¡No hay vuelta atrás!

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EL EVANGELIO EN MARCHA

¡No hay vuelta atrás!

(GÁLATAS 4:8-20)

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor

 

INTRODUCCIÓN: La carta a los gálatas revela el corazón pastoral de Pablo. En ninguna otra expresa sus más profundos sentimientos como lo hace acá. Y si bien es cierto que al principio les llamó insensatos y necios, debido a su extravío por seguir a los falsos maestros, su actuación como “padre espiritual” es un hecho en toda la carta. Y por esos falsos maestros, toda la carta es una apología contra el error revelando su coraje porque estos creyentes se hayan extraviado de la verdad. De esta manera, Pablo presenta una defensa de la libertad que trae el evangelio versus la esclavitud a la que estos hermanos quieren regresar. El asunto de querer regresar después de haber sido libres por el Señor pareciera estar presente en la mente del ser humano. Recordamos que Israel después de estar más de cuatrocientos años bajo la férrea mano del faraón de egipcio, quiso regresar otra vez a la esclavitud, solo porque estaban cansados del maná que Dios le proveía en el desierto. El pecado ha hecho un trabajo tan grande en el hombre que éste pareciera tener estampado en su corazón el sello de la esclavitud. Los científicos hablan de un fenómeno con algunas ballenas que quedan varadas en los bancos de arena, quienes después de ser llevadas otra vez a su anchuroso mar donde deben vivir, algunas regresan otra vez al lugar donde fueron sacadas, aunque esto signifique una muerte segura. En la continuación del capítulo cuatro de Gálatas nos encontramos con este pasaje donde Pablo pareciera decirnos: “Hermanos, ¡no hay vuelta atrás!”. De eso se trata el presente tema. Veamos qué es lo que no debemos olvidar.

 

  1. NO OLVIDEMOS QUE SOMOS CONOCIDOS POR DIOS

 

  1. El tiempo cuando vivíamos sin Dios v. 8. Los gálatas conocían muy bien a dos de sus tantos dioses. Uno se llamaba Júpiter y el otro Mercurio. Por lo que se sabe Júpiter era el dios del cielo y el soberano de los dioses. Mientras que Mercurio era el mensajero de los dioses. Tan importante era para ellos estos dioses que cuando Pablo y Bernabé los visitaron, y vieron los milagros que hicieron con la sanidad de un hombre que no podía caminar (Hch. 14:8-28), dijeron en su lengua licaónica, dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros” v. 11. Ahora Pablo les recuerda que esos dioses no eran por naturaleza dioses reales, en todo caso eran mitológicos. Ellos creían en esas deidades que formaban parte de su cultura y sus ancestros, pero que de ninguna manera tales dioses tenían vida. El “otro tiempo” del cual Pablo habla fue cuando vivían sin conocer quién era el verdadero de Dios y tampoco sabían del “tal Jesús”. Todos nosotros al igual que los gálatas vivimos sin el Dios verdadero. Esta condición nos mantenía sirviendo a otros dioses, siendo esclavos de ellos, y sin la esperanza de una vida eterna. Vivir sin Dios es el tiempo más incierto de la vida.

 

  1. Somos conocidos por Dios v. 9. Este es uno de los textos más importantes de las Escrituras. Pablo comienza hablando de la experiencia de la conversión; la experiencia que tiene que ver con el conocer a Dios. Pero mis amados, conocer a Dios, de acuerdo con este texto, no es suficiente. El hecho de decir que conozco a Dios no es seguridad que le tengo en mi corazón. ¿Ha conocido usted realmente a Dios? ¿Puede usted decir con toda seguridad que él es su salvador y Señor? Es por esto que Pablo inmediatamente va a presentar su otro concepto del conocimiento de Dios, cuando dice: “o más bien siendo conocidos por Dios”. Este concepto revoluciona todo en nuestras vidas. En una oportunidad el demonio dijo: “A Jesús conozco, y sé bien quién es Pablo…” (Hch. 19:15). Esto sucedió con el incidente de unos exorcistas ambulantes que querían imitar lo que Pablo hacía. Y esa experiencia puso en evidencia, aunque era Satanás, la importancia de ser conocido por una entidad mayor. En el caso que nos asiste, la bendición para cada seguidor de Jesús es que se diga que somos conocidos por Dios. Los gálatas eran realmente creyentes por este reconocimiento de Pablo.

 

  1. NO OLVIDES LO QUE SOMOS PARA LOS QUE NOS PREDICARON

 

  1. Alguien trabajó por nosotros primero v. 11. Ya hemos dicho que si algo tenía Pablo era un corazón de pastor. Nadie más sintió este trabajo como él. Bien podemos decir que en esta carta nos abre ese corazón y nos manifiesta el celo que tenía por todos aquellos a quienes se había dedicado por entero. Pero la desviación a la que estaban llegando produjo en él un pesar que es evidente en el texto. Las palabras “me temo de vosotros” no era algo infundado. Su preocupación llegó hasta el extremo de pensar que había trabajo en vano en medio de ellos. Este es un asunto muy serio en la vida de todos aquellos que se han dado por nosotros para conocer el mensaje de salvación. Detrás de cada conversión tuvo que haber mucha oración, mucha perseverancia y un gran seguimiento hasta formar al recién nacido en su fe.

 

III.  NO OLVIDES LO QUE SE ESTÁ FORMANDO EN TI

 

  1. Hijitos míos… v. 19. Hemos dicho que Pablo usa en toda esta carta un lenguaje muy familiar. Los términos como hijos, padres, madre, herederos, etc., son muy comunes. Pero el término “hijitos” es como el asunto más íntimo cuando habla en este lenguaje familiar. Por cierto, que este es el único lugar donde Pablo usa este término. De hecho, es Juan el que usa más esta palabra cuando se dirige a sus hermanos. De esta manera podemos ver que para Pablo los hermanos de galacia eran sus hijitos. El era el “padre espiritual”. De allí que, en esta carta, como en ninguna otra, se le ve “peleando” por todos ellos.

 

  1. Hasta que Cristo sea formado v. 19c. Pablo nos deja claro que no importa cuánto se tenga que sufrir en el proceso de la concepción y el parto si al final Cristo es formado como creyente. El apóstol deseaba ver a Cristo visible en la vida de los gálatas. La palabra griega morfóo que se traduce sea formado tiene que ver con el proceso del inicio de un embrión. Esta es la meta real de la vida cristiana. Esto es lo que nos da su razón de ser. En un sentido, el tipo de vida que hasta ahora hemos llevado corresponde a la forma cómo Cristo se ha desarrollado en nosotros. La idea de esto es nuestro crecimiento espiritual interno. De acuerdo a esto, hay solo una vida que el cristiano está llamado a vivir: la vida de Cristo. Hay una sola mente que el cristiano debe tener: la mente de Cristo. Hay un solo asunto que debo atender: Ya no vivo yo más vive Cristo en mi. Y hay una sola pasión que el cristiano debe mostrar: que veamos a las multitudes como Cristo las ve. Si Cristo es formado en nosotros, su presencia traerá una vida santa. Finalmente, si Cristo es formado en nosotros, mi carácter, mi conducta y mis decisiones necesariamente tienen que estar gobernadas por él.

CONCLUSIÓN: Se dice que Nerón tenía cuarenta hombres en su ejército, luchadores. Y cuando estos cuarenta hombres venían a pelear ante el emperador salían todos robustos, con sus hombros todos cuadrados y enormes músculos. Cuando llegaban delante de su presencia le decían: “Somos cuarenta luchadores que luchamos por ti, oh emperador para ganar la victoria para ti, y para ti, la corona del vencedor”. Todos en el imperio sabían quiénes eran estos luchadores. Eran algo así como los equivalentes campeones olímpicos. Llegó a oídos de Nerón que algunos de ellos se habían hecho cristianos. El cristianismo comenzaba a expandirse, y el ser cristiano era un crimen digno de muerte. Los cristianos deberían morir por la hoguera, la espada o la bestia. Nerón le dio orden a su comandante general Vespasiano, diciéndole que él necesitaba revisar a su tropa y si encontraba algún cristiano, éste debería ser ejecutado de inmediato. Vespasiano alineó sus tropas, y les dijo: “Un edicto ha llegado del emperador. Si existe algún cristiano, yo le voy a pedir que usted confiese serlo. Se me ha dicho que un cristiano nunca niega ser cristiano. Pero quiero anticiparle que si usted confiesa ser cristiano, ciertamente morirá. Entonces Vespasiano preguntó ¿hay algún cristiano aquí? Pero este hombre no estaba preparado para lo que estaba a punto de suceder. Porque cuando algunos dieron un paso hacia delante, los demás lo dieron también. Los cuarenta luchadores habían entregado sus vidas a Jesucristo. Cuando Vespasiano vio aquello pensó que era una equivocación, que no podían ser todos los cuarenta. Vespasiano les dijo que retrocedieran, que negaran su fe, pero ninguno se movió. Vespasiano no quiso matarlos con su espada. Así que pensó en otro plan. Era invierno para ese tiempo, e ideó hacer una fogata al lado de un lago congelado. Luego despojó a esos hombres de toda su armadura. Los puso desnudos en el hielo y les dijo: “Si alguno quiere negar a Cristo, lo único que tiene que hacer es acercarse a la fogata”. Vespasiano estaba seguro que ellos regresarían, pero él no estaba preparado para lo que iba a escuchar. Él había escuchado lo que estos hombres decían delante del emperador, pero ahora los escucha cantar. Los soldados comenzaron a cantar: “Somos cuarenta luchadores, luchando por ti, oh Cristo, para ganar la victoria para ti, y para ti la corona del vencedor”. Vespasiano pensó que solo era un canto y que pronto cambiarían de idea. Al pasar la noche se puso más frío y ellos seguían cantando lo mismo: “Somos cuarenta luchadores, luchando por ti, oh Cristo, para ganar la victoria para ti, y para ti la corona del vencedor”. Pero el canto se hacía más y más débil. El frío los estaba paralizando. Después el canto cesó. Y de repente Vespasiano se acercó y vio entre todos a un hombre que se levantaba y daba la espalda a Cristo acercándose a la fogata. Y entonces Vespasiano pensó: “Aquí viene este, el resto lo seguirá pronto”. Él dijo que lo sabía porque él conocía a los hombres, los otros pronto vendrán. Pero no estaba preparado para lo que iba a oír. Escuchó otra vez el canto que decía: “Somos 39 luchadores, luchando por ti, oh Cristo, para ganar la victoria para ti, y para ti la corona del vencedor”. Y cuando Vespasiano vio que lo hizo aquel traidor, se quito todo lo que tenía y se unió a los 39 soldados, y comenzó con ellos a cantar: “Somos cuarenta luchadores, luchando por ti, oh Cristo, para ganar la victoria para ti, y para ti la corona del vencedor”. Mis hermanos, “¡No hay vuelta atrás!”.

 

 

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