Ansiando su salvador y bondadoso toque

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EL EVANGELIO EN MARCHA

Ansiando su salvador y bondadoso toque

Por: John Piper

 

Quiero, sé limpio (Marcos 1:41). Las primitivas tinieblas oyeron el mandato del Todopoderoso: «Sea la luz», y, en seguida, fue la luz; y la palabra de Jesús es, en majestad, igual a esa antigua palabra de poder. La redención, como la creación, tiene su palabra de poder. Jesús habla y queda hecho. La lepra no se cura con remedios humanos, pero desaparece en seguida ante el «quiero» del Señor.

Para esta enfermedad no hay esperanza de cura; el cuerpo no puede hacer nada para su propia sanidad, pero la palabra de Jesús efectuó una sanidad duradera. El pecador está en una condición más miserable que la del leproso; que imite, pues, su ejemplo, y vaya a Jesús, «rogándole e hincando la rodilla». Que ejerza la poca fe que tiene, aunque no pueda decir más que: «Señor, si quieres, puedes limpiarme», y entonces no habrá necesidad de dudar del resultado. Jesús sana a todo el que va a Él, y no lo echa fuera.

Al leer el pasaje en que ocurre el texto de hoy, es digno de observar con piadosa atención el hecho de que Jesús tocó al leproso. Esta persona inmunda pasó por alto las reglas de la ley ceremonial y se metió en la casa, pero Jesús, lejos de reprenderlo, pasa Él mismo por alto esa ley para entrevistarse con él. Jesús hizo con el leproso un intercambio, pues si bien lo limpió, contrajo, al tocarlo –según el Levítico– contaminación.

Así también Jesucristo fue hecho pecado por nosotros (aunque Él no conoció pecado), a fin de que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él. ¡Oh, si los pobres pecadores fueran a Jesús, creyendo en el poder de su bendita obra de sustitución, pronto conocerían el poder de su bondadoso toque! La mano que multiplicó los panes, que alzó a Pedro cuando se hundía, que sostiene a los afligidos, tocará al pecador que lo busque, y en un instante lo hará limpio. El amor de Jesús es fuente de salvación. Nos ama, nos toca y vivimos.