El verdadero problema de la ansiedad y sufrimiento

0
152

EL EVANGELIO EN MARCHA

La razón de ser del sufrimiento

  Considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa. (Hebreos 11:26). No elegimos el sufrimiento simplemente porque se nos dice que lo hagamos, sino porque Aquel que lo dice describe al sufrimiento como el camino hacia el gozo eterno.

  Nos indica que sigamos la obediencia del sufrimiento, no para demostrar la fuerza de nuestra devoción al deber, ni para poner de manifiesto el vigor de nuestra determinación moral, ni para probar los altos niveles de tolerancia al dolor que tenemos, sino más bien para exponer, mediante una fe como la de un niño, el infinito valor de sus promesas, que lo satisfacen todo.

  Moisés «[escogió] antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado… porque tenía la mirada puesta en la recompensa» (Hebreos 11:25-26). Por ello es que su obediencia glorificó al Dios de gracia, y no exaltó la determinación a sufrir.

  Esa es la esencia del hedonismo cristiano. En la búsqueda del gozo por medio del sufrimiento, magnificamos el valor de la Fuente de nuestro gozo, que todo lo satisface. Dios mismo es la luz que brilla al final del túnel de nuestro sufrimiento.

  Si no proclamamos que él es la meta y el fundamento de nuestro gozo en el sufrimiento, entonces la verdadera razón de nuestro sufrimiento se perderá. Y la razón es la siguiente: Dios es ganancia, Dios es ganancia, y Dios es ganancia.

  El fin principal del hombre es glorificar a Dios. Esta verdad se refleja más claramente en el sufrimiento que en ninguna otra circunstancia: Dios es más glorificado en nosotros cuando nosotros estamos totalmente satisfechos en él.

El verdadero problema de la ansiedad

  Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? (Mateo 6:30). Jesús dice que la raíz de la ansiedad es una fe inadecuada en la gracia venidera de nuestro Padre.

  Una reacción posible a las palabras de Jesús podría ser: «¡Esas no son buenas noticias! De hecho, es muy desalentador descubrir que lo que yo creía que era una simple lucha contra una predisposición a la ansiedad en realidad es un conflicto mucho más profundo que pone en duda mi confianza en Dios».

  Mi respuesta es que estoy de acuerdo, pero luego en desacuerdo. Supongamos que usted tiene un dolor en el abdomen y ha estado probando medicamentos y dietas de todo tipo, pero nada dio resultado. Supongamos también que el médico le dice, después de una consulta de rutina, que tiene cáncer en el intestino delgado. ¿Es una buena noticia? Usted dirá: «¡Por supuesto que no!». Y yo estaría de acuerdo con usted.

  Pero permítame plantear la pregunta de otra forma: ¿No le alegra que el médico haya descubierto el cáncer cuando todavía es tratable y se puede hacer mucho al respecto? Usted diría: «Sí, y me alegra mucho que el médico haya encontrado el verdadero problema». Nuevamente, yo estaría de acuerdo con usted.

  Por lo tanto, la noticia de que tiene cáncer no es buena; pero por otro lado, sí lo es, porque saber qué es lo que en realidad está mal es bueno, en especial si el problema se puede solucionar. Lo mismo sucede cuando descubrimos que el verdadero problema detrás de la ansiedad es la falta de fe en las promesas de gracia venidera de Dios. Él puede obrar para sanidad de formas maravillosas cuando clamamos: «Creo, ayúdame en mi incredulidad» (Marcos 9:24). ( Gracia Venidera)