El engaño del pecado

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EL EVANGELIO EN MARCHA

MENSAJES ACERCA DEL PECADO

El engaño del pecado

(JEREMÍAS 17:9; HEBREO 3:12-13)

Por: Rev. Julio Ruiz, pastor Iglesia Bautista Hispana ColumbiaFalls  Church

 

INTRODUCCIÓN: Entre las palabras que utiliza el griego para “engaño”, está “exapatao” que significa engañar y seducir total y completamente. Es la palabra que aparece en 2 Corintios 11:3 donde el autor hace referencia al engaño que Satanás hizo a Eva, con las que pudieran nuestros sentidos ser engañados y extraviados de la fidelidad a Cristo. El engaño del pecado es una  apariencia placentera que al final nos muestra una realidad distinta. El Dr. Charles R. Swindoll nos ha dejado la siguiente ilustración. “Tal vez haya oído del individuo que se enamoró de la cantante de ópera. Casi ni la conocía, pues solo había visto a la cantante con unos binoculares desde la galería. El estaba convencido que podía “vivir feliz para siempre” con una voz como esa. Casi ni notó que ella tenía muchos más años que él. Tampoco se preocupó que ella anduviera cojeando. Su extraordinaria voz de mezzosoprano compensaría lo que sea que podía venir. Después de un romance vertiginoso y una ceremonia apurada, se fueron juntos a su luna de miel. Ella comenzó a prepararse para su primera noche juntos. Mientras él la observaba su quijada se le cayó casi al pecho. Ella se sacó un ojo de vidrio y lo colocó en su mesita de noche. Se sacó su peluca, se sacó sus pestañas falsas, se sacó su dentadura postiza, se desató su pierna artificial y le sonrió mientras se quitaba sus anteojos que ocultaban su auricular. Aturdido y horrorizado, él dijo: “Por todos los cielos, mujer, canta, canta ¡CANTA!” (Más de 1001 Ilustraciones por Charles Swindoll, pág.210). Esto es lo que hace el pecado. La seducción del principio no es siempre la que al final se cumple. Hay algo distinto detrás de cada paquete con apariencia de bondad. Consideremos la forma cómo el pecado nos engaña y su efecto letal.

 

I.EL PECADO TE ENGAÑA PROMETIÉNDOTE LIBERTAD PERO AL FINAL TE CONDUCE  A UNA CADENA DE ESCLAVITUD

¿Cómo actúa? Bueno, bajo la apariencia de una libertad personal, el pecado va esclavizando a los hombres. A este respecto el apóstol Pedro nos presentó una seria advertencia acerca de lo que hace el engaño: “Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció” (2 Pe. 2:19). ¿Sabía usted que la defensa moderna del pecado se hace bajo la apariencia de la libertad? El aborto, por ejemplo, es defendido como el derecho de la mujer de ejercer su libertad de elección, aunque el bebé no cuente para eso. Para el caso de la homosexualidad, los que defienden esta preferencia sexual, reclaman el derecho de libertad de escoger lo que finalmente “eres”. Lo mismo hacen los defensores de la pornografía, pues lo que ven en sus productos es una forma de promover la libertad de expresión. Pero esta aparente “libertad” conduce a una esclavitud mayor, lo cual es una contradicción. Es así como se promocionan vicios tales como el alcohol, la cerveza o el cigarrillo. La imagen de una chicha semidesnuda en un auto de lujo, son la representación de la “libertad” a la que estás siendo llamado por medio del “consumo inofensivo” del producto que se exhibe. Hay una seducción a todos tus sentidos que te hará sentir libre, pero al final terminarás arrastrando la cadena de una perversa esclavitud.

 

II.EL PECADO TE ENGAÑA HACIÉNDOTE VER LO AGRADABLE DE SU FRUTO Y SER LIBERADO DE ÉL CUANDO TE PLAZCA

El  pecado te engaña al hacerte ver que tú eres suficiente y poderoso para probar aquello que le apetece a tu carne y después dejarlo cuando ya no lo quieras. Pero eso no es la verdad de un drogadicto, alcohólico o el que es adicto al sexo. El elemento codiciable que se esconde detrás del pecado deja en el individuo el sabor de lo prohibido de manera que al verlo nuevamente se despierte el apetito. Observe cómo esto sucedió desde el principio. El astuto tentador le presentó a Eva, dentro de todos los árboles del huerto, a uno con unas características particularmente irresistible. Es posible que aquella fruta no hubiera sido vista anteriormente. Como al parecer Adán y Eva eran vegetarianos, teniendo en las frutas del huerto su más estricta dieta, el tentador se valió en despertar una sensación nunca antes descubierta: la codicia, la raíz de todos los demás pecados. En Génesis 3:6 encontramos el proceso de tomar lo que agrada. Este principio lo sigue usando el pecado para engañar al incauto que se detiene, como Eva, para comer de la fruta prohibida. El pecado te mostrará que lo que está delante de ti es bueno, ¿no es así  como nos convence para tomarlo? Luego hace que lo que está delante se agradable, ¿no es eso lo que hace que la vista se recrea? Después despierta la codicia, ¿y no es esto lo que finalmente nos conduce a pecar? Así ocurre cuando tomas lo que te agrada, después no será fácil salir de allí cuando te plazca. Se engaña el que piensa salir de allí pronto. El deseo de la carne es seguir haciéndolo.

III. EL PECADO TE ENGAÑA OFRECIÉNDOTE SUS PLACERES PARA LUEGO CULPARTE MÁS DE LO QUE PUEDES SOPORTAR

El diccionario define la palabra “culpa” como “un sentimiento de responsabilidad o remordimiento por alguna ofensa, crimen o equivocación, ya sea éste real o imaginario”. Y es que no hay cosa peor en la vida que un sentimiento de culpa. La ausencia de paz y de gozo es una de las características de quien esto vive. Eso fue lo que experimentaron Adán y Eva una vez que fueron engañados por el pecado. Al haber pecado contra Dios se dieron cuenta que estaban desnudos, pues perdieron su inocencia, y luego se escondieron. Y así es como obra siempre el pecado una vez consumado. La antesala y el acto mismo del pecado son de placer, deleite y  goces del momento, pero después viene la congoja y con ello la culpa. Es saber que has hecho lo malo delante del Señor y de tus amados. Después que David pecó con Betsabé vació su culpabilidad en los salmos 32 y 51, una de las Escrituras más reveladoras del presente tema. Sus versículos nos muestran a un corazón profundamente golpeado por lo que ha hecho. La culpa es como un fantasma que te persigue.

 

IV. EL PECADO TE ENGAÑA POR LAS VENTAJAS QUE TE OFRECE PERO NO TE HABLA DE LA DEUDA QUE TIENES QUE PAGAR

El pecado es como un producto que sale al mercado con toda una variedad de uso para hacerle la vida más fácil y más llevadera al individuo. Las ventajas son tan irresistibles, que el próximo paso es adquirir el producto. Tome en cuenta la sutil ventaja que ofrecen los carros modernos: El precio del mercado, sus nuevos diseños, la economía en el consumo, los sistemas para la comunicación terrestre y el placer de manejarlo. Todas esas ventajas se sobreponen a la deuda que después usted tendrá que pagar por algunos años. En el engaño del pecado hay de igual manera una serie de ventajas en su ofrecimiento. Volviendo al caso de Adán y Eva, la serpiente le presentó las ventajas que ellos tendrían al tomar del fruto del árbol de la “ciencia del bien y del mal”. El tentador, con una astucia que hizo al producto como imposible para ser dejado, le dijo a la mujer: “No moriréis;  sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Gn. 3:4, 5). El pecado presenta la ventaja de disfrutar de algo que usted nunca había tenido. La prohibición venía de la sentencia divina de morir al comer del árbol. Pero Adán y Eva oyen otra voz que les dice lo contrario: “No moriréis”, y que en lugar de morir sus ojos se iban abrir a un mundo que les estaba vedado; pero sobre todo, “que seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”. De esta manera el tentador llamó a Dios mentiroso. Esa última ventaja al parecer los “embriagó” con la posibilidad de ser como Dios también. Los únicos que sabían para ese momento acerca  del “bien y el mal” eran Dios y el diablo. Así que ellos cedieron a esas “ventajas”, comieron lo prohibido, y desde entonces la deuda ha sido tan grande que Dios mismo tuvo que pagar la deuda dando su Hijo para morir por nuestros pecados. El engaño del pecado jamás le hablará de la deuda a pagar.

V. EL PECADO TE ENGAÑA HACIÉNDOTE CREER QUE TODO ESTÁ BIEN MIENTRAS NADIE MÁS LO SEPA

El pecado nos engaña al pensar que mientras no hemos pecado de una manera visible, eso es, que otros no lo saben, está correcto entre nosotros y Dios. Creo que esta es una de las trampas bien armadas del “engaño del pecado”. Es pensar que mientras no me descubran en lo que hago, todo está bien. El que así piensa, vive en la realidad del proverbio: “Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso” (Pr. 9:17).  Pero la palabra de Dios nos informa de manera diferente porque Dios discierne los pensamientos, las actitudes y las intenciones del corazón (Hebreos 4:12-13). No hay nada que esté oculto a su mirada. Jeremías lo expresó de esta forma: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso” (Jer. 17:9). ¿Cuál es la sentenciad de este texto? Que nuestros pensamientos y actitudes son radicalmente depravados y estos nos llevan a comportamientos pecaminosos. El pecado ha encontrado en el corazón su más incondicional aliado. El engaño que genera en la persona es total. Por un lado hace ver que mientras otros no se enteren de lo que estoy haciendo todo va bien. Le hace ver al individuo que Dios no se da por enterado de lo que puedo estar haciendo en secreto. Hace ver que la santidad es una meta muy alta que Dios exige y por lo tanto imposible de cumplir. Pero lo que el pecado no le muestra a la persona es la otra parte del texto, porque cuando pregunta: “¿Quién lo conocerá?”, la  respuesta es: “Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (v. 10). En este sutil engaño lo que el pecado nunca mostrará serán sus consecuencias. Jamás te dirá que un momento de placer te conducirá a una locura, a un desastre final. Jamás te revelará que lo que se hace en oculto un día saldrá a luz y se expondrá trayendo vergüenza, confusión, dolor y propósitos truncados.

 

CONCLUSIÓN: Pablo reconoce que el engaño del pecado es una realidad en la vida del creyente (Ro. 7:11). Tan grande es esto que lo llama “el pecado que mora en mí” (v. 17), llevándole a hacer las cosas que más aborrece su alma (v. 15). La descripción que sigue nos muestra una especie de lucha entre el bien y el mal, entre la carne y el espíritu (vv. 18-23). Y su condición parece llevarle al tope de no resistir más y exclamar: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” (v. 24). Así que frente a la obligada pregunta, ¿cuál será la respuesta frente al engaño del pecado?, el apóstol nos dice: “Gracias doy a Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (v. 25).  Sí, no podía ser de otra manera. Solo Cristo venció al pecado y su poder engañoso. Él es nuestra garantía para quedar libres de su seducción y dominio. Andemos en la comunión del Espíritu (Rom. 8) y la victoria sobre el pecado será completa.

 

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