Contando los días con sabiduría

0
658

EL EVANGELIO EN MARCHA

MENSAJES DE FIN AÑO

 

Contando los días con sabiduría

(SALMO 90)

Por: Rev. Julio Ruiz, pastor Iglesia Bautista Hispana ColumbiaFalls  Church

 

INTRODUCCIÓN: La llegada de un fin de año nos lleva a la obligada pregunta: ¿Qué uso le hemos dado a la vida que Dios nos dio? ¿Qué hicimos este año que honró o deshonró al Señor? ¿Cuál será el balance final de nuestras vidas al término de este lustro pasado? Estas preguntas las formulamos porque muchos de nosotros pudimos haber muerto este año (y de hecho  muchos murieron), o pudimos haber muerto  al nacer, o ni siquiera haber nacido, sin embargo a Dios le plació darnos la vida   hasta llegar a este fin del año. Se nos ha dicho que el tiempo es el mejor juez que evalúa nuestras decisiones y nuestras acciones. Esto lo decimos porque hay muchas personas que desperdician su preciosa vida en situaciones pueriles del diario vivir. Es una falta de sabiduría, de prudencia y de justicia no darle a la vida el uso que Dios espera que hagamos de ella. El presente salmo es todo un desafío que nos presenta en una manera contrastada, lo temporal y lo  eterno. Es un salmo que le pertenece a Moisés, el mismo autor de los primeros cinco libros de la Biblia. Esto le permitió a Moisés conocer muye las edades, traducidas en días y años.  Él  hace alusión a los días que pasamos en la tierra bajo una visión fugaz, pero también a lo que significan  los días bajo la visión divina. Sobre el paso de los días y los años, John Haggai  ha dicho: “El ayer es un cheque cobrado; el mañana es un pagaré. Hoy es efectivo en mano para usarlo; inviértelo”.  Moisés vivió 120 años. Su vida tuvo tres etapas. Los primeros 40 años los vivió en Egipto donde se educó con los mejores estudios de la época; eso le hizo ser poderoso en sabiduría y en palabras (Hch. 7:22). Después pasó 40 años el desierto, pastoreando las ovejas de su suegro Jetro. Y sus últimos 40 años los dedicó a pastorear a una nación de unos dos millones de personas. De modo, pues, que cuando él dijo: “Ensénanos a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría…”, tenía autoridad para hacer esta petición. Cuando contamos  nuestros días, según la contabilidad de Moisés, encontramos una gran aprendizaje.

 

I.CUANDO CONTAMOS LOS DÍAS CON SABIDURÍA APRENDEMOS CUÁN BREVE LLEGA A SER LA VIDA

1. Los años de nuestra edad v. 10. El plan original de Dios era que los hombres fueran eternos. Recordemos que el hombre fue hecho a imagen y semejanza divina; esto planteaba que el hombre fuera inmortal. Pero el resultado del pecado ha sido la muerte física y la espiritual. Génesis 3 nos muestra en detalle que la muerte fue la consecuencia directa del pecado contra Dios. Pero aún después de la  caída el hombre mantuvo destellos del plan original divino, por cuanto las personas alcanzaron a vivir cerca de un milenio (Génesis capitulo 5). Después del diluvio y la llegada de los patriarcas, los hombres alcanzaron a vivir 120 años. Pero después de esto, los “años de nuestra edad” son 70 u 80 años. Así que la vida simplemente es breve con todo. ¿Qué decir de los niños que mueren en edad temprana? De modo, pues, que al lado de la eternidad, nuestra existencia es apenas un granito de arena en la inmensidad del mar.

2. “Acabamos nuestros años como un pensamiento” (v. 9). En este símil pareciera que el salmista hubiese llegado a la más mínima expresión al comparar todo lo temporal en nosotros. Decir que acabamos los años como un pensamiento es decir que la vida humana, vista desde arriba, sólo dura milésimas de segundos. ¿Cuánto dura un  pensamiento en nuestra mente? Tiene que irse rápido porque hay otro que está a la puerta tratando de entrar ¡Sencillamente viene o se va! Así que a lo que  llamamos “toda una vida”, hablamos del proceso que incluye nacer, crecer, envejecer y morir, antes los ojos de Dios es apenas un instante; algo insignificante como un abrir y cerrar de ojos. La vida es tan breve, y el pasar de cada año así lo confirma, que Moisés se valió de varias figuras para ilustrar lo pronto que pasamos. Se refirió al torrente cuya agua pasa velozmente y nunca más regresa. Habló también del sueño que dura apenas horas, dependiendo la condición del cuerpo, pero que pronto se despierta y amanece. También habló de la hierba que en la mañana crece y en la tarde y ha muerto. La vida simplemente es breve. No es para siempre.

 

II.CUANDO CONTAMOS LOS DÍAS CON SABÍDURIA APRENDEMOS CUÁN REAL ES EL DIOS QUE AMAMOS

 

1. Lo es por su naturaleza eterna (v. 2).  Cuando más avanzamos en nuestra edad, más descubrimos la eternidad de Dios. Mientras el hombre descubre más galaxias, no solo se da cuenta cuán grande es Dios, sino también cuán eterno es  Él. ¿Desde cuándo existe Dios? Bueno el texto nos da una idea, al decirnos: Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo…”.  Este texto confirma que no hubo un tiempo cuando Dios no haya existido, ni tampoco habrá un tiempo cuando Dios no existirá.  El hombre es hijo del tiempo; Dios se mueve en la eternidad. Él es tan eterno que aun viviendo todo una eternidad con él jamás sabremos cuán eterno es. Es por eso que el salmista dice que: “Mil años delante de tus ojos son como el día de ayer que pasó…” v. 4.  ¿Cuántos años tiene el universo? Bueno, lo primero que decimos es que no es tan viejo como lo hace ver la ciencia. Los millones o miles de millones que le ponen a ciertos descubrimientos, no es sino el capricho de ideas y postulados, pero que no tienen asidero cierto. Pero aún si el universo fuera tan viejo, para el Señor son pocos días. Recordemos que él es el YO SOY. La verdad es que cada año que pasa nos vamos adentrando a esa eternidad.

 

III.CUANDO CONTAMOS LOS DÍAS CON SABIDURÍA APRENDEMOS LA EFICACIA DEL QUEBRANTAMIENTO ESPIRITUAL

 

1. El quebrantamiento nos vuelve hacia Dios v. 3. Moisés vivió suficiente para conocer del poder de Dios, pero también de la rebelión de Israel. En ese largo “pastorado” del desierto vio las veces que Israel fue sometido a quebrantamiento por sus propias faltas. Los años pasados en tan inhóspita condición mostraron al líder de Israel los instrumentos que Dios usó para atraerlos a él. Todo eso para decirnos que las aflicciones de los santos suelen provenir del amor de Dios, pero también que los reproches por sus pecados deben considerarse procedentes del desagrado de Dios. Dios usó durante esos años medios correctivos muy drásticos, entre los que incluyó aún la muerte de los culpables. Así que en este salmo no es raro ver expresiones, tales como: Arrebatar, consumidos, turbados, declinar a causa de tu ira, indignación, vuélvete, aplácate… (vv. 7-13). Todo esto nos muestra la disciplina correctiva de Dios. A lo mejor durante este año que culmina hemos sentido algún quebrantamiento de parte de Dios. Si así es el caso, tenga la seguridad que Dios usó todo eso porque le ama. El quebrantamiento divino es un aliciente. Él nos ama tanto que no nos dejará sin disciplina  “para que participemos de su santidad” (He. 12:10).

                                                                                       

2. El quebrantamiento revela lo oculto v. 8. Una de las cosas extraordinarias que hace la palabra de Dios es que pone al descubierto todo lo que hay dentro de nosotros (He. 12:4). Después que Israel tuvo la conquista de Jericó perdió una batalla en la insignificante ciudad de Hai. La razón, había un pecado oculto. Un hombre llamado Acán tomó un lingote de oro y un hermoso manto babilónico, y los había escondido en su casa. Como aquello era anatema fue necesario que se revelara el pecado y ser castigado para poder seguir con las victorias (Jos.7). En este salmo Moisés recuerda que Dios puso las maldades del pueblo delante de él cada vez que se rebelaron. El poder de su mirada revelaba todo lo que estaba oculto y que era de su desagrado. Dios no ha cambiado. Las disciplinas que aplica muchas veces en la vida del creyente es para poner de manifiesto algún pecado oculto que ha sido la causa de sus derrotas espirituales. La finalidad de esto es para que conozcamos el poder de su ira para que por ella temamos todos (v. 11). Pero la palabra que pone al descubierto todo, lo cura todo. Expóngase a Dios.

 

IV.CUANDO CONTAMOS LOS DÍAS CON SABIDURÍA APRENDEMOS DE  LAS BENDICIONES QUE AÚN NO TENEMOS

 

1. Debemos ser audaces en reclamarlas vv. 13, 14. Moisés sabía que Dios estaba airado con su pueblo. La provocación que ellos hicieron contra él, deseando  regresar otra vez a Egipto, fue muy notaria en el largo caminar por el desierto. Eso significó que muchas de las bendiciones que Dios tenía reservada para ellos fueron retenidas. La ira con la que Dios actuó cerró las bendiciones. Pero ahora hay un reclamo; un nuevo anhelo para que aquellas bendiciones regresen a ser parte de sus hijos. Lo primero que pide es que Dios se vuelva y se aplaque. En esa misma oración que reclama esas bendiciones, Moisés, quien vio  el mal que le vino a Israel, ahora dice: Alégranos conforme a los días que nos afligiste y los años en que vimos el mal” v. 15. Esta de igual manera es la oración de un creyente. Cuantas veces al año llegamos a ver algún mal que golpeó nuestra vida  o el de la familia. Pero ahora, al revisar nuestras cuentas, y al ver el déficit de esas bendiciones, le decimos también al Señor: ¡Alégranos! Esa alma afligida que llevó la carga de algún dolor, de alguna pena, de alguna aflicción insoportable,  ahora le dice a Señor ¡Alégranos! Sí, alégranos conforme a los días de nuestras tristezas. El final de un año nos invita a reclamar las bendiciones que nos fueron esquivas, pero que siempre nos pertenecieron.

 

2. Debemos ser constantes en esperarlas vv. 16, 17. “Aparezca” es una manera de decir: que se haga realidad tu obra en nosotros. Ninguna otra cosa deseamos con mayor fuerza que la obra de Dios sea hecha en nosotros. A veces nuestra confianza solo está puesta en la obra de los hombres, pero todos sabemos que esa obra es pasajera como los torrentes de aguas, como el pensamiento, como el sueño. Sin embargo,  la obra de Dios permanece para siempre y su obra es perfecta y completa en nosotros. Esa bendición debe ser esperada. Dios no ha terminado su obra desde el momento que la comenzó según  Filipenses 1:6. Pero la otra cosa que deseamos en estas bendiciones es que manifieste su “gloria sobre tus hijos”.  La gloria de Dios es el asunto que más bien le hace al creyente. El apóstol Pablo pidió ser “transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu (2 Cor. 3:18). Cuando la gloria de Dios la vivimos continuamente, el resultado será que Dios confirmará “la obra de nuestras manos” v.17. ¿Cuántos quisiéramos vivir bajo la gloria de Dios? No hay bendición mayor que esta.

 

CONCLUSIÓN: Tomando en cuenta que la vida, según la perspectiva del salmista, se mueve dentro de lo “temporal y eterno”, dentro de la brevedad y lo permanente, la conclusión a la que él llega  pareciera concentrarse en el versículo 12. Es la gran oración que le pide a Dios que le ayude a organizar su vida conforme a las exigencias de Su voluntad, que es el principio de la sabiduría. El año que concluye ahora nos conduce a una evaluación de nuestras matemáticas. Por cuanto es tan fácil perder el tiempo en necedades, en actividades improductivas o simplemente “matarlo”, mientras se esperan otras cosas, la presente oración es la que más debiera hacerse. “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. Necesitamos un corazón sabio para vivir, un corazón sabio para amar a Dios, al prójimo, y sobre todo, un corazón sabio para no pecar contra Dios. La vida que se prepara para entrar en la eternidad es aquella que ha aprendido a “contar los días”. ¿Cómo vivimos este año? ¿Cuál será nuestra evaluación cuando vemos el tiempo transcurrido?

 

Si desea consejería o hablar con el Pastor Julio Ruiz, puede llamarle a los

 Tels.  (571) 271-6590 (cel); (703) 250-0118 (casa) y (703) 534-5700 ext. 240