personas que se aparecen en su iglesia para decirle cómo pudieran transformarla si solo tuvieran acceso al púlpito y a la gente. Pero en casi todos los casos, ellos podrían servir mejor y transformar a la iglesia a través de hacer gozosamente los trabajos más bajos donde serán vistos solamente por Jesús. La mayoría de nosotros dejaremos una huella más grande en el mundo cambiando pañales y sacando la basura, que predicando grandes sermones o escribiendo grandes canciones. La gente que sirve al frente deben ser aquellos que primero se han probado a sí mismos detrás de todo.

Para aprender a ser humilde, sirve hasta que duela. Tal vez esa no es la frase correcta, porque servir no hace daño. Realmente no. Pero prepárate para servir libremente, voluntariamente y sin quejas. Sirve en esos momentos en que la vida es atareada y sirve en esos momentos en que la vida es simple. Sirve en esos momentos en que te apetece y en aquellos momentos en que no. Sirve en aquellas posiciones en las que recibes gratitud y sirve en aquellas posiciones en las que nadie piensa decir ni una palabra. Sirve y luego sirve un poco más. Aprende a ser humilde como un estilo de vida.

Para aprender a ser humilde, conoce a Jesús. Sobre todo, esto. Fue Jesús quien dijo: “Y cualquiera que se ensalce, será humillado, y cualquiera que se humille, será ensalzado” (Mt. 23:12).

Y fue Jesús quien mostró esa humildad perfectamente y completamente. Según Jesús, tienes la opción ante ti: Humíllate o sé humillado. Mengua o sé reducido. Si te elevas, eventualmente serás echado abajo. ¿Por qué? Porque Dios se opone a los orgullosos y da gracia a los humildes. Conoce a Jesús, y sé cómo Jesús, el único hombre que perfectamente ejemplifica lo mejor de todas las virtudes.

Estoy convencido de que se puede aprender la humildad y que, con la ayuda de Dios, estoy determinado a crecer en ella. Sé que, hasta el día que esté con Jesús, nunca seré lo suficientemente humilde.