EL EVANGELIO EN MARCHA
La fortaleza de mis debilidades
(2 CORINTIOS 12:1-11)
Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor
INTRODUCCIÓN: La palabra “gloriarse” aparece seis veces en este pasaje, pero siempre asociada con la palabra “debilidad”. ¿Sabía usted que su debilidad puede ser su fortaleza? Ese es el tema de este pasaje. Nunca supiéramos de esta historia de Pablo, si no le hubieran obligado a gloriarse. ¡Se imagina usted a algunos de los predicadores sensacionalistas de hoy teniendo esta experiencia! Que todos sepamos ningún mortal había ido al cielo y regresado para contar lo visto. Sin embargo, este mismo pasaje nos muestra también la otra cara del asunto. Nos revela a dos hombres en uno mismo, mostrándonos la grandeza de su gloria, y a otro mostrándonos la humillación de sus debilidades. Si alguien conocía bien a ese hombre era Pablo cuando dice: “Conozco a un hombre…”. Él era el hombre de la experiencia celestial, pero también de la terrenal, llena de debilidades y necesitado de la gracia y el poder de Dios para vivir. En un mismo texto vemos a un hombre en el espíritu, oyendo “palabras inefables que no les dado al hombre expresar”, pero a su vez a un hombre con un tremendo aguijón en la carne, gloriándose más en sus debilidades que en las revelaciones y visiones que haya tenido. Este es un pasaje muy humano que confronta al creyente perfeccionista, que piensa que él no es como el publicano que lo único que decía era: “Sé propicio a mi pecador”. Pablo nos enseña a través de este pasaje cómo lidiar con nuestras debilidades para que puedan ser usadas por Dios y traigan gloria a su nombre. ¿Tiene usted una debilidad? ¡Bienvenido a los que luchamos con esto todos los días! Haga de ella su más grande fortaleza. Espero que al final de este mensaje usted pueda decir lo mismo que dijo Pablo: “Cuando soy débil, entonces soy fuerte”. ¿Cómo entender esta declaración de este gigante de la fe?
- MIS DEBILIDADES ME PROHIBEN GLORIARME DE MIS ÉXITOS
- “Arrebatado hasta el tercer cielo” v. 2. Pablo ha dicho que no le conviene gloriarse. A nosotros tampoco nos conviene gloriarnos. La experiencia que Pablo tuvo, una especie de “arrebatamiento” anticipado, había sucedido unos catorce años atrás. Fue traspuesto al cielo, al mejor estilo de los profetas anteriores en una forma que él mismo no está seguro. No recuerda si fue en el espíritu o fue en el cuerpo. De todas maneras, eso no es lo que importa en este pasaje. En todo caso, la intención de Pablo es exaltar a Cristo más que de lo que vio u oyó. De ese hombre él tiene el derecho a gloriarse. Es como su gloria permitida. ¿Por qué? Porque cuando vio el “tercer cielo” o el “paraíso”, aquello fue una demostración del gran amor que Dios le tuvo. Pablo fue tan especial para su Señor que le dio un anticipo de la gloria que le esperaba.
- “Pero de mí mismo en nada me gloriaré” v. 5. Le sorprende al lector ver que Pablo no deja espacio para sí mismo, sino para que Cristo tome la preeminencia. En un mundo donde la adulación y la exaltación al ego son lo que valen, y por lo que se lucha, esta declaración apostólica pareciera estar descontextualizada. Hay hombres, incluyendo a no pocos creyentes, que les importa mucho que otros los exalten y los reconozcan, sobre todo por sus éxitos y sus méritos. Pero cuánto necesitamos aprender de hombres como Pablo, y mayor aún de nuestro Señor Jesucristo, cuyas vidas fueron marcadas por la humildad. Preferir gloriarse en las debilidades nos mantiene conscientes de lo que somos. Cuando los hombres caen de su “pedestal” pasan por la dura tarea de tener que bajar su ego y tener que humillarse ante aquello que un día miraban con menosprecio. No nos está permitido gloriarnos a nosotros mismos. Tal gloria es efímera y pasajera. Pero el gloriarnos en nuestras debilidades nos hará hombres con una visión distinta de nosotros y de los demás. Nuestras debilidades son las herramientas que Dios usa para su servicio. ¡Prohibido gloriarse a sí mismo!
- MIS DEBILIDADES REVELAN EL AGUIJÓN QUE ME LASTIMA
- “Un aguijón en mi carne” v. 7.Si usted ha sido picado por una abeja o algo parecido, sabe lo que es un aguijón. Pablo fue llevado al lugar donde cualquier ser humano se exaltaría sobre manera. Esperamos que los hombres que dicen haber ido al cielo y regresado, leyeran este pasaje. Los hombres que caminan más cerca del Señor tarde o temprano serán visitados por algún aguijón. Esto me hace pensar que no ha sido extraño que hombres con una vida piadosa hayan tenido que sufrir algo que los ha mantenido quebrantados. Se cuentan por miles los que han padecido de penosas enfermedades como el caso de Spurgeon, a quien sus biógrafos describen con grandes enfermedades desde los 35 años. Entre otras cosas, sufría de gota, neuralgia y de reumatismo. Todas estas eran dolencias extremadamente dolorosas.
- “Tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí” v. 8. Una de las cosas que aprendemos de Pablo es que hay oraciones que Dios contesta muy distinto a lo pedido. No le extrañe esto del Padre celestial. Hay debilidades que en no pocas ocasiones nos conducen a estados de quebrantamientos y, en algunos casos, hasta de desesperación. Por seguro le hemos pedido al Señor que el las quite de nuestras vidas, pero nos damos cuenta de que ellas siguen en nosotros. Bueno, el testimonio de Pablo nos ayuda a entender cuál es el propósito de todo esto. Respecto a su caso, le había pedido a Dios tres veces que le quitara el aguijón que lo abofeteaba, pero no hubo una respuesta inmediata, como tampoco la tuvo el Señor en el Getsemaní.
III. MIS DEBILIDADES ME MUESTRAN EL PODER DE LA GRACIA
- “Bástate mi gracia…” v. 9.Paradójicamente, el Señor necesita más de nuestras flaquezas que de nuestro poder. ¿Por qué razón? Porque nuestro poder pudiera convertirse más bien en su rival. Los que se consideran autosuficientes simplemente le dicen a Dios que no necesitan de su ayuda. Pero qué distinto es pensar que mis propias flaquezas se constituyen en verdaderos siervos de él. Cuando el Señor le dijo a Pablo “bástate mi gracia” le estaba poniendo un cheque en blanco. No hace falta más nada si tenemos la gracia divina. Así, pues, mis debilidades se convierten en la ocasión para dejar que esa gracia sea suficiente. Mi debilidad es la oportunidad que Dios usará para sacar lo mejor que hay en mí. Haga de su debilidad un instrumento de bendición.
- “Mi poder se perfecciona en la debilidad” v. 9. Hay mucha gente en cuyas vidas reposan otros poderes. De hecho, en algunos reposa el poder de alguna inclinación pecaminosa. En otros reposa el poder de la ambición, de la fama, del prestigio etc. Pero hay una gran diferencia cuando al buscar en mi interior descubro que en mi reposa el poder de Cristo. Esto quiere decir que el Señor es suficiente para mí. Significa que con Cristo no necesito de nada ni a nadie más. A Pablo se le dijo que frente a sus debilidades le bastaba el poder de Cristo.
- MIS DEBILIDADES ME CONDUCEN A UNA MAYOR FORTALEZA
- “Me gozo en mis debilidades” v. 10.Cuando uno estudia este pasaje lo primero que ve son paradojas. ¿Quién se gloria en sus debilidades? La filosofía del mundo no es el ser débil sino fuerte. Olvídese que el mundo quiera saber algo de los débiles. Todos los hombres buscan ser fuertes, poderosos, como si con esto les permitiera estar por encima de los problemas. Y cuando alguien se hace fuerte es difícil que pueda ver al débil, y verse débil. En la mentalidad de algunos, el hacerse cristianos, los hace débiles. Es más, algunos consideran que el cristianismo es para los pobres, los débiles, los llorones, los que no tienen poder, los que no tienen fuerzas. Y para otros extremistas, el evangelio es para los bobos y los cobardes.
- “Cuando soy débil… soy fuerte” v. 10. No nos interesa la opinión que el mundo tenga si somos débiles, porque la opinión que más nos importa es la de Dios. ¿Por qué decimos esto? Porque quien es débil en Jesús, siempre acude a él. Le buscará de corazón, le clamará con ruegos y súplicas en el espíritu, y escudriñará la Biblia para luego someterse a la voluntad de Dios en obediencia. Al hacer esto, uno se hace fuerte. La buena noticia es que a los que son débiles, Dios les envía sus ángeles que le protegen en su diario caminar. Pero los débiles no se quedarán para siempre así. La madre espera que un día su bebé sea fuerte. En la mayoría de los casos, todos los creyentes al comenzar son débiles, pero en la medida que se meten con el Señor llegan a ser gigantes en la fe.
CONCLUSIÓN: El único que puede decir: “Cuando soy débil, entonces soy fuerte” es un hijo de Dios. No se sienta mal por sus debilidades. Recuerde que ellas forman parte de su vida y le evitarán gloriarse en si mismo. Le ayudará soportar algún aguijón a descubrir el poder que hay en usted y a descubrir que es más fuerte de lo que había pensando. Su debilidad será la oportunidad que Dios utilizará para glorificar su nombre. Escuche lo que dijo Isaías 40:29-31: “El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. Digamos junto con Pablo “porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Hay una gloria detrás de mis debilidades. ¡Descúbrala hoy! Si es un hijo de Dios tome la promesa de Job “Que diga el débil: fuerte soy” (Job 3:10). Y usted no tiene a Cristo recíbalo hoy para que él transforme su debilidad en victoria y salvación.
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