Por:Manuel Cañadas
Nuestro fútbol está de duelo, Norberto “Pajarito” Huezo, voló hoy hacia el Altísimo.
Desde hacía varias semanas, Norberto Huezo estaba enfermo de gravedad; un terrible mal se había alojado en su cabeza.
¡Y de pronto! la noticia que nos da Ramón Fagoaga uno de sus hermanos futboleros más cercanos, que nos sume en la tristeza.

Es que fueron días intensos de parte de solícitos médicos y enfermeras de luchar contra esas crueles y despiadadas isquemias cerebrales, que provocaron un fallo multiorgánico y todas las secuelas que provocan; pero sus amigos siempre tuvimos un hálito de esperanzas de que la situación iba a mejorar.
Y tuvo que ser sometido a penosos procedimientos, de esos que llegan a helar la sangre; para entonces ya se veía venir el deceso pues los pronósticos médicos así lo presagiaban.

INFANCIA CON LA PELOTA
Desde niño se apasionó por la pelota y fue en la lides del baby fútbol donde comenzó a dar sus recitales, luego pasó a los salesianos del colegio Don Bosco donde siguió su escalada para que en 1974, con 17 años, Mauricio “Pipo” Rodríguez lo debutara en la Primera División con el equipo de la Universidad donde fue nominado como “El Novato del Año”
Apareció entonces un futbolista fino, lejos del fogoso y apurado, dando lugar al ser pensante en el fragor del combate, inmutable, del ojo clínico, vislumbrando vacíos acaso inexistentes.
Una tarde de ese año y frente al Atlético Marte hizo una jugada que más parecía slalom y depositó la pelota en las mallas como si nada.
Dejó a medio equipo desparramado.
Es que era pura inteligencia, un talento diferente.
Luego pasó al ANTEL donde siguió deleitando y se asoció con un grupo de pequeños genios: Jorge “Mágico” González, Herbert Machón, Michel Cornejo, Miguel González.
Su fútbol era el triunfo de la inteligencia sobre la fuerza, del acierto sobre el yerro, de la iniciativa sobre la indolencia.
En realidad fue un adelantado a su época, donde no habían cuestiones cibernéticas, pero por algún misterio o gracia del dios del fútbol, él se las arreglaba para que la pelota llegara puntual y de manera certera al destino que le ordenaba.

Así se la llevaba gambeteando para adelante y sus goles parecían la cosa más fácil pues eran pases a la red.
En 1977 salió campeón goleador con los marcianos, empatado con Miguel “Mica” González.
Y eso que jugaba llegando de atrás. Y en la Selección Nacional dio cátedra hasta que ya no quiso, donde asociado con el “Mágico” González pusieron de fiesta al país.
Su carrera internacional incluyó al Monterrey de México, el Cartagena y Palencia en España, el Herediano de Costa Rica donde fue nominado como el “Mejor Extranjero”; el Escuintla y el Deportivo Jalapa de Guatemala.
Con el Atlético Marte se coronó campeón en aquel memorable 25 de diciembre de 1985 y su brillante carrera la culminó en el FAS.
Luego Norberto se graduó de entrenador, trabajó en unos procesos juveniles y fue tertuliano en programas deportivos.
UN AMIGO QUE SE VA
Uno de los eventos más difíciles en nuestras vidas es la muerte de un ser querido.
Cuando se adelanta nos asola la tristeza ya que sabemos que en este plano terrenal no será posible volver a verlo ni compartir con él.
Y como paradoja, me viene una sensación de alegría y acaso de esa fingida indiferencia (con la que a veces, el “Pajarito” veía a su entorno), por haber logrado escapar de esos dolores y molestias que tanto lo agobiaban.
Ahora se encuentra en otra dimensión donde Nuestro Señor acoge a los predestinados con esa misericordia y amor que solamente él puede dar. Cuando dijo: “¡Benditos los que sufren, porque de ellos será el reino de los cielos!”, se refería a ello.

A nosotros nos falta un tiempito para dejar este mundo, pero sabemos y nos consuela que cuando también nos vayamos, amigos hermanos como Norberto, Raúl Magaña, Chago Cortez Méndez, Alberto Villalta, el “Viejo” Patagorda” Morales, Ricardo Sepúlveda, Rodolfo Baello, Ricardo “Gambeta” Sosa, el Negrito Cortez Sandoval y tantos más, comandado por Papá Nan, Conra y don Isaías, estarán ahí para recibirnos.
Pero su recuerdo estará latente entre nosotros, es como una presencia viva, porque además se trata de uno de los ases más adorados por la afición nacional.
Espero que con el correr de los años, las nuevas generaciones, disfruten de un fútbol mucho mejor que el que tenemos ahora y que lo rememoren como el gran “Pajarito” Huezo, uno de los más grandes futbolistas que hemos tenido.
Nunca se van del alma los entrañables amigos que con su arte, su talento han prodigado cariño y magia a nuestras vidas. Ellos nutren y enriquecen el tesoro de nuestra memoria.
¡Hasta pronto, querido “Pajarito”!