Por qué no puedes “ser Jesús”

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EL EVANGELIO EN MARCHA

Por qué no puedes “ser Jesús”

Por: Steven Morales*

Lo he escuchado bastante veces e incluso hasta lo he dicho: debemos vivir el evangelio. Suena bien y positivo, pero ¿exactamente qué significa? Cuando decimos “¡Vive el evangelio!”, ¿estamos diciendo que deberíamos también morir por nuestros pecados? ¿Estamos diciendo que deberíamos compartir el evangelio con otras personas? O, ¿estamos diciendo lo que muchos han dicho con otras palabras, “Sé Jesús”?

Vivir el evangelio es una llamado que cada cristiano debe por lo menos considerar, especialmente al recordar que vivimos en un mundo quebrantado por las malas noticias del pecado. Sin embargo, debemos tener cuidado en cualquier momento que tratamos con temas relacionados al evangelio porque el mismo es de primer importancia y central a nuestra fe (1 Co. 15:3). Si no entendemos bien el evangelio (y nuestra relación a él), estamos en peligro de cometer otros errores fatales en nuestra teología y práctica.

 

RECORDANDO EL EVANGELIO

Entonces, antes de entender lo que significa vivir el evangelio, debemos entender qué es el evangelio. Pablo lo resume bien en un versículo en su primera carta a Timoteo, “…Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero” (1 Tim.1:15). ¿Cómo lo hizo? A través de Su vida perfecta (cumpliendo toda la ley), Su muerte sustitutiva (tomando nuestro pecado sobre sí mismo y dándonos Su justicia) , y Su resurrección poderosa (demostrando Su poder sobre la muerte). Por gracia, Cristo murió en nuestro lugar porque nosotros éramos pecadores incapaces de salvarnos a nosotros mismos.

Debemos considerar entonces, ¿cómo es posible vivir o ser algo que el evangelio dice que no podemos hacer por nuestra propia cuenta? Si Jesús murió en nuestro lugar para el perdón de nuestros pecados porque nosotros estábamos muertos en nuestros pecados… ¿cómo puedo yo hacer lo que Jesús hizo? Si Jesús fue perfecto y yo no, ¿cómo puedo yo “ser Jesús”?

Aquí es donde yace el problema: Jesús no murió en la cruz para que “fuéramos Jesús”; Él murió para que fuéramos cómo Jesús, y eso es una gran diferencia. “Ser Jesús” y “vivir el evangelio” implica hacer las cosas exactamente como Cristo los hizo. Es tratar de vivir tu vida siempre respondiendo a esa pregunta, ¿What Would Jesus Do? (¿Qué haría Jesús?).

Tú y yo no podemos ser Jesús. No podemos aguantar la carga del pecado, no podemos obedecer perfectamente a nuestro Padre celestial, no podemos comandar con autoridad a un tormenta o a demonios, no podemos hacer todas las cosas que hizo Jesús. Pero eso está bien. Porque Cristo no nos quiere convertir en un ejército de “mini-mesíases”.

El quiere personas que dependan completamente de Él para Su santidad y justificación delante de Dios, que crecen en semejanza a Cristo, pero no tratan de reemplazar a Cristo en sus vidas, creyéndose tan poderosos cómo Su Salvador. En Cristo, tenemos poder, pero no es nuestro poder, sino de Cristo.

Esta es nuestra realidad: Jesús no quiere que seamos Jesús. Nuestra misión no es salvar a personas, sino apuntar a personas a la Única Persona que realmente les puede salvar. En lugar de preguntarnos, “¿Qué haría Jesús?”, deberíamos estar preguntándonos, “¿Qué haría una persona redimida por Jesús?”.

ENTONCES, ¿QUÉ PUEDO HACER?

 

Mientras que no pienso que puedas “ser Jesús” o replicar el evangelio perfectamente, sí creo que en un sentido puedes vivir el evangelio. Pero con esto quiero decir algo muy particular. Dos cosas:

  Puedes abrir las puertas demostrando el poder del evangelio. Esto se describe mejor como “vivir a la luz del evangelio”. Cuando una persona muestra el fruto del evangelio y obedece los mandamientos de Cristo, está mostrando que hay un poder obrando en su vida.

Este poder solo es posible a través del evangelio y ese fruto nos impulsa en la misión que tenemos de hacer discípulos (Mt. 28:18-20). Muchas veces verás que antes de poder entrar a la vida de una persona para hablarle del evangelio, primero tendrás que mostrarle el fruto del evangelio en tu vida.

Esto se manifiesta como amor al prójimo, amor a nuestros enemigos, agradecimiento con el Señor sin importar la circunstancia, y servir a los demás. “Vivir el evangelio” significa primero experimentar el poder del evangelio obrando en tu vida para cambiarte en una persona que se parece más a Jesús, no porque ahora es un mesías, pero porque obedece y ama a los demás como lo hizo el Mesías.

  Puedes hablar a través de las puertas abiertas sobre el evangelio. Ya cuando muestras el fruto del poder del evangelio obrando en tu vida, verás que las puertas se abrirán en tus relaciones con otras personas para poder comunicarles sobre la fuente del poder que está obrando en ti. En otras palabras, amar y servir a otras personas con un amor motivado por el evangelio te abrirá las puertas para poder hablarles sobre el evangelio.

Claro, habrá personas que no responderán bien, incluso cuando les muestres amor. Pero nuestro no llamado no es condicional y debemos hacerlo incluso cuando las personas nos odien. Después de todo, así nos amó Cristo.

Entonces, procura vivir el evangelio, pero recuerda que esto significa recordar que no eres Jesús y que necesitas a Jesús para poder vivir como Jesús.